El Pregonero

Sin paz, pan y trabajo, no hay patria


Por Marvel Aguilera. Fotos Eloy Rodríguez Tale.

No hay felicidad para ningún trabajador de nuestra patria. Tampoco contención, ni mucho menos ilusión de prosperidad en el corto plazo. El desguace de la Argentina ya tuvo su primer paso, ante la mirada infame de los traidores que eligen representar los intereses oligárquicos y extractivistas por sobre el bienestar de su pueblo.

La Ley Bases ayer aprobada en Diputados es la muestra más cabal de un sistema de poder que niega los cimientos democráticos para sentar un precedente de aniquilamiento de los derechos laborales, acabar con las instituciones soberanas, y terminar con cualquier tipo de independencia económica.

El empobrecimiento de la sociedad argentina será inminente y el trabajo registrado, una excepcionalidad en medio de un clima de salvajismo financiero, dominado por la cartelización del mercado, el feudalismo legitimado, y la violencia social como resorte de un país para nadie.

Tal como anticipo Milei, la Argentina se precipita a saltar un siglo atrás, solo con el impulso del arrastrado e inmundo voto radical y la perorata enfermiza del aparato periodístico bancado por Mauricio Macri, Eurnekian, Y Héctor Magneto, beneficiarios directos de un esquema de negocios donde el único derrame es la sangre del pueblo laburante.

Ya no hay excusas, ante una oposición vacilante que titubea en pueriles internas y una dirigencia gremial que hace lo imposible por no molestar al gobierno entreguista, lo único que nos invita a luchar por nuestra patria descansa en el amor propio del laburante por un futuro mejor para propios y ajenos.

Porque si hay algo que nos pone en la vereda de enfrente de quienes eligen la crueldad y el desprecio por los laburantes, es el instinto humano que nos hermana en la solidaridad, en ser felices siempre y cuando lo sea nuestro prójimo.

Como decía el Papa Francisco, vamos a enfrentar la crisis buscando el bien común. En ese desafío en medio de la tempestad vamos a lanzarnos, frente a los enemigos del pueblo, frente a quienes buscan romper nuestros tejidos humanos, frente a quienes se dicen compañeros para confundirnos.

No hay trabajo sin dignidad ni hay trabajo sin bien común. Tampoco sin cultura y comunicación. Por eso, junto a lxs compañerxs de Télam, TV Pública, Radio Nacional, INCAA y cientos de espacios amenazados por esta tiranía, vamos a dar la batalla que haya que dar para que el día del trabajador vuelva a ser un motivo de celebración popular.


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