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Valeria Cervero: “La palabra poética puede ser el relámpago que ilumina todo por un instante”

Tras la publicación de su más reciente poemario, Ctalamochita (Barnacle, 2020), hablamos con esta poeta que además es divulgadora de poesía, promotora de la lectura y participa activamente de distintos proyectos vinculados a la palabra poética.


Por Nicolás Igolnikov. Foto: Nicolás Mendez Casariego

Valeria Cervero nació en 1972 en Buenos Aires, ciudad donde vive. Publicó cadencias (edición de autora, 2011); el libro-álbum escondidas (Ediciones del Eclipse, 2013), en coautoría con la ilustradora Vivi Chaves; el agujero negro de lo dicho (plaqueta) y equilibristas (Colectivo Semilla, 2014); Sin órbitas (El Ojo del Mármol, 2016); madrecitas (Barnacle, 2017); Seres pequeños (Hemisferio Derecho, 2018); Sibilejo (Editorial Maravilla, 2018) y Ctalamochita (Barnacle, 2020). Compiló Poeplas. Antología de poesía argentina para chicos (e-books; vol. 1, Poesía Argentina, 2013; vol. 2, Op. cit, 2017). Desarrolló diversos proyectos de difusión de poesía y crítica, de manera individual y colectiva. Desde 2013 lleva adelante el blog De lo que no aparece en las encuestas, antología de poesía editada recientemente en el país, que en 2020 se ha incorporado a la revista de la Biblioteca Virtual. Integra el staff de la revista digital de poesía Op. cit. y es una de las organizadoras de Poeplas, ciclo de poesía para las infancias. 


Valeria, integrás una amplia variedad de actividades de difusión cultural. ¿Cómo hacés? 

Me cuesta ponerme límites en relación con las cosas que me interesan o que siento necesarias. Salvo en períodos que me resultaron complicados, suelo tener un ritmo bastante intenso. Desde chica fui de participar de muchas actividades y espacios a la vez, así que estoy acostumbrada a eso. 

Este año sumaste la vuelta de tu blog de poesía “De lo que no aparece en las encuestas”. Contanos un poco de su trayectoria.

Durante enero y  febrero de 2013 realicé cien notas de facebook con selecciones de libros de poesía publicados en el país durante el año previo. Las notas llevaban el título De lo que no aparece en las encuestas y trataban de mostrar algo de la diversidad de lo que se venía publicando, frente a una difusión que por lo general era acotada y no hacía visible esa heterogeneidad. Meses después, siguiendo la sugerencia de amigues, reuní todo ese material en un blog. En un principio eso iba a ser todo; pero como la recepción del proyecto fue muy buena, decidí continuar con la difusión de novedades de poesía. Así surgió el segundo blog: De lo que no aparece en las encuestas 2, en el que publiqué ya directamente en el blog selecciones de libros editados desde 2013 en adelante. En agosto de 2017 dejé de actualizarlo por distintas razones. Hasta ese momento había incluido textos de 420 poetas, 580 libros y más de 150 editoriales de la Argentina. El criterio que mantuve fue el de mostrar esa diversidad que mencioné, más allá incluso de mis preferencias. 

Este año, a partir de la pandemia, decidí retomar la actualización del blog, que rebauticé De lo que no aparece en las encuestas (nueva temporada); vengo incorporando sobre todo lecturas de libros de 2020 y 2019.

¿En caso de tener tiempo hay algún otro proyecto que quisieras volver a traer?

En realidad si tuviera más tiempo, profundizaría proyectos a los que no les puedo dedicar todo lo que querría o abordaría otros que por ahora son sólo una idea, como una editorial cooperativa de mujeres.

Dentro de este amplio rango de actividades se encuentra la redacción en Op. Cit. junto a José Villa. Contanos un poco de la trayectoria de esta revista.

La revista Op. cit. surgió como forma de continuar algo de lo que fue el proyecto de Poesía Argentina, un sitio que abarcaba varias áreas, entre las que estaba la revista virtual con el mismo nombre. Lo habían iniciado José Villa y Juan Desiderio en 2013, junto a una serie de colaboradores (en masculino porque en un principio eran todos hombres) que todavía hoy continúan participando en Op. cit. Yo me había sumado a Poesía Argentina poco después del comienzo del proyecto, que finalmente se truncó a finales de 2014. Un tiempo después, José le propuso al mismo equipo continuar con algo del trabajo que veníamos haciendo, pero centrándonos sólo en una publicación virtual. Así surgió Op. cit, a la que se fueron sumando nueves integrantes durante este tiempo. A finales de 2020 la revista cumple cinco años de intensa difusión de la poesía del país, latinoamericana y traducida. Buscamos incluir una amplia variedad de voces, lo recientemente publicado pero también inéditos, y además entrevistas y artículos que permitan profundizar sobre diferentes poetas. También realizamos dossiers sobre autores que ya murieron y que consideramos maestres para muches, como los de Irene Gruss y Mirta Rosemberg, o el que publicamos la semana pasada de Horacio Castillo.

Si tuvieras que mencionar tres maestres, ¿a quienes mencionarías? 

Me es difícil nombrar sólo a tres, pero quienes más me marcaron desde joven en la forma de concebir la poesía fueron César Vallejo, Susana Thénon y Augusto de Campos. Esto si pensamos como maestres a poetas que hemos leído.  

“La dirección siempre es otro mundo, que se construye día a día, milímetro a milímetro, sin limitarse a la supuesta comodidad de las vidrieras que nos ofrecen a cada momento.”


