Literaturas

Moira Morgulis: “Ser efectista es una droga un poco destructiva que no le hace bien al arte”

Moira Morgulis - Julieta Bugacoff

Moira Morgulis es música, cantante y poeta. En 2020 publicó su primer libro de poesía por Niña Pez Ediciones, Una voz imperfecta.


Por Ayelén Rives. Fotos Julieta Bugacoff

Con un tono propio, que por momentos es coloquial, reflexivo o incluso muy irónico, Moira construye esa voz imperfecta y se encuentra con los rasgos de sus propias contradicciones. Con aquello que tiene que dejar atrás y aquello que aún está por venir. Una voz musical pero también rebelde, a veces potente y en otras difícil de querer.

A su vez Moira es una artista que no teme alzar su voz para decir lo que piensa. Como docente de música este año se vio enfrentada a las dificultades de dar clases con barbijo, máscara y sin instrumentos (porque no pueden compartirse). Si hablar con barbijo ya es complicado, imagínense cantar. Por eso se movilizó para recaudar fondos para comprar reproductores de música a las escuelas en las que trabaja y así poder dar clases. Sin embargo no romantiza su acción y denuncia que la situación en la Ciudad de Buenos Aires es desastrosa y no prioriza la salud de docentes y niñes.

Conversamos con ella para que nos cuente un poco sobre su recorrido artístico.

¿Cómo llegaste o por qué elegiste la poesía? ¿Cómo fueron tus inicios?

En realidad, medio que no la elegí, no es que dije “voy a escribir poesía”. Es algo que me salió así. Siempre me gustó mucho leer en general, desde chiquita. Y más o menos a los 15 o 16 años empecé a escribir poemas (uno de ellos forma parte del libro). Después no escribí nunca más, hasta el 2017 que tuve un año de mierda y también me salió escribir. No sé si en algún momento tomé la de-ci-sión de escribir poesía sino que, o escribía o me moría. En realidad, más bien me quería morir y, de alguna manera, haber podido escribir fue lo que me salvó, o al menos una parte importante. Este libro es el final de ese proceso. Un proceso de mierda, jajajaj, pero que tuvo una manera muy potente de concluir. Es como que me pude sacar toda esa mierda de encima y convertirla en algo fuera de mí, fuera de mi cuerpo. Cuando terminé el libro, antes de encontrar una editorial que me publicara, estaba desesperada. No lo aguantaba más, tenía un libro de poemas que me quería sacar de encima. No sé cómo explicarlo pero sentía que me pesaban, al final de todo era como si me aplastaran. Necesitaba sacármelos de adentro mío, extirparlos.

Sos música y cantante, ¿qué le aportó la poesía a la construcción de la voz musical y qué le aportó la música a la voz poética?

En relación a la musicalidad en la poesía podría decir que fui descubriendo algo en lo que jamás había pensado: cómo suenan las palabras, los fonemas. A veces escribía algo que me gustaba y, de pronto, cuando lo leía en voz alta, me molestaba. Como por ejemplo la repetición de algún fonema en particular, por decirte algo, la “f”. Y me empecé a volver un poco insoportable, al punto de que ahora, cada vez que leo algo, no puedo evitar escucharlo en mi cabeza y encontrar cosas que me molestan. Es insoportable, nunca más estás en paz. Por otro lado, en mi libro aparece bastante el mundo musical, por algo se llama “Una voz imperfecta”. Hay varios poemas que traen algo de ese mundo, o de mi mundo: la voz, el cuerpo, las palabras, el sonido, los instrumentos, las canciones…

¿Escribís canciones también? ¿Notás diferencias entre ambas escrituras?

Me pasa algo muy loco y triste a la vez; mejor dicho, algo decepcionante. La gente en general piensa que yo debo escribir muchas canciones. Bueno, no: me cuesta mucho escribir letras de canciones porque me cuesta respetar una forma y una métrica. A mí me sale escribir poemas, en forma libre, sin ceñirme a una estructura en particular. Y tampoco me cabe la rima boluda y vacía, para eso prefiero ni hacer canciones. Envidio a la gente que escribe buenas canciones, o sea, buena música con buenas letras… En general no abunda. Aunque nunca se sabe, a lo mejor termino convirtiéndome en eso que detesto, y me pongo a escribir canciones con letras patéticas, jajaja. Igualmente, sí: escribo canciones (pocas, pero escribo). De hecho, ahora estoy por sacar unos temas que escribí hace mucho tiempo y que recién el año pasado me animé a grabar. Las escribí hace bocha, hace unos 10 años. Es muy loco porque algunas cosas se mantuvieron tal cual eran, y otras cambiaron por completo. Ya las van a poder escuchar, dentro de poquito. Sorpresa.

