Poéticas

Lucía Gris: “La pandemia hizo que crezcan otros modos de llegar a las personas”

Acaba de publicar su primer libro de la mano de Peces de Ciudad. A pesar del contexto actual que se encuentra atravesando el mundo editorial Peces sigue apostando por mujeres talentosas que tienen mucho para decir y contar.


Por Gabriela Lucatelli. Fotos Meliza Monjes

Lucía Gris nació en Córdoba en 1988. Es poeta, docente y correctora literaria. Este año junto a Peces de Ciudad publicó su primer poemario “El amor es un recuerdo de otros”, un libro que explora tanto el amor como el desamor a través de una mirada sutil, llena de nostalgia y ternura. Los poemas de Lucía son un recorrido por el dolor pero también por su fuego interno que aún recargado de todos esos recuerdos decide seguir el camino que tiene por delante. ¿Y por dónde es que sucede este recorrido? Las referencias a su ciudad son notorias a lo largo del poemario: “Es un largo camino de señuelos, de diluvios que marcan la tierra…”. En esta nota conversamos con ella acerca de sus inicios en la literatura y cómo se siente con el lanzamiento de su primera obra.

Empecemos por tus inicios como escritora, ¿recordás ese primer acercamiento a la poesía?

La poesía es parte de mi vida desde mi nacimiento. Mi infancia era viajar con mi madre a encuentros de poetas y escritores, faltar al colegio y andar con un bolsito lleno de regalos que me dejaban esos parientes raros que me daba la palabra. Recuerdo estar regresando de la llanura a mis sierras de Córdoba, donde vivo, viendo el atardecer y saber que las palabras simples no decían lo que yo sentía. Tenía 8 años, pero el mundo me parecía increíble y las palabras pocas. Ahí, en viaje y de regreso, escribí con conciencia de la poesía por primera vez, pero como algo natural, como quien sabe que en un momento aprendemos a caminar.

¿En qué momento sentís que tomaste la decisión de dedicarte a la literatura?

No podría decir que un día decidí dedicarme a la poesía. La poesía en mi vida era y es la única forma de traducirme el mundo, de vivirlo constantemente. Quizás cuando comencé a estudiar Letras Modernas en la UNC, al terminar el colegio secundario, fue cuando ya encaucé la vida o lo que yo veía como el futuro, dedicado principalmente a la literatura.

“En Perú y Ecuador escuché formas de decir la poesía distinta y al no ser viajes turísticos sino culturales, aprendí de las rutinas simples, las escuelas y el reconocerme lejos, con una poesía que parecía ajena y a la vez un modo de sentir parecido, latino”.


¿Cómo se siente fusionar tu trabajo como docente de literatura y correctora literaria con la de poeta? ¿Se entrecruzan en algún momento?

Soy docente y retomando la pregunta anterior, esa vocación llegó a mi vida de una forma menos clara que la poesía, pero me es más fácil sentir que la elegí: enseñar, hablar, compartir literatura con mis estudiantes. Hay tiempos en los que soy muy profe, porque me traga el ritmo escolar y es ahí cuando empiezo a sentir la carencia de la poesía. Entonces llega un tema nuevo, aparece el realismo mágico en mi programa, recupero a Sor Juana, la generación del 27, investigo a los poetas de Instagram o reactivo un club de lectura (la virtualidad ayudó mucho para algunos proyectos) y ahí siento que se equilibran los lados como si espaciara con palabras las rutinas y las clases.

Participaste de congresos literarios en algunos países latinoamericanos como Chile, Perú y Ecuador. ¿Qué experiencias enriquecedoras te llevaste de esos eventos?

Muchos participé de adolescente o de muy chica, tal vez no sabía bien lo que aprendía y me enriquecía con ellos. Pero ya de adulta, en México descubrí personas que en sí mismas llevaban su país, quizás yo también lo iba haciendo en mis formas y decires. Ese encuentro con poetas y escritores que traían otras maneras de decir, una nueva traducción del mundo me pareció fascinante. En Perú y Ecuador escuché formas de decir la poesía distinta y al no ser viajes turísticos sino culturales, aprendí de las rutinas simples, las escuelas y el reconocerme lejos, con una poesía que parecía ajena y a la vez un modo de sentir parecido, latino.

