El Pregonero

La proscripción oligárquica


Por Marvel Aguilera.

Todo a fin de cuentas se vuelve a dirimir en la disyuntiva entre pueblo y oligarquía. Es que la condena y proscripción del Tribunal Oral a Cristina Fernández no responde solamente a una afrenta personal, sino a la intención de desbaratar las ilusiones de la representación popular, a través de la figura que supo condensar en las últimas décadas buena parte de las proyecciones de justicia social y soberanía en nuestro territorio, las banderas históricas de la patria peronista.

El Poder Judicial, el órgano más fuerte de la oposición al pueblo, en su obsesión por mancillar a la expresidenta y al peronismo, paradójicamente, la vuelve a poner en el centro de la escena, deschavando no solo los cimientos endebles de una burda operación, que debió dar marcha atrás en su delirante plan de condenarla como “jefa de una asociación ilícita”, sino las limitaciones políticas de su proyecto liberal anclado únicamente en el odio a los sectores populares y a la política entendida como herramienta de transformación social.

Detrás de la mal llamada “justicia” no hay otra cosa que el poder económico, sostenido por las corporaciones cipayas retratadas en la figura de Héctor Magneto de Clarín, pero que en realidad denotan un trasfondo más amplio, una dinámica financiera y globalista impulsada por la embajada norteamericana y sus adalides corporativos, que ponen en peligro la soberanía de nuestros recursos y los derechos laborales adquiridos por décadas de lucha y organización popular.

“El Poder Judicial, el órgano más fuerte de la oposición al pueblo, en su obsesión por mancillar a la expresidenta y al peronismo, paradójicamente, la vuelve a poner en el centro de la escena”.


La política, otra vez, pierde en manos de operadores y desestabilizadores que fortalecen la mirada neoliberal sobre el “sistema democrático”. Para ellos, en su perverso juego, Cristina es la representación de una política indomable que debe ser censurada en pos de una democracia nueva, una que ya ni siquiera represente a los sectores conservadores, sino a una mínima porción de especuladores financieros, a una elite que así como se reúne en el Lago Escondido apropiado por Joe Lewis, lo hace a diario con formadores de precio, dueños de medios, líderes de la oposición e incluso con infiltrados liberales que, a raudales, ocupan sillas en el gobierno actual.

El pueblo, atrapado en una lógica de confrontación constante, agitada en medios y redes sociales, solo es un espectador privilegiado de un entrecruzamiento de relatos en donde las verdades, ya no importan. La capacidad de acuerdos está rota y, por lo tanto, el ejercicio político está suspendido. El futuro de la sociedad queda así digitado por unos pocos, quienes lo impondrán, por las urnas o por la fuerza.

Baso, Gorini y Uruburu, los jueces de la proscripción

Cristina es uno de los últimos eslabones del movimiento peronista. Una fuerza que ha ido siendo contaminado por el establishment, empujado a ser una democracia social paralizada, sin toma de decisiones, subordinada a pequeñas conquistas, cada vez más lejos de representar a las mayorías populares. Proscribirla es el último paso para terminar de “depurar” al peronismo, y convertirlo en una pata más del único partido real con poder en la Argentina, el de la oligarquía.

La salida no es sencilla. Nada cambia con movilizaciones esporádicas frente a Tribunales o trending topics en Twitter. Volver a recuperar el mando del movimiento peronista implica primero una transfromación interna: la apertura hacia los sectores populares que realmente vienen luchando y mejorando la realidad de sus territorios, con trabajo, organización y espíritu colectivo. Los que defienden a Cristina con sus acciones, con sus politicas sociales comprometidas con el otro, y no los funcionarios grises e ideologizados de oficina que militan en instagram con fotos en V.

Necesitamos que la política esté en manos de quienes la ejercen dignamente. Solo el pueblo puede contrarrestar los designios de la oligarquía. Porque mientras haya trabajadores y trabajadoras que ponen su esfuerzo denodado para sacar adelante lo que poco que queda de nuestra patria cuasi colonizada, habrá peronismo para salvaguardarla.

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