Literaturas

Marina Berri: “En la ficción todo lo que aprendés investigando vuelve de una forma libre”

Marina Berri

La escritora y lexicógrafa, autora de la novela Fantasmas, describe los hilos que le permitieron construir el desarrollo de la trama y los personajes, en tanto que narra la escuela como un sitio tentador y de normas absurdas, y detalla su enorme labor alrededor de las palabras.


Por Marina Cavalletti. Fotos Melisa Fernández Csecs

Desde un realismo que se mezcla con lo fantástico, a partir de un estilo particular y detallista, en Fantasmas (2019), la autora nos introduce al mundo de Dolores, una niña de ocho años que es parte de un extenso gabinete de personajes atípicos pero verosímiles, que se mueven en temporalidades y espacios diversos. Una novela cuyo proceso se gesta bajo una variedad infinita de deshilachados, secretos culinarios y antiguas geografías. Un proceso que, según la autora, partió y se desarrolló a partir de imágenes. “Un sello sobre lacre, un pizarrón con dibujos que se mueven, huesos de pájaro, campos de arroz, mapas, una nena que juega a la payana, una laguna-arrozal. Las imágenes me llevaron a escribir esta especie de fantasía de la muerte, en la que los tiempos necesariamente se mezclan y las épocas se suceden según las horas del día”, dice Berri sobre su segundo libro, editado el año pasado por el sello Dábale arroz. La autora, que cumple también el oficio de lexicógrafa, explica que las primeras imágenes se entretejieron con las posibilidades que las palabras despiertan, como una elipsis que le permitió volver nuevamente sobre ellas. Y que entre esa conjunción tan magnética ingresó su punto de vista. “Lo que observo, lo que leo, los recuerdos, lo que escucho, los paseos por museos y por parques y por lugares que cuentan historias de objetos”, comenta.

El libro conjuga ciertos elementos realistas con otros que lindan con el género fantástico, ¿trazaste de antemano ese universo de entre-mundos, de cierto ir y venir, o fue apareciendo durante la escritura?

Siempre intento planificar lo que voy a escribir y nunca me sale. La única manera que tengo de escribir es, como decía, avanzar por imágenes. El universo de la novela es la lógica que resulta de unir esas imágenes. Creo que si bien esta manera de escribir genera cierta intranquilidad, tiene su parte agradable: mientras escribo voy descubriendo lo que pasa. Después, sí, viene el proceso de corrección.

 La historia se centra en dos hermanos huérfanos y variadas escenas familiares, ¿hay algún elemento autorreferencial allí? ¿O estás lejos de la voz de Dolores?

Estoy muy cerca de la voz de Dolores por la manera en que constantemente me distraigo y no entiendo las cosas. Sin embargo, más allá de esta coincidencia con el tono general de mi cabeza, y de tener un hermano mayor, no hay coincidencias con mi biografía.

“La lexicografía es una disciplina muy beneficiada por las nuevas tecnologías. Para hacer un diccionario es central contar con una cantidad de contextos en los que aparecen las palabras que se buscan describir: hoy hay disponibles múltiples corpus textuales”.


La trama tiene reflexiones laterales sobre destinos interrumpidos, las fronteras temporales, ciertos limbos, la monotonía, los recuerdos. ¿Qué te interpela de esas cuestiones que tienen al devenir como eje?

Las posibilidades que, en todo sentido, da la digresión: en un sentido temático, basado en las resonancias y en las conexiones laterales, pero también lingüístico. En Fantasmas todo eso aparece atravesado por Dolores, que entiende a su manera lo que puede.

“Los maestros eran iguales en todas las épocas del mundo” decís entre las páginas del libro. El mundo escolar es un escenario potente, ¿por qué elegiste recrearlo del modo en que lo hacés, entre la crítica y lo lúdico?

