El Pregonero

Período de prueba (de fuego)

Foto: prensa Alberto Fernández


Por Marvel Aguilera.

Tranquilicémonos, el partido recién empieza. Alberto lo sabe, siempre lo supo. Y también conoce el país que nos dejaron, del que a veces parecemos olvidarnos, del que aún hacemos fuerza por salir. Una nación avasallada por la especulación, por la indiferencia social de una oligarquía cipaya que utilizó los recursos como una caja chica; que nos condenó a una deuda impagable, a una emergencia social pocas veces vista desde la vuelta democrática. Si es que el tejido social está roto, fue porque ellos alentaron un discurso vacío, plagado de odio y de golpes bajos al sentido común. Más que una devaluación de la palabra, hay una devaluación del sistema político como tal. Lo sabemos. Por eso entendemos los tiempos, las prioridades. Que no se trata de recuperar la entrada de cine del sábado o el pucho para un electrodoméstico. Se trata de los que marginados por el plan macrista, los que intentaron borrar mediante la violencia económica y social desperdigada estos cuatro años, puedan recuperar un plato de comida, un halo de dignidad.

Pasaron 81 días, que parecen años. Y aunque ciertos sectores hiperideologizados corran por izquierda al gobierno, sectores que jamás podrán lidiar con el timón, que viven del escarnio y de la carne sanguinolenta como buitres, seguiremos combatiendo el denuncismo con política. Es lo que ha dejado en claro Alberto. En su pragmatismo se encierra una idea de país sencilla y necesaria, donde el crecimiento sea únicamente con justicia social y soberanía. Y para eso necesitamos política. Movernos. Girar el perímetro desde las calles. Construir la agenda social que el gobierno necesita. Ese es el desafío. Las bases se han asentado en estos días. Por eso el levantamiento del plan Remediar, por eso el aumento de la jubilación mínima, por eso el recorte a la perversa tasa de interés macrista, por eso la suba del salario, por eso la vuelta de Precios Cuidados, por eso el decreto de la doble indemnización, por eso el congelamiento tarifario. ¿En serio es poco en 81 días? ¿En serio se puede comparar la supina destrucción macrista de los primeros meses de 2016 con la puesta política de un país que intenta crecer con equitatividad desde las más desoladoras ruinas?

El discurso de Alberto en el inicio de las Sesiones fue un mapa del escenario que se viene. Que quede claro: las planillas de Excel se terminaron. Es el tiempo para empezar a debatir qué tipo de sociedad queremos, cuál nos merecemos: ¿Trabajo o especulación? ¿Solidaridad o meritocracia? ¿Aborto legal o clandestino? ¿Respeto medioambiental o depósito de basura? Es simple, al menos para cualquier persona de bien. En este período de prueba (de fuego) peronista hay un retorno a los manuales de conducción, a la coordinación entre la concepción y la acción, al establecimiento de los principios inalterables que marcarán la identidad de nuestro Estado-Nación, del que queremos, del patrio. Alberto es un líder que viene a marcar la cancha ante el nerviosismo pululante de algunos y el agite permanente de los medios. Pero eso no basta. Será nuestra responsabilidad generar los resortes para que el gobierno pueda llevar a cabo aquellas medidas que todos esperamos y que son resistidas por los grandes monopolios detrás del partido antiperonista, conformado por jueces de privilegio, grandes sojeros, formadores de precio caprichosos y buitres financieros. Pensar en los años venideros implicará pensar en el gobierno de Néstor, en aquellas circunstancias fatídicas que sacaron lo mejor de la política como constructora de una identidad fuerte, con impronta latinoamericana; que nos hicieron una sociedad más justa, independiente y mejor para vivir.

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