Música

Fernando Cabrera: “Soy bastante complejo y mis canciones naturalmente también lo son”

El cantante y compositor uruguayo, una de las figuras creativas más importantes de la música popular rioplatense, desglosa los cimientos de Simple, su último material discográfico, en tanto que reflexiona acerca de la poesía, su dueto con Eduardo Mateo y la producción artística en tiempos de pandemia.


Por Marina Cavalleti. Fotos: Pollo Epstein.

Entre los paisajes sonoros de la cultura rioplatense, algunas de las postales más profundas llevan la firma de Fernando Cabrera. Creador de canciones conmovedoras, sutiles, con ese “algo más” que las instala en la memoria popular, al hacedor de “El tiempo está después”, “La casa de al lado” o “Te abracé en la noche” es, para diletantes y músicos, un referente ineludible de este presente, y también de más atrás.

Si pensamos en cronologías, pandemia mediante, transcurrieron más de dos años desde la última vez que el uruguayo brindó un show en nuestro país. Pero, parafraseando al tango, un parpadeo de luces lejanas va marcando su retorno. Así, el cantautor se presentará en el Teatro Astros (Av. Corrientes 746, CABA) esta semana: el miércoles 13 y el jueves 14. Buenos Aires a tocar.

Allí se reencontrará con su público para recorrer su disco más reciente, Simple, y algunas melodías históricas. Antes de eso, el trovador conversó con RUDA sobre la poesía, la composición y su dueto mítico con Eduardo Mateo, entre otras cuestiones.

Revista ruda

Simple fue lanzado y presentado en pandemia vía streaming, ¿la crisis sanitaria y el aislamiento impactaron de algún modo particular en tu proceso creativo?

En el proceso creativo no impactó la pandemia. Estoy acostumbrado a la cuarentena y me gusta, desde mucho antes del virus. Sí afectó en los ingresos, fueron más de dos años sin conciertos.

¿Cómo imaginás el pronto reencuentro con el público argentino?

El reencuentro con el público bonaerense lo espero con mucha alegría, si bien ese encuentro ya se adelantó hace un mes en ocasión del homenaje al disco Artaud de [Luis Alberto] Spinetta, donde invitado por Loli Molina hice una canción con Hernán Jacinto. Y también estuve en el teatro La Comedia de Rosario al día siguiente. Pero ahora voy con mi repertorio al [Teatro] Astros.

En varias canciones del disco hay una reflexión respecto del tiempo y su fugacidad: la vida como un fuego volátil, un día de verano en el mar que no vuelve, el medio siglo de un amigo y los puntos de vista alrededor, las épocas escolares. ¿Considerás que la dimensión temporal es una obsesión como motor creativo, o por qué escribís sobre él?

No lo veo como una obsesión, no sé. Creo que he tocado -y tocaré- muchos temas en mis canciones, y que el asunto del paso del tiempo se cuela siempre. Así como también está presente en cualquier charla y en todo pensamiento, artístico o no.

Foto: Pollo Epstein

También hacés referencia a la textura del recuerdo, ¿cómo describirías la textura de tus propias añoranzas, te sentís más a gusto allí, en el hoy o en lo que vendrá?

Estoy siempre en el presente, otra cosa no es posible. Sucede que la mente aúna en un mismo momento el pasado, el presente y el futuro. Las tres dimensiones, dos de ellas ilusorias, están en siempre allí, dialogando y entreverándose.

A nivel sonoro, la placa pareciera hacer honor a su nombre, pero en realidad requiere de oyentes atentos que completen aquello que, sin mencionarse, está en las canciones. ¿Cómo describís tu trabajo sobre los indicios, sobre aquello que, de algún modo, se dice en secreto o en código dentro de tu obra?

Tal vez el título Simple sea algo engañoso, nada es simple en nadie, ni siquiera en los niños, para quienes el tiempo parece no correr y las cosas parecen milagrosas. Soy bastante complejo -ni más ni menos que cualquiera- y mis canciones naturalmente también lo son. Aunque trato de simplificarlas en los últimos años, no sé con qué resultado. Creo que este disco es testigo fiel de esos dudosos intentos.