¿Estás preparando un disco? ¿Algo que podamos adelantar a les lectores?

Estoy preparando unas canciones, como está de moda ahora, los “singles”. Igualmente no lo hago por moda sino porque no tengo más temas. Si tuviera más, también los hubiera grabado. Tengo la suerte de haber podido grabar estas canciones con varios amigos que además son increíbles músicos, dos cosas que cuando suceden al mismo tiempo son como un sueño.

“Vos ves que los centros culturales y salas de teatro independiente apenas se sostienen, si es que se sostienen, porque muchos ya cerraron o están a punto de hacerlo, y después resulta que en los estudios de televisión hay gente amontonada sin barbijo. O como te decía antes sobre las escuelas, ¿cómo es que puede haber chicos y docentes en un aula sin la famosa “ventilación cruzada” -porque al parecer “las escuelas no contagian”-, pero no podés hacer una función para diez o quince personas?”


En tu libro, la música aflora no sólo en la voz que se va construyendo, sino también en frases de canciones y artistas que aparecen. ¿Fue algo intencional, elegido, o nació solo?

No lo siento como algo intencional, sino como cosas que fueron apareciendo. Hay cosas que aparecieron en sueños que tuve hace como diez años. De hecho, recién te contaba que estoy por sacar unas canciones que escribí hace diez años, y son exactamente de esa misma época. El poema “Canción” es un sueño, literalmente fue un sueño, que me quedó muy vívido. Fue muy fuerte. En su momento, hablé de ese sueño en terapia. Te tiro otro dato de color: los amigos con los que soñé esa vez, son los mismos con los que grabé mis canciones, las que van a salir ahora.

Entre los poemas también hay varios caligramas. ¿Qué llegó primero: el poema o el dibujo?

El poema, sin dudas. Hay dos o tres de ésos. Primero vino la poesía, luego vino lo visual por sugerencia de un conocido que me dijo, “che, acá podrías aprovechar tal cosa”. Y así hice, me puse a pensar en lo que me había dicho y terminé dibujando olas y escaleras.

Una voz imperfecta es un poemario que habla de esas contradicciones con las que una vive dentro de sí misma. La pregunta abierta que me deja es: ¿se trata de dejar atrás esa voz imperfecta o de empezar a vivirla?

Jaja, bueno, yo creo que eso depende de cada uno. En mi caso, creo que se trata de empezar a aceptarla. No queda otra, es eso o vivir sufriendo.

Moira Morgulis - Julieta Bugacoff

Sos docente de música: ¿cómo estás viendo y viviendo la situación de la presencialidad, la virtualidad, la falta de vacunas, y el tener que dar clases en medio de la pandemia?

Ufff, qué decirte… Es un desastre total. Yo trabajo en CABA, y lo que se está viviendo en un desastre absoluto. Imaginate que todavía no llegó el invierno pero ya hace un frío de cagarse y nos hacen dar clases con las puertas y ventanas abiertas. Ni siquiera nos dejan prender las estufas. Esto último no entiendo bien por qué es. En la peor estación, cuando la gente más se suele enfermar por las bajas temperaturas, lxs docentes estamos dando clases sin calefacción y con las puertas y ventanas abiertas. O te contagiás de COVID o te enfermás por el frío que hace en las aulas. Y los chicos te dicen “seño, tengo frío”. No sabés qué decirles. Te da pena por ellos y te da bronca por vos y tus colegas, teniendo que trabajar en pésimas condiciones, para que encima los medios de comunicación digan que lxs maestrxs no queremos laburar. Ni hablar de que menos del 10% del personal docente está vacunado. Yo estoy haciendo la cuenta regresiva, a ver cuánto tardo en contagiarme.

El libro se publicó en 2020 pero por la pandemia aún no pudo presentarse como querías. ¿Qué pensás de la autogestión en la cultura? ¿Es algo que potencia o es una debilidad con la que hay que luchar?

Yo creo que la cultura está muy golpeada, al menos acá en CABA. Por darte un ejemplo, no sólo no pude presentar mi libro sino que además se suspendió la segunda temporada de “Retazos”, una obra de teatro musical dirigida por Natalia Badgen, que habíamos estrenado en el Kayrós. Vos ves que los centros culturales y salas de teatro independiente apenas se sostienen, si es que se sostienen, porque muchos ya cerraron o están a punto de hacerlo, y después resulta que en los estudios de televisión hay gente amontonada sin barbijo. O como te decía antes sobre las escuelas, ¿cómo es que puede haber chicos y docentes en un aula sin la famosa “ventilación cruzada” -porque al parecer “las escuelas no contagian”-, pero no podés hacer una función para diez o quince personas? Que igual, de todas maneras, no es rentable, o sea, para tan poca cantidad de gente, de igual manera se hace insostenible. Como música te puedo decir que estamos viviendo momentos terribles, y que el Gobierno de la Ciudad no hace absolutamente nada para ayudar al sector. Son miles lxs artistas y trabajadores de la cultura que se quedan sin sustento.

