Tras el fallecimiento del Padre Bachi de COVID-19 el 28 de agosto de 2020, lo homenajeamos con esta nota de hace unos años atrás. Su obra como sacerdote lo transformó en el referente de Villa Palito, una comunidad que alberga a más de 1500 familias.
Por Marvel Aguilera.
*Nota y entrevista realizada en el año 2015.
En 1995 el barrio de Villa Palito, en la localidad de San Justo, sufría graves problemas estructurales como consecuencia de las políticas neoliberales implementadas por el gobierno menemista. El Padre Basilicio “Bachi” Britez volvía a las calles que lo vieron crecer, donde había jugado a la pelota y escuchado por primera vez la palabra de Dios, tras su primera experiencia sacerdotal en la ciudad de Cañuelas. Luego de 20 años, gracias a la obra del padre y la colaboración de los vecinos, Villa Palito, hoy barrio Almafuerte, es uno de los asentamientos más urbanizados del país. “El cambio fue sustancial en la estructura comunitaria, cambió la realidad de las familias”, comenta el cura de la ex Palito. A partir de una parroquia que alimentaba a 30 niños, se construyó un comedor que hoy brinda almuerzo y merienda a 700 personas; la escuela de oficios donde los jóvenes aprenden carpintería, electricidad, albañilería, entre otras profesiones; el Centro de Desintoxicación, que empezó en la propia casa del padre; y, hace unos meses, el Centro de Acceso a la Justicia. “Cuando empecé como sacerdote no estaba en mi cabeza lograr todo lo conseguido, fue el grito del pueblo lo que lo movilizó”. Y agrega: “La idea es acompañar al hombre en toda su completitud: cuerpo, alma y mente”.
En una sociedad contemporánea de consumo y donde, como dice Zygmunt Bauman, se predispone a actuar de manera materialista y egoísta, la figura del padre “Bachi” recupera los valores del movimiento tercermundista y brinda un halo de esperanza a esos jóvenes que el sistema prefiere ignorar.
En Villa Palito usted se transformó en el referente barrial, la persona que cuida, orienta y contiene a cada vecino de la comunidad; es lo que en política se suele definir como líder carismático. ¿Cree que su trascendencia tuvo que ver con romper ese molde de cura evangelizador resguardado en una iglesia?
El ser sacerdote no implica que pueda entablar amistad con las personas, y mi función hoy en Villa Palito tiene mucho que ver con la amistad: poder escuchar al otro, compartir una comida, acompañarlo en sus problemas. La tarea del sacerdote no puede sólo remitirse a lo sacramental, el mismo barrio reclama que uno tome otra actitud. Por eso trato de transmitir mis conocimientos a los más jóvenes, para que tengan otras oportunidades y puedan ampliar su horizonte de expectativas.
Tiene una gran admiración por la figura del padre Carlos Mugica, incluso en su ordenación citó una oración de él: “Señor, sueño con morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos”. ¿Cuáles son los valores de él que lo impulsaron a comprometerse con los que menos tienen?
El padre Mugica fue un hombre que se puso al frente de toda una comunidad y caminó con ella. Villa Palito era un barrio herido y marginado, las personas tenían una perspectiva de vida muy corta. Mugica, al igual que monseñor Angelelli, me transmitió el sentimiento de dar la vida por el otro, de ser la voz de los que no la tienen. La clave es entender que, más allá de nuestra palabra, hay que arremangarse la camisa y continuar escribiendo la historia que ellos empezaron.
Según la asociacion Madres contra el Paco, en el conurbano bonaerense mueren 40 chicos por mes debido al consumo de drogas. ¿La situación que le toca vivir cada día es consecuencia de la caída de un modelo de sociedad exitista que se impuso desde los sectores dominantes?
Vivimos un tiempo en donde prima el consumismo y se nos quiere imponer una idea de egoísmo universal. Hay que volver a darle al ser humano su lugar, dignificarlo. El hombre no puede estar al servicio de los grandes poderes sino que todo tiene que estar al servicio de él. Lo dijo el Papa Francisco, “esta civilización se pasó de rosca”. Todos somos un poco responsables de lo que sucede, y eso tiene que ver con olvidarnos del que tenemos al lado.