Creo que el colegio me marcó: es por excelencia ese lugar en el que uno no termina de entender. Con cinco o seis años hay una autoridad que da reglas —en mi caso fueron bastante estrictas— y uno —yo— trata de incorporarlas porque quiere ser obediente. Pero resulta que muchas de esas reglas no tienen sentido, o son desproporcionadas, y eso también lo ves de más grande, cuando te das cuenta de que llevar una gomita de pelo de otro color es en realidad un hecho sin ninguna importancia. A la vez, el colegio también tiene algo de tentador: los rincones, los lápices de colores, los cuentos de la biblioteca, los cuadernos, las modas, las compañeras extrañas, todo eso que de alguna manera configuró también mi infancia y mi escritura.

¿Qué divergencias y puntos de contacto hallás entre Fantasmas, Arvejas negras y Antes de África?

El principal punto de contacto radica en la forma de escribirlos, sin saber adónde voy, y en la tendencia a las digresiones. Pero quizás haya más puntos de contacto entre Fantasmas y Las ocas, mi otra nouvelle, que también parte del mundo escolar y se va hacia el fantástico: una profesora vuelve a su pueblo, lee las composiciones de sus alumnos acerca de animales y esas composiciones empiezan a aparecer en su día a día. Respecto de las divergencias, podría decir que Fantasmas es lo más raro que escribí y no termino de entender bien de dónde salió. Quizás por eso haya terminado por ser lo primero que publiqué.

Sos Doctora en Lingüística y Magíster en Elaboración de diccionarios. ¿Cuál es el desafío de trabajar hoy en compendios de palabras, en un mundo 3.0 donde está más a la mano la página WordReference que una enciclopedia de la RAE?

En realidad, la lexicografía es una disciplina muy beneficiada por las nuevas tecnologías. Para hacer un diccionario es central contar con una cantidad de contextos en los que aparecen las palabras que se buscan describir: hoy hay disponibles múltiples corpus textuales que nos permiten acceder a los contextos de manera muy fácil y así captar y dar cuenta de manera bastante precisa de los significados de una palabra, de su combinatoria —con qué otras palabras suele aparecer— y de ver hasta qué punto sus significados y usos pueden estirarse, moldearse, explotarse para expresar aquello que queremos o que necesitamos. En ese sentido, Wordreference es un espacio interesante, porque los usuarios mismos plantean explícitamente sus dudas: como lexicógrafa es un buen lugar para encontrar a qué necesidades debe responder un diccionario.

También participás de Antena Neológica de la Argentina. ¿Qué es exactamente ese organismo y cuál es tu rol allí?

La Antena Argentina es uno de los nodos que forman parte de la red Antenas Neológicas creada en el marco del Observatori de Neologia de la Universidad Pompeu Fabra. Básicamente lo que hacemos es recoger neologismos, es decir, palabras nuevas. Después de identificar un neologismo -en base a una serie de criterios, fundamentalmente el hecho de que no se registren en un conjunto de diccionarios que denominamos “corpus de exclusión”- los miembros de cada Antena llenan una ficha en la que se describe la palabra y su proceso de formación, además se consigna el contexto en el que aparece. Luego esas fichas son validadas y pasan a ser parte de una base de datos que se puede consultar online. Nosotros usamos esos resultados también como insumo para nuestras investigaciones. Durante los últimos años, estamos realizando un diccionario de neologismos que se encuentra disponible online.

En tu labor académica, ¿aparece también algún rasgo lúdico o eso lo reservás solo al campo de la ficción?

No, pero hay un ida y vuelta constante —aunque bastante subterráneo— entre academia y ficción. En los dos ámbitos pienso las palabras desde distintos puntos de vista, las observo, trato de definirlas, de encadenarlas u observar cómo se encadenan. En la ficción, todo eso que aprendo investigando vuelve de una forma libre. La academia tiene otras exigencias y requiere de una reflexión más pautada. Quizás en el medio, entre investigación y escritura, esté mi relación con la lengua rusa, que forma parte tanto de mis investigaciones, y también de mi escritura, y que empezó hace más de diez años como una manera de calmar la ansiedad que genera el trabajo de tesista. En breve saldrá publicado por Dábale Arroz el Diccionario de ruso, que incluye observaciones fragmentarias sobre el ruso y conjuga, de alguna manera, cierto aspecto del mundo académico y de escritura.



Marina Berri
Fantasmas
Dábale arroz
2019

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