Hablemos de tu último libro, Ctalamochita, editado por Barnacle y salido recientemente. A título introductorio: ¿qué te llevó a adoptar la forma prosaica, quizás aforística?

Nunca había intentado el poema en prosa hasta ese momento y me parecía un desafío. Una posibilidad de trabajar la musicalidad del texto de otra manera. En general me propongo que cada libro sea diferente a los anteriores, que implique una nueva búsqueda. En el caso de Ctalamochita, abarcó el trabajo con el texto en prosa también.

En este libro conviven varias referencias a la “Cueva de los sueños olvidados”. Si esta se refiere a la del famoso documental de Werner Herzog, te pregunto: ¿Qué de este poético documental te convocó a la reflexión y/o a la referencia?

Sí, el poema 20 remite al documental de Herzog. Me maravilló todo lo que muestra, las escenas en la roca. Me hizo pensar en qué medida en este caso el olvido pudo ser una forma de protección, y que de alguna manera permite, más de treinta mil años después, descubrir cómo los sueños de hoy tuvieron su antecedente en los de entonces.

Hablar de sueños me remite a las infancias, y a tu trayectoria en relación a ellas que te llevó a, por ejemplo, co-producir el ciclo Poeplas de Poesía para las Infancias.

A veces existe el prejuicio de que a les niñes y jóvenes no les interesa la poesía, siendo que hay bastantes ejemplos que demuestran lo contrario. No sólo porque en el aprendizaje de la lengua están directamente vinculades con la poesía –como diría David Wapner, son les primeres poetas–, sino porque además existen muchos proyectos de poesía con chiques. En todo el territorio de nuestro país hay experiencias muy ricas de talleres de poesía en escuelas, bibliotecas, librerías, espacios culturales en barrios, etc. Desde 2010 se realiza además el Festival de Poesía en la Escuela, que viene desarrollando una importante tarea y reúne cada año a un montón de poetas y docentes que abordan la poesía con les más jóvenes. 

En el caso de Poeplas, con mis compañeras pensamos en un ciclo para encontrarnos y compartir, hacer circular la poesía con infancias diversas. Este año ideamos un proyecto de difusión en las redes que llamamos Minuto Poeplas. Muches autores y mediadores se sumaron con videos de lecturas de poesía que hasta han empezado a circular por espacios inesperados. 
Por otro lado, si bien se edita menos poesía que narrativa para chiques y jóvenes, en los últimos años surgieron pequeños proyectos editoriales que realizan una interesante apuesta con la inclusión de la poesía en sus catálogos. Tal vez el desafío siga siendo en ciertos casos una apertura a publicar más autores nueves o bien no tan conocides dentro de lo que es la literatura para les más jóvenes. También la mayor difusión de las editoriales alternativas. Desde Poeplas, al incluir ferias de libros en los eventos del ciclo y difundir distintos materiales en las redes, aportamos nuestro granito de arena a favor de esa bibliodiversidad.

Foto: Ceci Levit

¿Qué mitos conviven en torno a esta poesía, además de, como decís, la presunta falta de interés de les jóvenes?

Existe la idea de que tiene que ser una poesía limitada a ciertos temas o dedicada a enseñar determinados valores. También la creencia muy extendida de que se trata de un “género menor”. Esto limita tanto la escritura de reseñas como de críticas valiosas sobre este tipo de producción poética. Por suerte hay cada vez más autores que se alejan de esa concepción y lo que priorizan es el trabajo con la lengua.

Volviendo a Ctalamochita coexisten preguntas punzantes
¿Dónde comienza el vuelo y dónde es puro simulacro de sí mismo? (9)
y los enunciados precisos
La miseria es la otra cara de lo que devenimos (8)
en torno a la palabra y lo literario (en tanto fenómeno artístico y social), que sugieren una búsqueda: ¿De qué?

La búsqueda de base siempre apunta al trabajo con la palabra y, en este caso, también la de pensar en las posibilidades y dificultades de la escritura. Eso en lo que hace al libro en general. Los versos que apuntás surgieron más bien como mirada sobre la vida.  

El texto 24 del libro
La belleza no se separa del mundo. El sonido del agua es el sonido del primer día. Tal vez por eso no sabemos qué decir. Las palabras fluyeron hasta quedarnos sin nada.
me produce preguntarte: ¿Cuál es la función de la palabra poética? O mejor, quizás: ¿Cuál es la operación poética posible frente a una belleza inseparable del mundo?

La palabra poética puede ser el relámpago que ilumina todo por un instante. Sin embargo ese instante tiene sus ecos, por lo general impredecibles, que vienen a cuestionarnos la visión del mundo.

Por último: en el texto 55 leo una posición poética:
Abrir los pliegues para continuar. Insistir con lo que somos, más allá de lo plano. Detrás de las obviedades que nos hacen, están los matices con que alumbramos un mundo. Lo que prospera si lo dejamos ser.
¿De dónde viene? ¿Hacia dónde va?

Es una posición política también. La dirección siempre es otro mundo, que se construye día a día, milímetro a milímetro, sin limitarse a la supuesta comodidad de las vidrieras que nos ofrecen a cada momento.


Valeria Cervero, a su vez, participa de Poetas por el Derecho al Aborto Legal y de Sangría, colectiva contra la violencia machista en el ámbito de la palabra. Su vasta experiencia de trabajo, de la cual esta nota pretende formar una somera idea, se mantiene en consonancia con un férreo posicionamiento y una lectura atenta y certera de lo que acontece tanto en el mundo literario como en el que lo excede. 


Valeria Cervero
Ctalamochita
Barnacle
2020

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