El Pregonero

Salir a defender lo obvio | En las calles por la educación pública


Por Ayelén Rives. Fotos Eloy Rodríguez Tale

“¿Qué tiempos son estos en los que tenemos que defender lo obvio?” dijo Bertold Brecht, y es una frase que resuena una y otra vez en los últimos meses. Es la obviedad de salir a defender el derecho de nuestro pueblo a la educación pública, gratuita, libre y de calidad, conseguida tras un siglo de luchas y organización. Los debates acerca del sistema universitario pueden ir por muchos lados, pero no pueden llevar a poner en riesgo su propia existencia. Hoy todas las universidades nacionales, sus espacios de investigación y de extensión social están al borde del abismo. 

En estos días hemos visto en redes miles de historias de personas que pasaron por la universidad pública. Y el común denominador en esas historias fue que se trató de un paso transformador, incluso en aquellos que no terminaron esas carreras, por elegir otros caminos o por el devenir de la vida.

Leímos historias de personas que fueron la primera generación universitaria de su familia. Hijos de obreros y maestras que optaron por carreras sociales o artísticas. Hijas de amas de casa y empleados de comercio que se abocaron a la ciencia, la medicina o la ingeniería. Pensé también en mi propia historia, en el privilegio de ser tercera generación universitaria y saber que, eligiera lo que eligiera, mi camino iba a ser estudiar en la universidad pública, sin lugar a dudas.

Hoy ese futuro, que parecía tan evidente, se borronea para las generaciones que vienen detrás. Y se borronea, no por las contradicciones que pueda tener todo sistema educativo, o por las continuas crisis económicas que ha tenido nuestro país, sino por las decisiones políticas de un presidente que elige la preeminencia del mercado por sobre el rol del Estado y los derechos del pueblo trabajador. Que prefiere dibujar números de superávit sin devolverle a la sociedad lo que ésta necesita. Y lo que más necesita nuestra sociedad hoy en día es seguir creciendo, desarrollándose, construyendo un destino mejor para las nuevas generaciones. ¿No venían a hacer a la Argentina grande otra vez?

Hablan de no politizar las universidades, desconociendo su historia de lucha, emancipación y acción colectiva para lograr un acceso igualitario y masivo como el que hoy existe. ¿Acaso no son decisiones políticas las que desfinancian las universidades, la ciencia y la cultura? Pudimos ver, por ejemplo, que sí hubo presupuesto para aviones de guerra descartados por Dinamarca. Pero no lo hay para el salario de docentes, científicos, artistas y trabajadores culturales que nos llevan a ser ejemplo en el mundo.

“La universidad pública es que todos tengan posibilidades, sin importar de dónde vengas, ni cuánta plata tengas en el bolsillo. Y ese es el gran mecanismo que impulsa a nuestra sociedad a crecer”.


Quieren llevar todo lo público a la extinción o a la privatización, pero no veo cómo seríamos un país con futuro desfinanciando la educación. La sociedad no está solo hecha de mercado. Alcanza con mirar nuestras vidas cotidianas: no todo es oferta y demanda. Quienes nos acusan de “no verla” esquivan los informes que destacan a nuestras universidades en comparación con universidades de todo el mundo. No quieren ver cómo creció el porcentaje de universitarios sobre la población total en las últimas cuatro décadas, y niegan el reconocimiento internacional a los científicos de nuestro país, mucho más allá incluso de aquellos que ganaron el Premio Nobel. Esas son las estrellas que debería darnos orgullo nacional llevar como camiseta.

La universidad pública nos enseña un poco de esto: que la vida democrática es compartir futuro con personas muy diferentes, de otra clase social, con otras costumbres, que vienen de otras provincias y ciudades, que tienen otras tonadas, otros modos. Y todo eso te forma como persona, como sujeto en esta sociedad. La universidad pública es que todos tengan posibilidades, sin importar de dónde vengas, ni cuánta plata tengas en el bolsillo. Y ese es el gran mecanismo que impulsa a nuestra sociedad a crecer.

Estar en contra del desfinanciamiento de las universidades y de la educación pública, así como de la ciencia y de la cultura, lejos está de ser “empobrecedor”. Empobrecedor es no poder estudiar, no poder investigar, no poder desarrollar mejores herramientas para nuestra sociedad, no poder ver una película de tu propio país o comprar un libro.

La marcha de hoy que convocó a casi un millón de personas es parte de una larga trayectoria de luchas estudiantiles que contaron además con el acompañamiento del movimiento de trabajadores. Estas luchas fueron en pos de mantener la gratuidad, la autonomía y el financiamiento del gran bastión de nuestro país que es la educación. Los gobiernos autoritarios buscaron siempre herir este pilar de la sociedad argentina. Pero el pueblo demostró masivamente que las universidades argentinas, son de todxs y para todxs.

Y que vamos a defenderlas, hasta las últimas consecuencias.

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