La nueva obra de Mariana Cumbi Bustinza recrea el clásico de Macbeth con un musical que cruza los agites de los barrios populares y las ilusiones de progreso en medio del desamparo.
Por Pablo Pagés. Fotos: Sol Schiller
Hay una Argentina plebeya, indócil, que siempre se resiste a quienes buscan aquietar sus agites, los desbordes que nacen en esa marginalidad enraizada por años de exclusión. Son las fibras de un coraje desobediente de los poderes de turno y políticas de focus gropus. Un pueblo que ajusta sus problemas por otras vías, en lo que dicta la calle, en la ley del aguante. Pero una violencia que, lejos de ser el foco, es un destello de otra violencia repetida que busca borrar sus identidades, su lugar en el mapa, sus formas de vida.
Mariana Cumbi Bustinza recrea en Turreo Místico esa atmósfera barrial de lucha por el poder, en un musical que cruza el sonido urbano con la jerga picante de las calles. Una obra donde la ambición, en pibes y pibas atravesados por una sociedad exitista que repele lo solidario, es la trampa de una violencia irrefrenable cuyo único final es la traición y la muerte.
“Se sobrevuela a través de un infierno que no tiene divisiones ni profundidades, solo es un río pesado de lava hecha de basura y desechos arrojados a mansalva por esta sociedad de consumo”.
Entre Shakespeare y Foucault
Los vínculos de poder que dirimía nuestro más brillante dramaturgo se situaban en un contexto histórico lastimado por las ambiciones y las guerras intestinas entre los reinados de Europa. ¿Cómo se transpola esto a un contexto social contemporáneo? De la siguiente forma: este lugar es la metáfora adulterada por la “falopa” de la libertad dentro de este sistema, y esta libertad pretende escapar a las coacciones del capitalismo. Por eso lo de místico, por eso lo de romántico y por eso lo trágico del asunto.
La tragedia seguirá siendo, en este caso, la pobreza. Es cierto, pero también la imposibilidad de romper sus cadenas ante la falta de oportunidades para todos, y en que las únicas salidas posibles transforman la realidad en una guerra de unos contra otros.
Memorias del subsuelo
En esta amalgama de pequeños héroes y grandes tumbas, se sobrevuela a través de un infierno que no tiene divisiones ni profundidades, solo es un río pesado de lava hecha de basura y desechos arrojados a mansalva por esta sociedad de consumo. Una que ha perdido la vista sobre la vida misma. Ajena a los problemas de los que quedan afuera de este circo que se llama “sociedad”.
Se mide el amor por una necesidad tácita de calmar la soledad fría en una noche eterna. Todo desespera porque se siente que nunca va a cambiar y las cosas van a pasar de manos como una posta de desencantados.
Al ritmo irrepetible de los neurotransmisores que se segregan en abundancia por el clorhidrato de cocaína cortada, no existe final ni posibilidad de escape en este laberinto hecho de maderas, cuchillos de presidio y bebidas al paso. Todo ese RKT se baila en esta dulce agonía de los que no tienen posibilidades.
El espacio escénico está construido por palets puestos de diferentes formas, dando una sensación de fragilidad. Se accede a la escena por tres lugares. Uno es el del medio por donde habitualmente parecen dirimirse las cuestiones de poder y los entramados que dan textura al cuerpo dramático. Los otros dos son por los costados. Espacios de acceso donde se confabulan los planes, donde se venden drogas, donde se escapa por las puertas laterales. Toda esta composición escénica va de la mano de una forma coral en que se ubican los personajes de acuerdo a su posición en la villa.
Es muy atractivo ver a los actores y actrices cantar a capela una música cumbiera, pero con una letra trabajada que va de acuerdo con lo que sucede. Estos momentos de coro cumbiero son muy intensos y demuestran cierta manera de exorcizar el destino inevitable de esta historia que se repite siempre como tragedia.
La iluminación cuenta con un dispositivo de luces cálidas que marcan las escenas por apagones, en una negrura donde se transgrede el cambio.
Esta sala, que se encuentra en el Cultural San Martín, está en el último subsuelo. Tal vez, digo, fue pensado para mostrar esta realidad, que en la realidad misma, transcurre por los lugares más bajos y olvidados de este mundo enloquecido.
FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Autoría: Mariana Cumbi Bustinza
Actúan: Citt Abril, Julieta Álvarez, Carmela Carreras, Solange Ailen Chilinski, Antonella Fittipaldi, Facundo Furque, Francisco Jalil, German Matias, Sofia Moro, Mariel Neira, Martin Rieta, Braian Ross, Angie Saenz, Patto Santa Cruz, Rodrigo trip, Agustín Vera
Vestuario: Mariana Cumbi Bustinza, Ornella Fazio
Escenografía: Gabriella Gerdelics
Iluminación: Gustavo Lista
Redes Sociales: Ornella Fazio
Música: Facundo Salas
Fotografía: Martina Bajour
Asistencia artística: Iti El Hermoso
Asistencia de dirección: Ornella Fazio
Producción: El Cultural San Martín, Mariana Cumbi Bustinza
Coreografía: Marina Paiz
Realización: El Cultural San Martín
Dirección: Mariana Cumbi Bustinza
El Cultural San Martín – Sarmiento 1551, Sala 3. CABA.
Funciones: Jueves y Viernes a las 20:30 hs.