Poéticas

Jorge Hardmeier: “Juguetes antiguos es un intento de sostener al niño que hemos sido”

El escritor y periodista, figura poliédrica y devoto de Spinetta, reedita Juguetes antiguos, su único poemario, donde explora una infancia persistente y oscura, y convierte la inmadurez en territorio poético y revelador.


Por Claudia Sobico. Foto: Dante Fernández.

El escritor, periodista, lector profundo, docente, dibujante, arquitecto y amante incondicional del flaco Spinetta, Jorge Hardmeier, oriundo de Lanús, provincia de Buenos Aires, reedita Juguetes antiguos, su único poemario, por Ediciones Monserrat donde la furia y la mansedumbre que conviven en el ser se deslizan en la sombra de los versos dejando la más cruda intimidad a la intemperie.

Los poemas en Juguetes antiguos están agrupados bajo dos títulos: Tigre y Gotas. Los primeros podrían pensarse como las cavilaciones de un ser que deambula en el hondo y oscuro propio interior y elige tal vez, desde el dolor y su belleza, permanecer en la inmadurez. La misma inmadurez a la que Sábato se refiere en el prólogo de la primera edición de Ferdydurke como: “la inmadurez, fresca y franca libertad en un mundo de formas fosilizadas.”

No hay memorias de infancia en los poemas de Hardmeier, hay infancia. Una que se sostiene en el tiempo, pero no intacta, una infancia que mira, ve y se percata. Una infancia que constituye al escritor y lo mantiene vivo / puro / niño.

¿No es acaso la furia incontrolable en la sangre y en las garras de un tigre la más honesta forma de la inocencia, es decir, la incapacidad de sostener su propio delirio?

Descargo

Si un tigre gira
y
gira
en su jaula
no está furioso,
no está enloquecido.
No.
Si un tigre gira
y
gira
en su jaula
se está buscando.

Los poemas agrupados bajo el título GOTAS, también pensarán la identidad, la infancia y el tiempo, esta vez con el amor como eje, y el agua como sustancia omnipresente, un elemento externo que todo lo toca, lo moja y de la que no es posible escapar.

II

Llueve.
Y estoy ciego.
No podré mojarme.

Nunca para de llover.
Nunca.
Son entretiempos.

Revista ruda


¿Cuándo escribiste estos poemas? ¿Bajo qué contexto social y personal?

Estos poemas los escribí aproximadamente entre 2011 y 2012. No recuerdo bien el año. Sí, sé que, todos, los escribí en el bar La Diva de Lanús porque luego de una separación estuve viviendo unos meses en la casa de mi padre y mi madre, de la cual me había ido hacía muchos años. En ese regreso al hogar de mi infancia al cual, cíclicamente, ahora habito en modo permanente y ya sin la presencia de mi padre ni de mi madre, me iba por las tardes a ese bar. Pedía un café y una ginebra. Y escribía. Claramente, estos poemas surgen de una ruptura amorosa en la cual fui el responsable. Creo que existen algunos atisbos sociales en el poemario pero, fundamental y sinceramente, es un desborde emocional muy personal. Una suerte de mea culpa a esa relación rota. Por otra parte, no escribo usualmente poesía. Pues en mi abordaje a la literatura suelo abordar la narrativa y el ensayo.

(…) y entonces vi los ojos del tigre me observaba desde sus huecos amarillos detrás de sus ojos sus barrotes su piel su sangre de tigre su celda su girar calesita me observaba y mi mano extendida hacia su lomo hacia sus dientes sus rayas de tigre sus ojos de tigre y otra mano sujeta nerviosa la muñeca no es un tigre ¿no ves? es un tigre ¿no ves?

Así empieza tu poemario. ¿Pensabas en tu lector cuando escribías? ¿Cómo?

En este caso específico, sinceramente, no pensaba en lector alguno como sí lo pensé en otros libros como, por ejemplo, la biografía de Miguel Ángel Bustos o el ensayo de Di Benedetto. O cuando escribo notas o entrevistas para medios, ahí sí pienso en cómo será la recepción. No es este el caso. Parafraseando a Palo Pandolfo, que alguna vez me dijo esta frase refiriéndose a Patria o Muerte de Don Cornelio, Juguetes antiguos es un exabrupto de ginebra.

Entiendo entonces que no trabajaste los poemas en algún taller con algún maestro /maestra.

No, no trabajé esos poemas puntualmente con nadie y nadie les hizo correcciones, algo que usualmente suelo propiciar, me resulta muy interesante que cierta gente lea mis escritos, es muy nutritivo y genera riqueza textual. Pero este libro es una excepción. Nadie lo ha leído salvo para ser publicado. Pero sería ingrato no decir que hice años de taller de poesía con Lucila Fevola a quien considero mi maestra y a aquellos y aquellas que no conocí pero que me enseñaron tanto. Debo reconocer, asimismo, que hay un gran trabajo de lectura para su publicación, de Laura Bravo.