Este año se publicó tu primer poemario El amor es un recuerdo de otros por la editorial argentina Peces de Ciudad. ¿En qué momento de tu vida surge la necesidad de comenzar a escribirlo? ¿Cómo definirías todo el proceso?

El amor es un recuerdo de otros se fue armando solo, en el colectivo de ida y vuelta al trabajo, en las esperas al lado de un puente que tenía las marcas de la crecida. Son poemas que escribí entre 2016 y 2018 y alguno que otro es un poco más nuevo. No recuerdo cuándo lo armé como libro ni cómo elegí el título (es el último verso del último poema). Al escribir suelo agruparlos por épocas y otras veces por temas y el archivo tiene un nombre que identifique todo el conjunto. El proceso de llegar a Peces fue casual, firmamos en un bar de playa en Monte Hermoso y a mí que me gustan los indicios y señales sentí que nada iba a salir mal. Sin dudas el trabajo con Soledad Blanco -la editora- fue muy hermoso y cálido. Porque a mí que no me gusta que nadie me diga cómo escribir, sentí que sus recomendaciones en realidad solo ayudaban a mejorar el libro. También tuvo lecturas previas de otras personas que me dieron una mirada desde afuera, porque al estar tan involucrada con los textos temía no ver cuestiones obvias.

¿Cuándo surge la idea de publicarlo y cómo llegás finalmente a Soledad?

Tenía el libro más o menos armado desde hacía tiempo, pero sin enviarlo a ninguna editorial. En 2019 un amigo poeta me comenta de la convocatoria de Peces de Ciudad. La idea era trabajarlo en el 2020 pero la pandemia cambió los tiempos.

La publicación se dio en contexto de pandemia. ¿Sentís que eso interfirió en algo a la hora de difundirlo y llegar a lectores?

Sin duda es diferente, la pandemia hizo que crezcan otros modos de comunicarnos y de llegar a las personas. Quizás hay lugares y personas que en un contexto anterior ya lo tendrían, pero sé que esta forma en la que las redes juegan un papel fundamental hizo que se mueva de un modo inesperado y hermoso para mí.

Si tuvieras que definir los poemas del libro en tres palabras, ¿cuáles usarías?

Amor, río, (no) pertenencia.

¿En qué librerías argentinas podemos conseguir el poemario?

El poemario se puede conseguir en la página de la Editorial y en Capital Federal se encuentra en las librerías Sudestada, Mandolina libros y Eterna Cadencia.

Ahora que se lanzó el libro, ¿cuál es el próximo paso en tu carrera?

Tengo otro libro armado con poemas de muchos tiempos diferentes: La tarea de reparar el tiempo. Este libro atraviesa una temática distinta aunque mantiene mi forma y esa idea de buscar un modo, la palabra que reconstruya no en sí lo vivido sino todo el tiempo posible. También tengo a medias un proyecto con poemas de un estilo más íntimo, menos ficcional quizás, familiar, un pequeño viaje a mi infancia y al haber crecido en los ’90, con un río y un “campito” para hacer chozas. He descubierto un mundo hermoso al publicar y ojalá pueda seguir encontrando esta recepción en quienes me quieran volver a leer.

Revista ruda

Compartimos cuatro maravillosos poemas que forman parte de su libro.


Incluso en la mayor oscuridad
has creado un puente de palabras,
un rastro invisible de tinta,
pequeños nudos,
como los brazos del sauce bebían el río
el de antes cuando había rivera
y las palabras no eran peligrosas.

En medio,
más cerca de tu lado,
suena el corazón
recién nacido.

*

Cuando supe que vendrías
acomodé mi espacio a tu presencia,
las cosas te presentían:
el agua del baño demasiado caliente,
la escalera casi sin luz,
los bordes de las sábanas,
todo olía a té.

Como esas casas de las historias en las que afuera nieva
y en la mesa arde un fuego sin llamas
y los vidrios se empañan para que nadie vea.

*

Hay memorias que te traen en su altura
son un camino,
lo cruzamos a medias,
como si también tu cuerpo se acercara hasta mi voz.
La vida es el río que reclama bajo el puente.

*

Es un largo camino de señuelos,
de diluvios que marcan la tierra,
de mañanas que te presienten,
y el cuerpo es un desierto marcado de huellas,
como el viento que ya no viene
o el sahumar de un templo sin altares.



Lucía Gris
El amor es un recuerdo de otros
Peces de Ciudad
2020

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