La investigación que realizó Romina Zanellato, con un arduo trabajo de archivo, entrevistas a artistas clave y un notable marco teórico pone la luz intérpretes, compositoras y músicas olvidadas o segregadas a fuerza de discriminación o destrato. Una urgencia de investigadoras y críticas en todo el planeta para echar luz sobre las pioneras.
Por Laura Bravo.
“Te enseñan que la única forma de tener el poder de una estrella del rock como mujer es ser una groupie y desnudar tus pechos y ser la elegida de la noche. Aprendemos que la única forma de entrar en algún lugar es a través de un hombre. Y es una mentira”.
Kathleen Hanna
En palabras de su autora, Romina Zanellato, Brilla la luz para ellas: Una historia de las mujeres en el rock argentino 1960-2020 surge tras una cena con amigas en la que intentan responder quiénes fueron las mujeres pioneras del rock local. A partir del vacío y los datos fragmentados que arroja aquella primera exploración nace la idea de recuperar estos nombres como homenaje y agradecimiento.
El periplo que Zanellato propone está enmarcado en la historia sociopolítica argentina de la segunda mitad del siglo XX y las dos primeras décadas del nuevo milenio. En ese extenso período se sucedieron transformaciones culturales, innovaciones en los mecanismos de difusión y comercialización de la música y, además, cambios en los hábitos de consumo.
El recorrido comienza en los ’60 donde la condición de musa convive con la imposibilidad de ser música de rock. Las chicas pueden pertenecer al entorno de las bandas pero solo de manera lateral desarrollando algún trabajo de cuidado, como guía espiritual o eventual pareja o compañera sexual. Algunos de los nombres que se mencionan son los de Danais Winnycka, Diana Lengua Negra y Cristina Plate. En simultáneo, se comienza a comercializar la píldora anticonceptiva.
” El recorrido comienza en los ’60 donde la condición de musa convive con la imposibilidad de ser música de rock. Las chicas pueden pertenecer al entorno de las bandas pero solo de manera lateral desarrollando algún trabajo de cuidado, como guía espiritual o eventual pareja o compañera sexual”.
En los ’70 las chicas consiguen subirse al escenario pero para esto deben enfrentar los mandatos vigentes, maternar en soledad y cantar a la sombra de un varón cis que opera como estrella convocante. En este contexto, suenan las voces de Gabriela, Carolina Fasulo, Martha Defilipo y María Rosa Yorio. Desde la prensa especializada aparecen preguntas respecto al lugar de las mujeres en la voz de la poeta Diana Bellessi desde Expreso Imaginario.
Los ’80 están signados por la Guerra de Malvinas y el regreso a la democracia. Mujeres representativas de estos años son, desde el rock duro y catártico: Leonor Marchesi y Patricia Sosa; desde el pop: Viuda e Hijas de Roque Enroll. Las Bay Biscuits, por su parte, son exponentes de una escena más performática que transcurrió en ámbitos como el bar Einstein, el Parakultural o Cemento. Un hito de esta época es la entrevista en que Sandra Mihanovich y Celeste Carballo cuentan que son pareja y visibilizan identidades no heteronormadas para el gran público que lo mira por TV.
La continuidad de la democracia que sucede a Alfonsín, acompañada por el estallido massmediático que caracteriza a esa década generan otros espacios y dispositivos de difusión de ideas. Zanellato señala que en los ’80: “las mujeres crecieron tanto como el feminismo en el marco de los movimientos sociales”. Logros como el divorcio vincular, la patria potestad compartida, o la equiparación de hijos matrimoniales y extramatrimoniales hubieran sido impensables en décadas previas.