¿Qué escritores o pensadores crees que te han influenciado en esta obra?

En Juguetes antiguos hay influencias manifiestas. Los y las poetas son pensadores, claramente. Creo que, actualizando mi escrito, hay mucho Pizarnik, Miguel Ángel Bustos, Paco Urondo y Wallace Stevens, de quien estaba fascinado en esa época, especialmente de El hombre con la guitarra azul. Es un poemario que abreva en poetas, no en escritos filosóficos. De hecho, hay una referencia directa a Paco Urondo en unos versos, casi un plagio, a modo de juego, justamente.

¿Es posible sostener la niñez a lo largo del tiempo?

Juguetes antiguos es un intento de sostener al niño que hemos sido. En alguna entrevista me preguntaron, ¿qué pensás cuando te mirás al espejo?, y mi respuesta fue: Mirá lo que hiciste con el niño que eras. Creo que hay que sostener cierta niñez, cierta idea de actividades lúdicas pero también es cierto que eso puede llevar, en ciertos aspectos, a una conducta que no corresponde a un adulto. Para mí la niñez es el paraíso perdido. Fue muy feliz con todos sus condimentos, yo me crié con una abuela esquizofrénica y eso es fuerte. Pero la cuidaba mi madre, que era su nuera. Mi niñez fueron los patines, el campito donde jugábamos a la pelota, los cumpleaños, la bici. Por eso en el libro estimo que auguro que no se pierda al niño aunque el tigre agresivo trate de devorarlo porque el tigre también posee un niño en su interior. Es como una disyuntiva. Cuando escribí Juguetes antiguos me sentía un tigre que devoraba y aniquilaba, pero también ese tigre puede conservar su niño.

¿Qué es la jaula?

La jaula es lo que abarrota al niño que deberíamos conservar. La jaula es la escuela, los trabajos, los mandatos sociales, la policía de la vida, los opinadores seriales de cuestiones ajenas y propias de cada quien. Los barrotes de esa jaula hay que rasgarlos. Lo hicieron los negros luchando por sus derechos, los trabajadores, las feministas y otros colectivos.

“La jaula es la escuela, los trabajos, los mandatos sociales, la policía de la vida, los opinadores seriales de cuestiones ajenas y propias de cada quien”

¿La lluvia?

La lluvia me es muy fuerte desde niño. No sé si la detesto o la adoro. Pero sí recuerdo a mi viejo cuando llovía y estábamos en casa, cantando “afuera es noche y llueve tanto” y a mi niño observando el caer de las gotas sobre la calle que en ese momento era de barro.

La lluvia es tremenda como metáfora, al menos para mí. Detesto la lluvia cuando estoy por las calles y además no uso paraguas porque me parece el peor invento de la historia, pero amo a la lluvia cuando estoy en un interior. Además, la lluvia surge, es como el fluir de la vida, pero a la vez me entristece, digo, carajo cuantas lluvias más voy a presenciar. La lluvia es algo que es eterno. Llueve siempre, el resto son entretiempos.

¿Tu definición del amor?

¿El amor? Es lo más parecido a eso que denominan milagro. Además, tiene múltiples facetas. Los amores son diversos. Amo a mis amigos, a mis hijos. Esos, paradójicamente, no concluyen. El amor de pareja, y Juguetes antiguos aborda eso, es algo que puede ser catalogado de extraño. Pende del azar, no tiene por qué ser de por vida como enunciaban antiguos mandatos, pero para mí ingresan en una zona de eternidad. Porque todo amor, aunque dure temporalmente poco tiempo, es eterno. El resto es el casamiento y la sociedad marital. Eso no es el amor. El amor es observar la lluvia y deshacerse.

“Leer Juguetes antiguos es entrar en un espacio donde, gracias al minucioso trabajo de las alusiones, la figura de Borges está presente pero no como la sombra densa que aplasta buena parte de la literatura que pretende interactuar con su universo, sino como un interlocutor ameno al que Hardmeier le habla desde su propio tiempo (…)” dijo en su presentación Laura Bravo, una de las editoras de Ediciones Monserrat, editorial que acaba de rescatar el libro que tuvo su primera edición en 2015.

Juguete

Hace tiempo, en un día acantilado,
perdí mi juguete más juguete,
mi único.
A partir de ese momento fui,
paso a paso, perdiendo varias cosas:
discos, dioses, mujeres, poemas,
trabajos, libros de Macedonio, papeles.
Pero mi sangre se detiene cuando recuerdo
la pérdida de mi juguete más juguete,
mi único.



Jorge Hardmeier
Juguetes Antiguos
Ediciones Monserrat
2025

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