El Pregonero

Hay peronismo para rato

Foto: Frente de Todos


Editorial por Marvel Aguilera

El Frente de Todos va a copar la Rosada por lo próximos cuatro años. Y ese es el dato. La unificación lograda por Alberto y Cristina, tras una excepcional estrategia electorial, es la muestra más cabal del camino a seguir en la búsqueda de una gobernabilidad amplia. Las palabras del presidente electo durante toda la campaña aludieron a eso, a la necesidad de una federalización, a un gobierno conjunto. Los números del NOA, el NEA y el conurbano bonaerense son un buen punto de partida. El peronismo es la expresión popular por excelencia. Tiene que quedar claro. No hay oligarquía que pueda con eso, ni con el apoyo del Fondo Monetario Internacional ni con el blindaje mediático perpetrado por los oligopolios. Estamos en casa, y es un alivio.

Ayer fue un día festivo. La alegría volvió a brotar en rostros cargados de pesadumbre, marcados por cicatrices que aún duelen y no sanarán en el corto plazo. Quien haya emitido su voto en las urnas del conurbano dará fe del fulgor popular simbolizado en las mesas de los vecinos en la vereda, en el humo de las parrillas y en las estrofas de “Tarea Fina” tarareadas alrededor de las escuelas y colegios del Gran Buenos Aires. La noche nos encontró a todos en la calle Corrientes. La V saliendo por las ventanillas de los autos fue una moneda corriente. Una vez más. La multitud, las masas. Bailando, cantado, riendo después de mucho tiempo. En los balcones, en las plazas, arriba de las camionetas de prensa. Pero esta vez no era para denunciar ajustes económicos, era para mirarnos a la cara, para volver a empatizar, para celebrar una fiesta popular. Las palabras de Axel Kicillof -la gran esperanza política del futuro y el mejor orador de la jornada- fueron claves. El gobierno del Frente de Todos viene para recuperar la política, así como hiciera Néstor Kirchner. El peronismo es la alegría para las mayorías populares. Para todos, sin importar partido o credo. Eso es lo que la comunicación macrista intentó destruir: segmentando, invidualizando, barriendo nuestra identidad como pueblo soberano. Eso no quiere decir que no haya que militar por redes sociales, por el contrario. Deberemos hacerlo. La reglas de la comunicación han cambiado y eso el macrismo lo supo desde el primer día. Lo importante es encontrar las herramientas para acercarnos como sociedad, para describir la importancia de las elecciones desde lo colectivo, para barrer de una vez los lugares comunes del “yo trabajo con todos los gobiernos”, para empatizar desde los consensos.

Las encuestas volvieron a equivocarse. Demostraron la farsa que son. El macrismo terminó acercando su nariz. Algunos mostraron decepción, inquietud e incertidumbre sobre el empuje de una fuerza política que creían terminada. Pero los partidos se ganan, por goleada o sobre la hora. Ahora somos gobierno: la lógica política va a cambiar, como dijo Axel. El 48% que logró Alberto Fernández es increíble. Miren por donde lo miren. Más si se tiene en cuenta la derrota hace dos años con el hoy desdibujado Esteban Bullrich. Por otro lado, la victoria de Néstor Kirchner en el 2003 con un mero 22% demostró que los gobiernos se construyen desde adentro, en la praxis política y territorial, y no en el número que arrojan los comicios. El macrismo pudo haber terminado. No lo sabemos. Deberán dirimir sus disputas internas: las ansias presidenciales de Larreta y la necesidad de los radicales, como Cornejo, de mantener un partido que parecía ya en el tacho de basura. Por lo pronto, la renovada fe de Macri -que puede ser pasajera si se piensa en Daniel Scioli tras el 2015- permitirá tener una transición ordenada, la necesaria para que Alberto pueda crear las condiciones en la recuperación de la “tierra arrasada” que dejaron los cuatro años de Cambiemos. No será fácil.

Escuchar el discurso de Alberto es esencial. Para evitar caer en chicanas fáciles, en el “no vuelven más ustedes”. A no equivocarse. Pueden volver, y lo van a intentar. Lo importante es lo que hagamos nosotros. El peronismo tiene que empezar a generar políticas públicas que vuelvan a hacer girar la rueda económica y social para “construir la Argentina igualitaria y solidaria que soñamos”. Gobernar para todos. Aunque ellos no lo hayan hecho. Esa será la forma de cambiar el perímetro social, de convencer a aquellos que siguen prendidos al relato mediático. La pesada herencia es grande. Pero no hay que encasillarse en ese lugar. Hay que poner en marcha la política en acción. Reconstruir los Ministerios de Trabajo y Salud. Abrir los comercios y poner guita en los bolsillos de la gente con menores recursos. Ese tiene que ser el punto de inicio del país que nos merecemos, de una vez por todas. Un país en manos de la gente, como dijo nuestro presidente.

Hoy estamos alegres. No hay que dejar que eso se pierda. Néstor no lo permitiría.


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