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Cielo al revés: El gozo de la Tierra

Cielo al revés (Metafísica de la imagen de “Teresa” soñando el sur) es el noveno poemario de Claudio Archubi, poeta y Doctor en Física. Ganó el segundo premio de poesía del Fondo Nacional de las Artes en 2019 y fue publicado en 2020 por La Primera Vértebra, proyecto editorial que dirige junto a Teresa Orbegoso.


Por Cecilia Perna.

“Cuando el corazón le di
puso en mí este letrero:
que muero porque no muero.”

Santa Teresa de Jesús

“Teresa: levántate de esa cama, esa jaula de tela. Mira a los ojos a tu esposo, el que sigue contigo, y
deja que todas las cosas buenas que están dentro de ti pasen a sus ojos.”

Teresa Orbegoso. Abro el miedo

El libro Cielo al revés de Claudio Archubi -ganador del segundo premio del Fondo Nacional de las Artes en 2019- es un diálogo vital y poético con la vida y el libro de Teresa Orbegoso -su esposa- Abro el miedo, que fue escrito acompañando el proceso de cura de un cáncer, y que identifica el dolor de su cuerpo con la herida de la tierra latinoamericana.
¿Y qué es una esposa para un esposo sino una imagen? El amor eso da, una imagen para los ojos, como dice Teresa en su libro, una imagen de todo lo bueno que pasa a los ojos del otro. Sin embargo, la imagen de lo bueno que la esposa da, no se hace presente de manera instantánea. El esposo debe construirla para sí: hacerla nacer, darle vida en un trabajo mediante la palabra que no la deja morir.

“Estoy creando la imagen de Teresa. Está enferma. Pienso: he dado vida. Pero ella dice que está muerta”. Así empieza el libro de Claudio. Justo antes hay una cita de la Divina Comedia, en la que la muerta Beatrice se anuncia deseosa de volver a las alturas incorpóreas de su cielo de paz. En este contraste entre la Beatrice de la cita y la Teresa del libro, ya está la inversión fundamental de los cielos: al revés que la imagen de Beatrice muerta -esa que Dante sigue- presta a escalar hasta el Empíreo quieto, la Teresa de Claudio, su imagen, está naciendo desde un cielo de abajo, un cielo que es tierra, movimiento, orbe y urbe y que, desde la herida de muerte, nace, se materializa, crece orgánica y levanta consigo la ciudad, su hedor de continente.

“La Teresa de Claudio, su imagen, está naciendo desde un cielo de abajo, un cielo que es tierra, movimiento, orbe y urbe y que, desde la herida de muerte, nace, se materializa, crece orgánica y levanta consigo la ciudad, su hedor de continente”


A través de los 34 cantos de este libro, es la imagen de Teresa lo que genera el esposo -crea, sueña, le da memoria- hasta hacerla decir, hasta darle soplo de vida, para por fin dejarse influir por ella. La inversión es entonces un vaivén, un ritmo abarrocado, un juego de espejos en que no se encuentra el origen, pero sí puntos de partida, una refundación constante. La ciudad se funda desde la imagen de Teresa, que es nuevo eje y ombligo del mundo. Un nuevo centro para una ciudad a la que, desde El Matadero, la literatura ha ido plagando de centros escondidos: el Aleph en un sótano de la calle Garay, la mano rota del cristo de Villa Crespo, la cabeza perforada del poeta en el Hospital Británico, centros emplazados siempre en ese borde que también es tango y es cuchillo.

La literatura es el hambre naciente, en un lugar de Constitución o de Liniers. Allí, se sueña un corazón cuya materia ya no es metafórico fuego -como aquel corazón que soñó Dante en la Vita Nova y que Beatrice se comió con escrúpulo- sino papa que se extrae del corazón de la tierra americana, capaz de alimentar, sin metáfora, a los cuerpos del mundo. “Trabajaba todo el día y en la noche, durante horas, ella me obligaba a sostener una papa sucia entre las manos. Sobre mis palmas abiertas, oscura y sin forma, pesaba más, minuto a minuto, buscando el suelo. Hasta que al fin vi lo que era: mi corazón a medio hacer, cubierto de tierra, ofrecido bajo la luz de la luna”.

A medio hacer está el corazón y por hacerse el mundo en este libro, que brota de un cielo de abajo, un cielo terreno y fértil pero también herido, de cuerpos que supuran y sueltan sus olores. Un cielo de materia, que contamina la imagen, nunca pura y por lo mismo viva, capaz de morir, pudrirse y renacer de la tierra. Otra metafísica, la de Teresa y su imagen, que sale de la muerte y renace, desde el hedor, “del pudridero de la pasión” único lugar capaz -al revés que el cielo inmóvil del Empíreo- de recrearse al gozo de existir, al gozo del mundo, al orbe-gozo de los cuerpos.



Claudio Archubi
Cielo al revés (Metafísica de la imagen de “Teresa” soñando el sur)
La primera vértebra (2020)

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