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Jonatan Baldiviezo: “En la Ciudad de Buenos Aires los que nos gobiernan son los dueños del mercado inmobiliario”

El abogado y fundador del Observatorio del Derecho a la Ciudad analiza las principales causas de una capital argentina sumida en el negocio inmobiliario y una dinámica turística que expulsa diariamente a los vecinos y vecinas porteñas. Los acuerdos con IRSA, el desmanejo en la urbanización de villas, la falta de planificacion hidráulica y la creciente resistencia asamblearia.


Por Marvel Aguilera.

Las calles arden de reclamos. Despidos masivos, falta de alimentos en comedores, bajas de programas sociales, violencia institucional, represión legitimada. Una conflictividad en ascenso a escala nacional, pero cuyo centro de escena es la Ciudad de Buenos Aires. Las asambleas vecinales, los ruidazos en las esquinas clásicas porteñas y las movilizaciones hacia el Congreso en pos de frenar el DNU y la llamada Ley Ómnibus, son parte de una organización que preexiste en la capital argentina y marca un camino de lucha relevante en tiempos de destrucción social, económica y cultural. Jonatan Baldiviezo es uno de los fundadores del Observatorio del Derecho a la Ciudad, un espacio que comenzó articulando a diversos profesionales y técnicos para el tratamiento de las principales problemáticas que impactan a los barrios porteños, para transformarse con el pasar de las luchas en una asamblea abierta de discusión de los temas urbanos, entre ellos, el código urbanístico, la venta de tierras públicas y la fuerte crisis habitacional que azota a la Ciudad.

Baldiviezo, que estudió Abogacía en su provincia natal de Jujuy e hizo un máster en Derechos Humanos en la Ciudad, comenzó a interiorizarse en las problemáticas porteñas a partir de su trabajo en la Comisión de Viviendas de la Legislatura. “Ahí empecé a conocer todos los conflictos relacionados con la crisis habitacional en la Ciudad de Buenos Aires. Y empecé a conocer a la Ciudad, porque no la conocía. La Legislatura fue un ámbito de mucha formación de la política y de las instituciones porteñas, donde fui conociendo distintos colectivos, asambleas, movimientos sociales, también muchos profesionales. A raíz de eso, en el 2014, con otros compañeros y compañeras que fui conociendo en las distintas luchas, vimos que hacía falta un espacio con una red de profesionales que colaboren con las asambleas y las organizaciones sociales en un apoyo técnico, que las oriente en cómo manejarse con el Poder Judicial, con la Legislatura, con el Ejecutivo”, comenta Jonatan.

De la falta de educación cívica a intervención en casos judiciales, el trabajo a realizar alrededor de la Ciudad en materia de participación ciudadana se incrementaba, y traía focos de conflicto como fuera en la toma del Barrio Papa Francisco en 2014. Baldiviezo cuenta que en el Foro Urbano de Medellín pudo conocer de plano la bajada internacional sobre cómo debían ser las grandes ciudades, donde la lógica del inquilino desplazara definitivamente a la posibilidad de alcanzar una propiedad. Una medida para avanzar hacia una dinámica de desigualdad estructural inédita en materia social. Su trabajo en el Observatorio, con la articulación de diversos espacios y el debate sobre negociados, como la venta de la Costanera, lo llevó a la necesaria función de visibilizar las principales discusiones en la Ciudad.

“Hace dos años, con otros espacios más afines: la Cátedra Libre de Ingeniería Comunitaria, que son ingenieros; el instituto de Políticas Publicas, que son más economistas; y con el Frente Salvador Herrera, que es el movimiento villero más grande de la Ciudad; conformamos el movimiento La Ciudad Somos Quienes La Habitamos. Fue un salto político de conformar, ya no un espacio meramente asambleario, sino un espacio de disputa política, pensando en la transformación institucional de la Ciudad y de sus políticas”.

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Si bien hablaste del modelo de ciudad que se busca imponer, ¿desde el Observatorio cuáles consideran que son los principales problemas de la Ciudad que se profundizan con el paso del tiempo?

En los últimos 16 años se marcó una línea de gestión política en la Ciudad que quizás pueda traducirse en un análisis más simple, que después uno puede complejizar y detallar. La política estructural del gobierno es transferencia de recursos públicos a manos privadas. El denominado “saqueo”, porque es a través de distintas acciones institucionales, como transferir recursos públicos a manos privadas. Es el gobierno que más ha subastado tierra pública en la historia de la Ciudad.

Se han privatizado nuevamente todos los servicios públicos. Una gran transferencia de recursos públicos que hay con consultoras, como un Estado paralelo. El gobierno funciona con dos regímenes, uno que es la planta permanente, que la tienen ahí dormida, y un Estado paralelo que es con consultoras, contratados. Está el tema de la obra pública: los precios exorbitantes en la obra pública, orientada a grandes obras que solamente pueden hacer las empresas del gobierno, por eso también vemos que las principales obras tienen que ver con tuneladoras. Hacer túneles como aliviador de inundaciones. Para el tema del Riachuelo o el saneamiento, la solución es hacer túneles. Cuando podría haber otro tipo de soluciones, quizá a escala más humana, más integrales. Son grandes obras faraónicas porque eso implica una imposibilidad de controlar el gasto en esas obras, en periodos inflacionarios.

