Piedra Libre

Rodolfo Walsh: El oficio del periodista comprometido

El 9 de enero se cumplió otro aniversario del nacimiento del escritor y periodista Rodolfo Walsh, autor de Operación Masacre y de la Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar. 


Por Pablo Pagés.

Dos datos, absolutamente arbitrarios, se me presentan a la hora de opinar sobre Rodolfo Walsh en su aniversario. El primero es territorial. Tengo mi casa en el Delta del Tigre, en una zona muy cercana a la casa que tenía él por el Río Carapachay, que se llamaba “Liberación”, y que compartió con intelectuales y escritores como Haroldo Conti, Paco Urondo y Piri Lugones.

El otro dato viene por un cruce absolutamente casual, si es que esta palabra es posible. Conocí por intermedio de la madre de mi novia a Lilia Ferreyra, su compañera. Yo era un joven más anarco que peronista y más rojo que el mes de Octubre. Sostuvimos, si mi memoria no me engaña, alguna conversación al respecto y supe de su vida hasta su fallecimiento.

Como todos los que salimos a las arenas de este circo que pretende ser civilización, Rodolfo fue lavacopas, limpiavidrios, comerciante de antigüedades y criptógrafo. Este último oficio lo ayudó a mantener una comunicación con Cuba sin que la C.I.A. se entere de los movimientos revolucionarios de aquellos tiempos. El resto ya lo conocemos.

Se suele comparar Operación Masacre como una novela precursora de lo que fue A sangre fría de Capote. Sinceramente pienso que este axioma es una confusión, como muchas a las que llegan los intentos de canonizar la literatura. Tal vez, mi postura sea una propuesta más, truncada por el tiempo y sus caprichosas comparaciones.

“Cuando comenzó a investigar el caso de unos presos que habían conseguido escapar de la cárcel, se encontró con un gigantesco crimen organizado oculto por el Estado. Walsh decidió recluirse en una alejada isla del Tigre.”


Walsh se había criado en el seno de una familia conservadora, de ascendencia irlandesa. Este último dato, estimo, quizás fue un enérgico detonador sanguíneo en su forma entrañable de pensar el mundo, las cosas y sus injusticias. Estudió en un colegio de monjas irlandesas y fue interno en una congregación de curas también irlandeses. En 1953 publicó su primer libro de cuentos, Variaciones en rojo, con el que había ganado el Premio Municipal de Literatura de Buenos Aires.

Cuando comenzó a investigar el caso de unos presos que habían conseguido escapar de la cárcel, se encontró con un gigantesco crimen organizado y oculto por el Estado. Walsh decidió recluirse en una alejada isla del Tigre con el seudónimo de Francisco Freyre, y con la única compañía de un revolver. El 23 de diciembre Leónidas Barletta, director de Propósitos, denunció, a pedido de Walsh, la masacre de José León Suárez y la existencia de un sobreviviente, Juan Carlos Livraga.

En Cuba, publicó el Caso Satanowsky, en donde evidenció que matones de la SIDE asesinaron al abogado Marcos Satanowsky. Fundó la agencia Prensa Latina junto con su colega y compatriota Jorge Masetti. Había decidido que su profesión nunca más sería el privilegio de unos pocos que pueden observar el mundo desde un lugar imparcial y amarillo.

Rodolfo Walsh sostuvo una relación escabrosa con la literatura. Había hecho confesa su posición marxista ante el mundo y eso lo colocó de inmediato en la mira de los servicios de inteligencia.

Por otro lado, a Walsh le faltaba la novela para consagrarse como escritor. Sus cuentos habían adquirido cierto prestigio que lo ponían, más allá del periodismo, en un lugar de escritor insoslayable. También hay que pensar que hubo una época, tal vez fue la última, con la generación de escritores como Walsh o Conti o Urondo, que tomaban el periodismo para ganarse los garbanzos. Y lo hizo, fue el autor de Operación masacre: la denuncia literaria más grande de la historia contra un régimen que actuaba desde las sombras y ponía en jaque a todo el movimiento revolucionario en la Argentina.

En 1969 empezó a militar en el Peronismo de Base, y en 1973 hizo popular su decisión de militar para Montoneros. Junto a él, el poeta Francisco Paco Urondo participó como fundador y redactor de Noticias. Pero a principios de 1974, dejó constancia por escrito de las diferencias que sostenía con la cúpula.

El 29 de septiembre de 1976 murió en un enfrentamiento su hija Vicki. Murió también su amigo Paco Urondo, perseguido por fuerzas militares conjuntas.

El 24 de marzo de 1976 envió su famosa Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar a las redacciones de los diarios. Nadie la publicó. El 25 de marzo, entre las 13.30 y las 16.00, Walsh fue secuestrado por un grupo de Tareas de la ESMA, comandado por el oficial de Inteligencia García Velasco. Sobrevivientes de la ESMA le acercaron a su hija Patricia Walsh una versión de lo sucedido. Según esa versión Rodolfo debía ser tackleado por el oficial de Marina y ex rugbier Alfredo Astiz, quien falló en su intento. Esto generó una momentánea confusión que permitió a Rodolfo gatillar el revólver calibre 22 que guardaba en la entrepierna. Así hirió a uno de sus agresores, que quedó rengo. A fines del ’77 ese hombre fue galardonado con una medalla en una ceremonia secreta de la ESMA.

El 25 de marzo de 1977 lo asesinaron. Dieron muerte al hombre que decidió para siempre ser «fiel al compromiso de dar testimonios en tiempos difíciles y mantener un oficio, el periodismo, con las premisas básicas entre las cuales, hoy, se nos presenta “la libertad de prensa” como eje fundamental en esta patria que nos exige justicia entre tantos abyectos, miserables y tantas inmerecidas traiciones». Recordar a Rodolfo significa disponerse a ejercer la escritura como un medio libre que solo responde a los intereses de un pueblo que desde hace ya mucho tiempo busca su identidad en las batallas culturales, donde no siempre existe una remuneración. Esto se llama dignidad.

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