Es muy triste ver cómo cierran espacios culturales de todo tipo. ¿Qué cosas crees que se podrían hacer para ayudar al sector y no se están haciendo?

Creo que no es muy difícil tomar medidas, lo que es difícil es que los políticos tomen la decisión de hacerlo, y que esa ayuda esté bien organizada. Por ejemplo, si una obra de teatro tuvo la enorme suerte de haber ganado un subsidio (que para la cantidad de personas que hay detrás de una obra, igualmente siempre termina siendo muy poca plata), te puedo asegurar que ese dinero nunca se cobra a tiempo sino que lleva meses de retraso, y todos sabemos que, con la inflación que hay, no es lo mismo cobrar ahora que dentro de cinco meses.

¿Sentís que hay espacios para la poesía y la escritura independiente hoy?

Creo que el mundo editorial o literario también es un sector muy golpeado. Sin embargo, veo que hay muchas editoriales independientes y eso me parece una excelente noticia. Sobre todo de poesía, es increíble cómo creció el mercado. Pienso que de todas maneras no es fácil encontrar una gran cantidad de gente interesada en el género, a diferencia de otros. Pero, por otro lado, me parece que está comenzando a revertirse. Ahora hay editoriales especializadas en poesía. Hasta donde yo sé, antes no era muy habitual, y creo que ahora está en expansión. Ahora hasta hay podcasts dedicados a la poesía, como por ejemplo “Orden de traslado” o “Las invitadas”.

Y ahora también hay mucha poesía en Instagram. ¿Qué pensás de ese fenómeno?

Creo que, como todo medio o plataforma, tiene cosas buenas y otras que no. Ya no es necesario ser un autor publicado para que los demás puedan leerte. Es decir, se volvió mucho más accesible, tanto para producir como para consumir. Esto no es de ahora, empezó hace mucho con los blogs, pero creo que quienes entraban a leerlos eran gente de verdad muy interesada en ese tipo de contenido, muy de nicho. Creo que Instagram está mucho más a mano de la gente en general, en comparación a los blogs. Y se genera también un ida y vuelta que puede ser buenísimo o una cagada, en el sentido de que es fácil caer en la tentación de escribir lo que uno cree que al otro le va a gustar. Y si escribís para gustarle al otro, no sé, no me parece bueno ser efectista, siento que es una droga un poco destructiva que no le hace bien al arte ni a las personas que se dedican al arte. Y podés sentir frustración si no tenés la respuesta que te imaginabas, toda esta mierda de los likes y los comentarios, etc. Pasa lo mismo con la música. Creo que es muy fácil entrar en el juego de esperar la aprobación del otro, que en el arte siempre estuvo, claro, porque en muchos aspectos es algo subjetivo y sabés que lo que hagas nunca les va a gustar a todos, al igual que con muchas cosas que hacen otras personas y que quizá no te gusten. La verdad es que yo no le creo a nadie que diga que le chupa un huevo que a la gente le guste lo que hace. Pienso que, en mayor o menor medida, a todxs nos importa. ¿A quién no le gusta que a los demás les guste lo que hacemos? Pero me parece que las redes sociales exacerban este punto y no está bueno. Me resulta bastante tóxico. Por otro lado, creo que con el ritmo de vida que llevamos, es fácil terminar escribiendo cosas de baja calidad porque ya lo queremos subir a las redes y mostrarlo. También hay bastantes “poetas de Instagram” que suben basura. Es como que ahora todos podemos subir cosas y creernos geniales, que igual no está mal, o sea… cada unx tiene derecho a hacer lo que se le canta. También me pregunto, ¿no pasaba lo mismo con los libros? ¿O no existen los libros malísimos? Eso no cambió, siempre hubo cosas de calidad y otras que son una porquería. Pero siento que Instagram es como el anillo de Sauron, lo podés usar bien o lo podés usar mal. Igual todo esto es sólo mi opinión y ni siquiera puedo decir que yo misma lo use bien, así que no me den bola, jajaj.


moira morgulis


Moira Morgulis
Una voz imperfecta
Niña Pez Ediciones
2020

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