Hay, en “La estancia”, “Creo que te amo”, y otras, elecciones llamativas en cuanto al timbre y la estructura de las canciones. ¿En Simple aparece un costado lúdico ligado a cierta improvisación o tenías todo pensado antes de entrar el estudio?

No, todo está terminado antes de grabar. No podría ir al estudio a improvisar, con las cosas a medio terminar. Además, ¿qué sentido tendría? “La estancia” tiene como 20 años de trabajo, aunque no continuo.

En 2021 se reeditó en vinilo el concierto junto a Mateo, del 11 de abril de 1987 en el Teatro del Notariado. Ese LP es, sin dudas, una bisagra dentro de la historia musical rioplatense. ¿Eran conscientes de eso hace 35 años? ¿Qué significado tuvo en tu vida no solo el disco sino la interacción con Eduardo?

Para nosotros fue un disco de paso, una linda novedad en nuestras respectivas discografías. Era el reflejo de nuestras presentaciones en vivo. Además era más económico grabar así que hacerlo como un disco de estudio, la discográfica sólo aceptó esta propuesta. Nosotros quedamos con ganas y planes de hacer otro en estudio más adelante, teníamos mucho más material que el que entró en este disco. Pero yo viajé a Perú y a Bolivia por un año y medio, y cuando volví retomamos el contacto con Mateo y volvimos a ensayar, pero se murió de forma bastante repentina.

“Estoy siempre en el presente, otra cosa no es posible. Sucede que la mente aúna en un mismo momento el pasado, el presente y el futuro”.

A él y a Darnauchans les cantaste en 2015. Ambos compartieron el mismo nombre y un final prematuro. En este sentido, ¿ese disco fue un acto de justicia, un volver a traerlos para trampear a la muerte con sus obras o qué te llevó a grabarlo?

No lo sé. A la muerte no se la puede trampear. Fue un espectáculo que armé porque me siento cómodo con las canciones de ambos. Ellos, además, fueron ejemplos importantes para mí, de donde tomé muchas enseñanzas para mis canciones. Luego de estar pronto el espectáculo -con Edú Lombardo dándome una buena mano- el sello Ayuí me propuso grabarlo y acepté con gusto.

En 2012, junto con el DVD Intro editaste un libro de poemas. Luego de una década, ¿planeás publicar un nuevo poemario? ¿Cómo definirías tu vínculo con el género lírico y cuáles son tus referentes en ese campo?

Bueno, me gustaría pero más adelante. Tengo muchos poemas, son cosas distintas a las letras de canciones. Tienen otros metros, otra sonoridad, otros temas y también otro lenguaje. Al menos así los veo yo, por eso los separo cuando los estoy haciendo (al principio de un texto todavía no sé si va a ser canción o poema) y van a otra carpeta. Pero luego estoy años trabajándolos hasta quedar conforme. Creo que ya no tengo referentes como los tuve en mi adolescencia y juventud. Y en esa época eran cientos, era muy curioso.

En la canción “Soy un hombre”, decís Pasé por muchas niñeces para llegar aquí. ¿Se escribe o se crea siempre dese la infancia o cuál es tu lectura de ese verso tan profundo?

Imposible responder cuál es mi lectura. Es esa, es ese verso. La infancia es una fuente, entre muchas otras, para tomar temas, visiones, sorpresas, cascarones, aventuras, desobediencias, obediencias, descubrimientos y un infinito.

Entre los protagonistas de un disco repleto de historias, la guitarra como tema y en los sonidos resulta cardinal. ¿Pasó por tu mente una grabación de Simple únicamente con las seis cuerdas?

Sí pasó, pero en el estudio me tentaron el piano, el armonio, los instrumentos de percusión, el bajo, la posibilidad de hacer coros yo mismo, y grabar otras guitarras… Me ganó el arreglador. O el temor a la desnudez total.

El disco fue nominado recientemente a los Premios Gardel. ¿Cómo te llevás con ese tipo de reconocimientos?

Si me lo dan, me encanta y pienso que el jurado es sumamente culto y preparado. Si no me lo dan, pienso que es una injusticia, que el jurado está equivocado, que los premios no sirven para nada.

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