Literaturas

Invierno Sueco | Un viaje junto a René Descartes

Matías Wiszniewer invierno sueco René Descartes

Casa de madera señalada como de René Descartes, Egmond aan Hoef

Hace bastante tiempo que el comunicador, escritor y fotógrafo Matías Wiszniewer viene trabajando sobre la vida del mismísimo René Descartes. A través de viajes consultó a profesionales acerca del gran tema cartesiano y lo plasmó en esta novela a la vez objetiva e intimista.


Por Pablo Pagés. Fotos: Matías Wiszniewer

Invierno sueco es una novela de largo aliento, precisa, objetiva pero que no deja de lado al propio filósofo con todo su mar de dudas y miedos. Este trabajo le aporta a René algo de espiritualidad a su humana pero hermética existencia filosófica. De salto en salto por los jardines de las noblezas, fue invitado por la reina Cristina de Suecia a Estocolmo para que sea su profesor de filosofía. Así se daban las cosas en aquel tiempo. Los mecenas se escondían tras las enormes camas de sus amantes. El futuro llegaba como un sortilegio impredecible. Pronto vendría el nuevo mundo hecho de máquinas a vapor y nuevos ricos. El olor a esta promisoria circunstancia no se despega del libro.

El mundo necesitaba montarse tras paradigmas que pudieran estar muy cerca de la realidad. Comenzaban las ciencias duras a batallar para que las nuevas invenciones den paso al nacimiento de un Prometeo, aún demasiado flaco, pero que a fuerza de sangre y vapor conduciría a este globo a una suerte de modernismo agarrado de las orejas. En este marco de rigurosidad en los postulados aparecen hombres como Freud dibujando diagramas sobre cómo está compuesta el alma, pero aún le faltaba el desarrollo social moderno para que estas teorías pudieran funcionar con cierta elasticidad que permitiera conclusiones más abarcadoras y complejas.

Descartes fue un pionero en convencer a los nobles y cortesanos de la necesidad de una filosofía alejada de los pensamientos pesimistas y las divagaciones eclesiásticas. En este punto se lo puede considerar como alguien que, teniendo todo el escenario en contra, predica una verdad con aire de pastor evangélico, seductor y visionario. ¡El futuro llegó, todo un palo, ya lo ves!, diría siglos después Patricio Rey.

Matías Wiszniewer invierno sueco René Descartes
Número 6 de la calle Westermarkt, en Ámsterdam. La placa en el frente, de 1920, recuerda (en francés y en holandés) que allí, en 1634, vivió Descartes.

El libro maneja con una prosa muy prolija todo un repertorio en el que se ven plasmados los personajes, en una cuestión epocal muy agradable, con sus lugares y sus ideas. Pero lo más interesante es que el autor se vale de la forma o arquitectura de diario, quizás, para atraparnos en el pensamiento y en las motivaciones del pensador. Porque el mismo se vuelve protagonista, y en ese ir y venir de la puesta en escena del conocimiento de Matías Wiszniewer, tenemos a Descartes que comienza a manipular su destino como si se tratase de un policial. A esto lo ayuda la escritura en primera persona, corriéndonos de forma permanente de los límites entre verdad y ficción.

Matías Wiszniewer toma la metáfora del héroe en su viaje. No todos los viajes terminan con un héroe. Miremos a Conrad en las Corazón de tinieblas, por ejemplo. Un logro sustancial es la manera en que el autor va hilvanando ficción, con realidad e historia. Eso genera que el viaje del personaje, se precipite de manera más fuerte.

Matías Wiszniewer en Invierno sueco recrea las partes más humanas de Descartes. Lo hace profundo y sensible. La mirada del autor elije y selecciona momentos del pasado para crear una ficción que por momentos se vuelve demasiado bondadosa con el filósofo. Una novela histórica es un brete, pero en este caso se resuelve de una manera pocas veces vista. Un gran laburo que no hay que dejar de leer.



Matías Wiszniewer
Invierno Sueco. El último viaje de René Descartes
Editorial Letra Viva
2020

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