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Caza de brujas y resistencia popular en Andalgalá

La semana pasada detuvieron a doce pobladores en Andalgalá, Catamarca, que se habían manifestado en contra del proyecto megaminero MARA. Sin causa y sin garantías mínimas. La movilización se multiplicó en el pueblo y en todo el país reclamando la libertad de lxs presxs y haciendo eco al reclamo histórico: ¡El agua vale más que el oro!


Por Marvel Aguilera. Fotos: Soledad Castro y Marianela Gamboa

Toda caminata sostenida a lo largo de los años se transforma en un ritual. La que llevan a cabo los integrantes de la Asamblea El Algarrobo no es una excepción. Cada sábado, entre la zozobra del viento o el clareo de un sol impoluto, los vecinos y vecinas de Andalgalá avanzan, a paso firme, convencidos de que el negocio de explotación megaminera es un camino atroz, una caída libre hacia la perdición para la comunidad en su conjunto. Andalgalá no es una ciudad menor, cuenta con 20 mil personas y ocupa el centro-norte de la provincia de Catamarca, a más de 200 km de la capital provincial. Una región de superficies quebradizas, de faldeos serranos, de laderas bajas que aprovechan las esporádicas corrientes que se deslizan por los acuíferos para generar diversos tipos de cosechas.

Pero, esta vez, la caminata número 548 fue distinta. El ritmo pacífico y la cadencia tenue que solía acompañar las marchas se impregnó de un cierto matiz sombrío, una sensación de amenaza que refulgía entre los cuerpos y que estalló de sopetón en diversos episodios de violencia de personas ajenas al grupo que intercambiaron quemas y destrozos contra la sede del oficialismo y las oficinas de la firma Agua Rica, la minera perteneciente a la multinacional canadiense Yamana Gold. Algo raro había pasado. Pero tal vez la respuesta esté en los días previos, en los sucesos acontecidos durante el Día Mundial del Agua, en donde algunos integrantes de la caravana ambientalista advirtieron unos movimientos extraños en los caminos comunales de Potrero y Choya. Allí, una máquina perforadora se hacía paso ilegalmente para llegar hasta Aconquija. Rápidamente, parte de los manifestantes bloquearon el acceso, queriendo defender una ordenanza de prohibición por la que tanto habían luchado durante años.

Como es lógico, la reprimenda no se hizo esperar: el lunes posterior, la policía provincial, a partir de la orden de la Fiscal subrogante Soledad Rodríguez, ex abogada de las mineras, realizó fuertes allanamientos y detenciones arbitrarias a miembros de la asamblea. El grupo antimotines Kuntur entró a sus casas, destruyó sus bienes personales y plantó pruebas para criminalizar a los manifestantes. Siete vecinos fueron detenidos, ¿causa? No importaba, ya eran sospechosos por haber participado de la masiva marcha del sábado.

“Desde el Día del Agua ya se venían haciendo acciones por parte de la Asamblea, luego sucede esto y comienzan las sentadas pacíficas por parte de Mujeres del Silencio, que es un grupo de mujeres de la asamblea de vecinas de Andalgalá que caminan pacíficamente por las calles principales del pueblo manifestándose. Pero esta vez solo fueron sentadas frente a la oficina. El sábado ya era otro el clima, y el día lunes comenzó esta persecución en la que la policía de la provincia ingresó a los domicilios, violentamente, con los procedimientos de allanamiento, entre ellos en mi casa. Rompieron las puertas, levantaron todo. Sumado a eso, a mi mamá la tiraron al piso con las manos en la cabeza, a mi sobrino de ocho años lo hicieron arrodillar, también a mi hermano lo golpearon y tiraron al piso. El allanamiento fue muy violento. Luego, de mi casa se llevaron como “evidencias” telas y guatas que utiliza mi mamá, que es costurera. Estaban encontrando la manera de acusar, de inventar una causa. Veremos qué pasa a medida que transcurre el tiempo. Los compañeros continúan detenidos, son doce en total. El día lunes fueron siete los detenidos, y el día miércoles se realizaron otros allanamientos en los cuales había compañeras de la radio El Algarrobo, a las que se les secuestró computadoras, celulares, y perdimos ya contacto con la parte de prensa. Por el momento solo sabemos que continúan detenidos y van a estar investigando hasta diez días aproximadamente. El compañero Aldo Flores que tiene 72 años está detenido en su domicilio, al igual que la compañera Sara Fernández, que se la llevó a su domicilio al no haber en Andalgalá Comisaria para la mujer”, relata Fabio Paz, integrante de la Asamblea y de la Radio El Algarrobo.