El documental 20 Feet from Stardom narra la historia de talentosas coristas como Darlene Love, Judith Hill, Merry Clayton, Lisa Fischer y Tata Vega. Estas artistas, de las que no siempre reconocemos los nombres, ponen sus voces en canciones que recordamos como interpretadas por stars hegemónicas como Rolling Stones, Michael Jackson, Prince o Sting. Este papel secundario, además del bien simbólico fama, les arrebata beneficios económicos y las eterniza como empleadas baratas del business. Algunas de las mujeres que hicieron el pasaje de coristas a protagonistas en nuestro país son Claudia Puyó, Celsa Mel Gowland, Isabel de Sebastián, Fabiana Cantilo; un tránsito no exento de costos financieros y emocionales.
En paralelo, crece la cifra de mujeres instrumentistas y emergen bandas punk integradas por mujeres, quizás porque, como asegura Virgine Despentes, “El punk rock es un ejercicio a través del cual se dinamitan los códigos establecidos, especialmente los de género. Aunque solo sea porque nos alejamos físicamente de los códigos de belleza tradicional”. El fanzine vehiculiza ideas a bajo costo, Resistencia de Pat Pietrafiesa es un buen exponente, la autogestión asoma con fuerza, la crítica a las instituciones capitalistas y patriarcales se vuelve más visceral.
La primera parte del libro, titulada: “Las pioneras del rock” termina en la transición hacia los neoliberales ’90 para dar paso a “La nueva generación”, camada a la que pertenecen Rosario Bléfari, María Fernanda Aldana, Sugar Tampaxxx, las She Devils, Las Ligas Menores y quienes las siguieron en la línea de tiempo, las que el imaginario contemporáneo identifica con el estallido de la marea verde que tomó las calles en 2015.
La perspectiva de género en las industrias culturales en general, y en la industria de la música en particular, es un hecho reciente. La tradición del sector se caracterizó por la inversión, promoción y financiación de proyectos de varones cis, la ausencia de políticas de igualdad para la retribución y los beneficios, la carencia de apoyaturas para embarazo y maternidad y la falta de mujeres e identidades LGTBIQ+ en los roles de toma de decisión. Esto tuvo su correlato en los oficios y profesiones técnicas que circundan al rock, entre ellos las fotógrafas y las técnicas de sonido que Zanellato menciona.
En la dinámica del libro es frecuente que mujeres y otras feminidades aparezcan en una década en una posición periférica y reaparezcan en otra década en el centro de la escena. Estos desplazamientos son congruentes con los logros del movimiento feminista y los colectivos LGTBIQ+ desde 1960 hasta la actualidad. También con la progresiva formación de una audiencia que recibe con avidez estas propuestas.
Los abusos, los escraches, el juicio y la condena a Cristian Aldana tienen su espacio en la historización, antes como impulsores de cambios en el público que como depuración de abusadores de la escena. Los pactos sexoafectivos machistas que pone al descubierto la web #YaNoNosCallamosMás evidencian distintos grados de violencia, la naturalización de privilegios y relaciones asimétricas. Como bien señala la autora, se trata de un nuevo paradigma, “sobre todo para las pibas, que lo militan y lo intentan implementar frente a la oposición de los sectores más conservadores del rock”.
El relato da cuenta de un arduo trabajo de archivo y un notable marco teórico. Las entrevistas traen al presente a intérpretes, compositoras y músicas olvidadas o segregadas a fuerza de discriminación o destrato. El objeto que Zanellato persigue, iluminar mujeres, lesbianas e identidades trans y no binarias, no es excluyente del rock. Pilar Ramos, desde Chile, asegura que la musicología: “apenas ha reflexionado sobre la escasa presencia femenina en la música de vanguardia europea y norteamericana entre 1950 y 1980”. Es una urgencia de investigadoras y críticas a lo largo del planeta que se eche luz sobre las pioneras de los diferentes géneros musicales como tributo a tanta batalla desigual. En ese sentido este libro, más allá de las discusiones que pueda generar, es bibliografía obligatoria.
Romina Zanellato
Brilla la luz para ellas: Una historia de las mujeres en el rock argentino 1960-2020
Marea Editorial
2020