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Edipo en Ezeiza: Atemporal y ciclotímica, verborrágica y fatal

En su vuelta a escena en el Teatro Picadero, Pompeyo Audivert expone en su comedia metafísica los interrogantes en torno a la identidad nacional, simbolizados en una familia que naufraga entre la esperanza y el paroxismo.


Por Pablo Pagés

Estamos en ese momento que nunca se cuenta. En esa atmósfera endogámica que fue la llegada de Perón tras 18 años de exilio. Algo sucedió ahí que dejó al peronismo fragmentado y herido de muerte.

Esta obra nos pasea por un abanico de imágenes de nuestra patria. Lleva la comedia a un lugar extremo para precipitarla en una tragedia patética que no merece ni el absurdo. Los personajes se mueven enajenados por un sitio que ellos mismos reconocen como un escenario, interpelando a los espectadores y advirtiéndonos que la representación clásica está siendo saboteada. 

Las obras de Pompeyo Audivert, si se las mira en sentido cronológico, van tomando la forma de un in crescendo clarísimo. 

En Edipo en Ezeiza pone de manifiesto a ciertos personajes que podrían integrar cualquier fracción de la derecha o que solo son paranoicos representantes de la más abyecta clase media. Cada uno de ellos busca escapar a un problema del cual no puede, porque ya han cometido el asesinato hace bastante tiempo, y lo sostienen ahora repitiendo las razones que le dan forma a la culpa y al eterno castigo autoinfligido de la misma.

Como dice el texto en una parte de la obra, “un caleidoscopio que gira y que cada pieza es un elemento narrativo y cae siempre de forma distinta cambiando su argumento”. Cada pieza es una parte posible del relato que se construye con este juego de azares.

Ellos son los que odiaron siempre lo popular del peronismo, los perros guardianes de una estabilidad de locos, la clase media que siempre deambula entre la derecha y el progresismo, y que explica el porqué de tantos psicoanalistas en esta patria lacerada por la ignominia y el desapego.

“Esta obra lleva la comedia a un lugar extremo para precipitarla en una tragedia patética que no merece ni el absurdo”


Gran construcción ficcional que lleva al paroxismo la pateticidad de nuestra patria, que escondía su cabeza cuando desaparecían 30.000 jóvenes.

Una vez más, Pompeyo asombra, porque esta forma de contar lo acerca al policial pero también lo coloca en el delirio patológico de los que asesinan cada cuatro años con el voto. Atemporal y ciclotímica, verborrágica y fatal. Todo parece sobreactuado porque está siendo en el escenario mismo, una demostración de la locura sin metáforas que la amortigüen. 

En definitiva, un simulacro más de la democracia. 

Con un escenario austero y tres personajes en escena, máquinas narrativas que por momentos cumplen un objetivo y por momentos otro,  Pompeyo logra dar una vuelta de tuerca a nuestra dramaturgia hablando de muchas cosas que no se mencionan, con licencias poéticas que van al ritmo de lo que se representa.


Edipo en Ezeiza
Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA
Domingo 16hs – Duración 70 Minutos

Ficha Artística y Técnica

Dramaturgia: Pompeyo Audivert
Actores: Julieta Carrera, Hugo Cardozo, Francisco Bertín
Paisaje Sonoro: Florencia González Rogani
Diseño de Iluminación: Hugo Cardozo, Pompeyo Audivert
Escenografía: Ana Audivert
Fotografía: Michel Marcú, Paula Sánchez
Redes y Diseño Gráfico : Verónica Costa, Agustina Lucero
Prensa & Difusión: Daniel Franco
Asistencia de Dirección: Verónica Costa
Dirección: Pompeyo Audivert

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