
La nueva obra de Eloísa Tarruella presenta dos monólogos atravesados por la música y las sombras.
Por Pablo Pagés.
Dios ha creado las noches que se arman
de sueños y las formas del espejo
para que el hombre sienta que es reflejo
y vanidad. Por eso nos alarman.
Jorge Luis Borges, párrafo final del poema “Los espejos”
Lo que se ve en el escenario es un piano, tres figuras geométricas antojadizas sobre el piso y luces y sombras que alimentan la dualidad terrible de los mandatos familiares y de uno. En esta obra hay un dispositivo escénico que resulta sumamente atractivo, sumado a que la música del piano parte de “Las nocturnas” de Chopin. Todo este dispositivo colocado con la exquisita sobriedad de una dirección que piensa en el teatro como un punto de partida estético. Porque este punto no deja de ser una forma especular de decir y contradecir en función del argumento.
El núcleo narrativo existe por encima, por debajo y entre todas las partes. Porque estos dos monólogos que sobreviven forman la respuesta existencial de dos conflictos que parecen funcionar con el cruce de las yuxtaposiciones narrativas.
María Nydia Ursi-Ducó y Eloísa Tarruella, intérprete y directora respectivamente de Ribetes en tu piel rojos quedaron, un espectáculo que cuenta con la dramaturgia de Darío Bonheur. Hasta aquí se pueden ver los integrantes y comprender que esta junta específica tienen muchos ejes de laburo sobre y fuera de las tablas. Pero sobre todo está ese comienzo con “Las nocturnas”. Chopin puede dejarme al borde de hipnosis.
Desde el punto de vista lacaniano, con la familia como única responsable de la separación del goce, se prepara en el sujeto un entramado perverso entre las relaciones del hombre y la mujer. Ambos están puestos de un lado y del otro del espejo sin poder atravesarlo. Entonces el discurso del placer se encuentra en una repetición compulsiva y de un sinsentido agónico hacia la satisfacción desorbitada. Un laberinto quizá. Un laberinto formado por una cantidad de espejos que varían su cantidad de acuerdo al proceso onírico de cada cual en su constitución irrepetible. La metáfora se transforma entonces en una síntesis caprichosa y mañera que da lugar a los procesos creativos. Esta obra, creo, intenta mostrar esto, de forma exquisita.

Doble de cuerpo
La fugacidad lacerante de las palabras de Ribetes en tu piel rojos quedaron provocan cierta inquietud que se pasea con la lacónica voz de la melancolía. Sí, incómoda. Menos mal que todo se encuentra sostenido a la perfección con un andamiaje estético sutil y narrativo. Pensar o ver pensando los nostálgicos recuerdos de los monólogos cruzados y entrecruzados provoca algo parecido a la tristeza en una instancia de ternura.
Es una obra para abrir los sentidos y, posiblemente, verse espejado en la misma.
A todo esto se suma Hasta Trilce, el espacio tan lleno de objetos, con tanta madera, con tan elegante decoración. Un espectáculo dentro del espectáculo.
Vayamos a saborear esta obra que trabaja la metáfora de lo que se refleja en el otro y la tentación de abandonarse al infinito abismo de lo parecido e inquietante.
Ribetes en tu piel rojos quedaron
Teatro Hasta Trilce, Maza 177 CABA
Domingos 18 hs – Duración: 60 minutos
Ficha Artística y Técnica
Actúa: María Nydia Ursi Ducó
Música en Escena: Florencia Caruso
Diseño de Escenografía: Sabrina Lopez Hovhabnessian
Realización de Escenografía: Julieta Muro Frangi
Diseño de Vestuario: Sabrina Lopez Hovhabnessian
Diseño de Iluminación: Carolina Rabenstein
Diseño Gráfico: Juan Reato
Fotos: Adrián Arellano
Director Audiovisual: Cristian Holzmann
Prensa y Comunicación: Valeria Franchi
Asistencia de Dirección: Alejandro Charo
Producción Ejecutiva: Ale García
Dramaturgia: Darío Bonheur
Dirección: Eloísa Tarruella