De esa forma no se puede dudar de que tengan un costo alto.

No se duda y no se puede controlar. La empresa que tiene tuneladoras es la única empresa tuneladora, entonces ¿a quién vas a contratar? Incluso toma deuda con un banco privado y no con el Banco Ciudad. Cualquier posibilidad que tenga de erogación de recursos estatales se hace favoreciendo a los privados o por medio de privados. Eso como eje estructural, después cómo justifica esas decisiones. Hay todo un modelo de urbanización de la Ciudad, en primer lugar basado en la necesidad de construir que tenemos. La crisis habitacional es la justificación de que el gobierno tenga que impulsar la sobre-construcción en la Ciudad.

¿Pero eso no quiere decir que vaya a salvar esa demanda, no?

Simplemente la justifica. La Ciudad puede tener varios modelos de urbanización, puede ser que en algunos barrios no se pueda construir más. Para justificar la sobre-construcción en toda la Ciudad, se enfatiza en la demanda de la crisis habitacional y que esa crisis se soluciona construyendo más. Una linealidad muy simple y muy incorrecta también. Se quiere llegar a que la Ciudad de Buenos Aires tenga seis millones de habitantes, y no los tres que tenemos ahora. Es la idea de que hay tres millones de personas que vienen a trabajar del AMBA y después se van, usan la ciudad de día y no de noche. Entonces, quieren que esos tres millones vivan en la Ciudad. Es un delirio urbanístico.

Esa justificación lo que hace es que se flexibilicen todas las normas de construcción. La norma de cuánto y qué se puede construir en la Ciudad. Se ha estimulado la venta de terrenos públicos para desarrollo inmobiliario. Porque uno puede decir “si el problema es la falta de escuelas, esos terrenos públicos van para escuelas o para la salud”, pero van para negocios privados. ¿Por qué? Porque quieren más habitantes, por la crisis habitacional, etcétera. Eso te muestra en el trasfondo que la sobre-construcción la están utilizando para transformar a la Ciudad de Buenos Aires en una ciudad de turismo a escala mundial, y una ciudad financiera.

“La sobre-construcción la están utilizando para transformar a la Ciudad de Buenos Aires en una ciudad de turismo a escala mundial, y una ciudad financiera”.


Y en absorber todos los capitales en negro para blanquearlos, principalmente del narco. Mucho de la construcción tiene que ver con ese dinero. Siempre es el blanqueo más fácil, porque nadie controla cuánto es la inversión que realizás. Prácticamente, hablamos que para los desarrolladores entre un 40 al 50 por ciento es financiamiento en negro. Entonces lo que sale en papeles es lo que te costó el edificio a mitad de precio en negro. Y el blanqueo se realiza porque los que son inversores te estructuran el valor al costo, por eso hay mucho fideicomiso al valor del costo. ¿Cuánto costó el fideicomiso para hacer tal edificio? Cien mil dólares. Bueno, son cien viviendas, mil dólares la vivienda. Y cuando la vas a revender le ponés el precio real del mercado. Lo que realmente costó y lo que vale en el mercado. En vez de mil, va a valer 80 mil. Ahí blanqueás el dinero, y no lo blanqueás en pesos sino en dólares. Es la forma de lavado más eficaz cuando tenés dinero en negro. Y la forma más eficaz de compensar a los gobiernos que te dan esa capacidad.

Se suele entender que las desarrolladoras que quieren blanquear hacen lobby con el gobierno. En la Ciudad de Buenos Aires hemos llegado a que los que nos gobiernan son los que manejan el modelo. Entonces no es que no puedan escapar a la presión inmobiliaria, sino que son los dueños de ese mercado inmobiliario. Asi que casi no hay retorno, porque son ellos los que manejan el poder. Son zonas de desarrollo inmobiliario que dependen del gobierno, y ahora con Jorge Macri están por aparecer más fuerte las inmobiliarias del norte, como Portland, una inmobiliaria que apareció en los últimos años.

Es un modelo de sobre-construcción que luego veremos todos los impactos negativos que genera a nivel ambiental, social, habitacional. Un modelo de Ciudad de Buenos Aires para el turismo, que implica que no está orientada a los habitantes residentes de la ciudad. Por eso no importa si hay espacios verdes, no importa la higiene.

Esa noción de “ciudad turística” también implica un proceso de gentrificación supongo, porque aumentan los costos de vida, aumentan los alquileres, hay cada vez más Airbnb, y muchos vecinos terminan teniendo que salir hacia el conurbano ¿no?


