Literaturas

Patio de Cuervos | La astucia de sobrevivir en lo irreal

La primera novela del músico, performer y referente emblemático del under porteño, Héctor “Genniol” Rosa, nos relata a través de la literatura su historia de encierro en una Unión Soviética en declive. Desde el humor, el ingenio y la virtuosidad de personajes arltianos, construye una crónica de supervivencia donde la audacia y la improvisación serán las cartas para moverse en medio del “fin de la historia”.


Por Marvel Aguilera. Fotos: Beto Siless

¿Se puede uno escapar de sus propios fantasmas? ¿Es posible correr cuando los designios parecen marcados a fuego desde el interior de tus visceras? Muchos son los interrogantes que giran en torno al personaje de Anibal Pocca, el protagonosta de Patio de Cuervos (Editorial Crack-Up). Estafador por herencia, ingenioso, contrabandista y ex campeón mundial de Yo-Yo. Un ave nocturna que transita entre hampones y poemas, destilando un arte que filtra entre vasos de ginebra, negocios espontáneos, y un axioma que lleva siempre a cuestas:

—En la guerra de la vida prefiero ser francotirador que estar en los batallones.

En una ciudad porteña de surburbios, de poca guita y muchos sueños, donde resuena el jazz y los bares aletargan a las sombras que bambolean sus existencias derruidas, Pocca decide planificar un ilícito, como un arte lúdico, a través de las fronteras de Europa. De por medio un Socio Ambicioso y un español de Córcega al que poco se le entiende. La misión, trasladar mercurio a Austria. Sin embargo, las severidades del Ejército Soviético en la aduana de Moscú, convertirán el plan de “guita fácil” en una odisea de terror con sede en Lefortovo, la cárcel estalinista de la KGB.

Héctor Rosa, alias Genniol, despliega en Patio de Cuervos, su primera novela, una infinidad de recursos en la construcción de personajes con identidades marcadas: transgresores, sensibles o desenfrenados. Cada arista está construida por sus movimientos, por los detalles fisionómicos; por la forma de fumar, por los balbuceos idiomáticos. Las disertaciones de Aldo El Loco, los collages de El Pelirrojo de la KGB, las pantomimas con el Ex Policía, la verborragia de El Polaco. Personajes que en su delirio repiquetean humor. Un grotesco vívido que se magnifica entre el hedor de las paredes de una cárcel que oficia como un confesionario de subjetividades venidas a menos, de mártires de un sistema caprichoso, convulsionado por ideologías que se caen a pedazos y que montan el simulacro del funcionamiento.

“La crónica realista y la ficción se amalgaman en un relato vertiginoso que pone en perspectiva la lucidez criolla del protagonista para sobrevivir y encontrar salida en medio de una gris neblina de hostilidades, negligencias y absurdismos”


La URSS de la que nos habla Genniol se vislumbra entre el imaginario del Gulag de Solzhenitsyn y los 12 monos de Terry Gilliam. La crónica realista y la ficción se amalgaman en un relato vertiginoso que pone en perspectiva la lucidez criolla del protagonista, de un timbero por naturaleza, para sobrevivir y encontrar salida en medio de una gris neblina de hostilidades, negligencias y absurdismos.

Una novela sobre la comunicación a tientas, donde las palabras están en las descripciones y los diálogos se luchan, como una partida de ajedrez. Allí, las cartas con Renée a la distancia, sirven como bálsamo de nostalgia e ilusión, de versos que traslucen calidez en el frío que marcan los detalles de paredes y pasillos laberínticos.

Una novela que funciona como montaje de identidades falseables, de pantomimas. Por medio de un esqueleto de personajes que transitan con sus cualidades como herramientas para construir halos de vida en medio de la nada, que buscan escapar de un universo que parece imaginario, infantil, pero que es tangible.

Vivi Tellas y Genniol

Patio de cuervos nos habla de las relaciones humanas que nos salvaguardan en medio del pandemónium a la que el sistema nos empuja, en su perverso juego de realidades totalizadas. De cómo la literatura puede ser un resquicio de frescura en medio de una relato abrumado de sopor, de vahos de cigarrillo que simbolizan el escape anhelado de esas jaulas a las que siempre nos sometemos.

Genniol pone su pluma al servicio de un submundo que bien podría no ser Siberia, sino estar acá nomás, en penales o nosocomios, rodeados de penurias, miserias y congojas. Una novela donde la libertad se gana por astucia y también por cansancio, y donde la adrenalina de ser argentino en tierras ajenas, y bien lejanas, se potencia a raudales; en ese andar tan de calle, en esa gracia charlatana, en ese moverse como pez en el agua que tanto nos reconoce, y que tanto nos dibuja en ese cuadro de vanidades al que llamamos mundo.



Genniol
Patio de Cuervos
Editorial Crack-Up
2022

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