“La posible activación de Agua Rica, ahora fusionada con La Alumbrera en el proyecto MARA, no solo traería contaminación a los ríos que la empresa necesita para cimentar su caudal productivo de oro, cobre, plata y molibdeno, para los que precisa 300 millones de litros de agua por día; sino que también reduciría a la mitad el acceso al agua de los vecinos y granjeros de Andalgalá, perjudicando considerablemente el desarrollo de la fruticultura y la ganadería”.


La narrativa de las mineras generadoras de trabajo no es nueva, lleva 24 años en la ciudad. Es parte de una historia antigua que se repite y renueva a medida que pasan los años y los gobiernos de turno. El primer relato se dio cuando apareció en la región la minera La Alumbrera prometiendo desarrollo y trabajo para los vecinos y vecinas. El neoliberalismo estaba en su apogeo. El mismo Carlos Saúl Menem se hizo presente para promocionar la llegada de los capitales que vendrían a transformar a Andalgalá en una ciudad modelo para el desarrollo del país. Seis mil puestos de trabajo, un barrio para cinco mil personas, un Hospital de Alta Complejidad y hasta la posibilidad de usar el cráter para la actividad pesquera. Dos décadas después, nada de eso pasó. Los números de pobreza y la falta de desarrollo continúan profundizándose en medio del colapso mundial. De hecho, el oeste catamarqueño que incluye Andalgalá, Belén y Santa María, es de los territorios más pobre del país, con sumas dificultades para acceder a sus derechos básicos.

In Argentina we trust”, dijo alguna vez Peter Marrone, el CEO de Yamana Gold. Quizás un cliché empresarial pero, ¿en qué se basaba esa confianza palaciega? Tal vez haya que entender una cuestión desde el plano global. La crisis económica y social que trajo la pandemia de Covid-19 abrió la puerta en buena parte de los países del planeta para que la industria minera ocupe un lugar preponderante como actividad “esencial” y pueda utilizar el extractivismo, con consecuencias devastadoras para el ambiente. El informe realizado por varias organizaciones ambientales como Earthworks y Miningwatch Canada, basada en reportes y artículos de los países afectados, determinó que las empresas mineras han aprovechado la pandemia para avanzar en marcos regulatorios que multipliquen su accionar y sus ganancias, poniendo en peligro la salud de las comunidades. En Argentina, además de en Agua Rica, Yamana Gold opera con yacimientos en Cerro Moro de Santa Cruz, en Gualcamayo de San Juan, y en Suyai, mejor conocido como El Cordón de Esquel. En esta última, a pesar de las leyes de bosques y glaciares, y del plesbicito que prohibió la actividad en 2003, los intentos de la multinacional por activar la explotación no cesan y la han llevado a asociarse con IRSA de Eduardo Elzstain para encontrar una fisura legal que les permita modificar las normativas de explotación minera en la región.

Agua Rica Para Ricos

“En el año 2016 el pueblo de Andalgalá consigue un amparo ambiental favorable que decía que el proyecto Agua Rica era inviable ambientalmente. Luego, en el mismo año, se consigue una ordenanza de prohibición de la megaminería en la naciente de los ríos de Andalgalá (029/2016), que es de índole municipal. Ambos elementos siguen hasta el día de hoy en vigencia. El primero fue apelado por la minera y está todavía sin resolución. Y lo mismo pasa con la ordenanza, que el gobierno de Catamarca en la figura de Raúl Jalil, con la complicidad de la Corte Suprema de Catamarca, lo declara inconstitucional. Cuestión que es apelada por la Asamblea y el municipio de Andalgalá que es quien lo había dictado. Es decir, ambas situaciones legales están todavía vigentes. ¿Y qué hace la minera para tratar de sobrepasar el amparo ambiental de la Corte Suprema de Justicia de la Nación? Cambia de nombre, entonces ahora es proyecto MARA”, explica Rosa Farías de la Asamblea.

La posible activación de Agua Rica, ahora fusionada con La Alumbrera en el proyecto MARA, no solo traería contaminación a los ríos que la empresa necesita para cimentar su caudal productivo de oro, cobre, plata y molibdeno, para los que precisa 300 millones de litros de agua por día; sino que también reduciría a la mitad el acceso al agua de los vecinos y granjeros de Andalgalá, perjudicando considerablemente el desarrollo de la fruticultura y la ganadería. Una zona que de por sí debe sufrir las consecuencias de las fuertes sequías, las cuales pueden extenderse incluso por meses.

La contaminación es uno de los principales fundamentos de la Asamblea y también la experiencia que ya se ha tenido con la minera La Alumbrera, con la que pueblos pequeños pasaron a ser fantasmas. La gente que vivía ahí tuvo que abandonar por la escasez de agua y por la contaminación que se ocasionó en el lugar”.

“Uno de los ríos más importantes que es el Río Minas está cerca del emprendimiento y se vería fuertemente afectado. Hay que tener presente también lo que es la minería a cielo abierto, el tipo que explosiones que genera y el polvo que se levanta luego, que llegaría al pueblo de Andalgalá y a pueblos vecinos. Entonces, la contaminación es uno de los principales fundamentos de la Asamblea y respecto a la experiencia que ya se ha tenido con la minera La Alumbrera, con la que pueblos pequeños pasaron a ser fantasmas. La gente que vivía ahí tuvo que abandonar por la escasez de agua y por la contaminación que se ocasionó en el lugar”, remarca Fabio.

Si bien la empresa afirma que el proyecto se sitúa a 25 km al norte de Andalgalá, el informe técnico de estudio e impacto ambiental (Expediente D1112/2019) demuestra que en realidad se encuentra a 17 km. Asimismo, la resolución de la Secretaría de la Minería de la Provincia dictó resoluciones en las que obliga a coordinar con vialidad un by pass en el camino de acceso a minero para evitar que Agua Rica pase por la localidad de El Potrero e involucre a los sectores urbanos de la ciudad. No solo eso, sino que la cartografía utilizada por la minera omite el impacto que produciría en el Río Minas, a su vez que no presenta un mapa de las subcuencas y de la geomorfología correspondiente. La minera tampoco brinda información técnica que justifique que la distancia con el glaciar de escombros en el Cerro Negro no implicará una destrucción de las estructuras periglaciares y omite realizar un análisis cuantitativo de los servicios ambientales, desde la absorción de dióxido de carbono, la producción de oxígeno y la cobertura de sostén del suelo, que son claves para la preservación de la flora en la región. En el mismo sentido, tampoco hay una consideración hacia los pueblos originarios que habitan en parajes cercanos al proyecto, los cuales viven un proceso de recuperación de su identidad desde el año 2001, que en la provincia ya forman parte del 1.9% del total de la población y son más de 400 en la ciudad de Andalgalá.

Luchar por la vida y por la libertad

La nueva caminata del sábado pasado fue multitudinaria, partió desde la plaza principal hasta la comisaría donde aún permanecen los doce compañeros detenidos. Con tambores y sicuris de por medio, los vecinos y asambleístas buscaron hacer sentir acompañados a quienes debieron sufrir el castigo por querer defender los recursos naturales que son esenciales para la vida y el desarrollo de la comunidad. Los familiares de los detenidos hacen guardia en la puerta de la comisaria. Exigen las garantías mínimas. La frustración y el enojo son grandes, pero también el miedo por la fuerte vigilancia que asola a la ciudad.

Fabio Paz explica las sensaciones de lo que se vive en estos días: “Hay un cierto miedo en Andalgalá después de tanta presencia policial, de tanta violencia con la que se han manejado. Por eso la pasada del ejército fue otro susto más, porque no se sabía a qué iban al pueblo. Eso causó un cierto revuelo ya desde las redes. Pero la situación permanece muy tensa por todo lo que fueron los allanamientos”.

Detrás de toda lucha siempre hay un conflicto de poder. Una puja por un modelo de país que cree en el bienestar colectivo, en una perspectiva humana de abordar los recursos naturales y distribuirlos; y otra que cree en el fortalecimiento a través de los lazos con los grandes poderes económicos, en una edulcorada teoría del derrame que pone en juego un par de docenas de puestos de trabajo como carnada, pero que sabe que la vida de sus pobladores en su mayoría pierde, se contamina, se deteriora, se destruye diariamente de la misma forma que el suelo y su biodiversidad lo hacen con la minería a cielo abierto.

Tal vez, en estos momentos, vale la pena recordar el coraje de los pueblos calchaquíes, en el germen de su lucha y en la conexión con la memoria de un pasado que se hace eco en este presente, que refuerza su identidad. Puede que allí, en las décadas pasadas de lucha continua de los vecinos y vecinas de Andalgalá por desprenderse de la megaminería, se encuentre la clave para que en esta realidad se pueda torcer la suerte de una ciudad que se niega a perder su mayor riqueza; es probable que la comunidad deba compenetrarse con ella, con el agua, ya que, como decía Lao Tsé, si bien puede ser mansa y sumisa, a la hora de atacar nada puede superarla.


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