Tiene mucho beneficio para el poder, porque obviamente tiene más rentabilidad. Si vos tenés un emprendimiento inmobiliario acá por Airbnb, tiene más rentabilidad que para residenciales; genera una mayor gobernabilidad para el gobierno, porque sabés que vas a tener barrios enteros que no van a estar organizados, que no van a pedir una calidad de vida mejor. Entonces, si vos transformás San Telmo en un polo gastronómico a cielo abierto, ya no va a haber habitantes que pidan descansar de noche, el factor espacios verdes, las escuelas, que el espacio no sea únicamente paisajístico. Es decir, se aminora la demanda hacia el Estado, y hace que libere recursos que son destinados para otras cosas. Eso se está explayando no solamente en lo que uno considera área turística, como La Boca o Palermo, sino que es un modelo que tiene lugares con mayor intensidad, pero que se expande por toda la Ciudad.

Lo que se ve en el sur de la Ciudad es que hay muchos barrios que aun no están en esa lógica, como pueden ser Barracas, Constitución y Nueva Pompeya, pero que sufren la falta de presupuesto, en infraestructura, en servicios, en obras. ¿Crees que es inevitable que para invertir en esos barrios el gobierno abra el mercado inmobiliario ahí?

Ellos tienen bien en claro cómo funciona el mercado inmobiliario, saben cómo conseguir rentabilidad. Es un mercado donde pueden generar grandes ganancias sin inversiones originarias, sin poner en riesgo su capital. No es como empezar a hacer una empresa y que salga con tu capital o financistas. En el mercado inmobiliario vos podés concentrar la plusvalía y la riqueza de la Ciudad en puntos. Y la sociedad no se da cuenta de que ha sucedido eso, que ha sido capturada la riqueza producida colectivamente en algunas personas. Y lo conocen también porque la mayoría de los que están en el gobierno son los que impulsaron la carrera de Economía Urbana en el Di Tella, entonces son gente que se ha educado en ver cómo funciona la economía inmobiliaria en las ciudades, y en cómo sacar rentabilidades. Para que esa ganancia extraordinaria se pueda generar, tiene que haber desigualdades en la Ciudad. Si la ciudad es igualitaria, no se podrían generar las grandes concentraciones o capturas de plusvalía.

Un ejemplo concreto es el edificio Alpargatas en La Boca. ¿Cuál es el negocio? El negocio es comprar tierra barata, porque no se podía construir mucho y por eso te la venden más barata, y el Estado te mejora todo el espacio público y la infraestructura. Entonces vos sin haber hecho nada más que comprar un terreno, tu capital y tu ganancia aumentó un 500 por ciento, sin hacer absolutamente nada. No importa si vendés, la ganancia es haber comprado más barato el terreno, que ese valor se incremente y ese valor incrementado distribuirlo en unidades funcionales. Entonces vos no tenés ganancias por la construcción, tenés ganancias por la venta del suelo y el blanqueo. Por eso pululan los edificios de fideicomiso a costo.

Entonces para haber comprado tierra barata antes tuviste que haber arreglado, y tener la previsibilidad de que el gobierno iba a hacer esas cosas a futuro. Los únicos que pueden hacer esos negocios son los que están en el gobierno, que saben que van a tener las cuerdas para llevar esa inversión y el cambio normativo para poder hacer ese negocio. Esto ha sucedido en en algunos sectores de la zona sur. La Avenida Patricia ha sido uno de ellos, Parque Patricios está siendo otro. En los barrios de casas bajas en el norte. Mucho negocio con la tierra pública, que ha sido regalada prácticamente. Fue rematada en cuotas, en pesos. No como cuando vos la comprás a un propietario: el Estado la vende en pesos, regalada, a un 30 por ciento de lo que vale en el mercado.

¿Hay un negocio en relación a los remates en CABA?

El negocio es que está digitado quién va a ser el dueño de las tierras. No hay ninguna competencia. Eso de que haya una puja de ofertas, no existe en la Ciudad. Hay subastas que se han realizado con un oferente o con tres que pertenecen a la misma empresa o empresas amigas.

Hace poco salió la noticia de que IRSA había comprado el viejo edificio del gobierno de la Ciudad.

IRSA compró muchos terrenos de la Ciudad, [Eduardo] Elztain más que nada. Compró el Edificio del Plata, atrás del Banco Hipotecario. Compró el edificio de Berruti para salida del Shopping de Palermo. Compró los terrenos de Catalina Norte II y Catalina Norte en Puerto Madero. Está con los terrenos de la ex sede deportiva de Boca Juniors. Y ahora lo que se viene, porque otra vez hay afinidad entre Nación y Ciudad, es que todos esos terrenos nacionales que no se pudieron vender en la época de [Mauricio] Macri, se van a vender ahora. Los trayectos de talleres ferroviarios, por ejemplo. IRSA seguramente va a comprar para extender los terrenos que ya tiene en Caballito, que le compró a otras gestiones. Se viene la transferencia del puerto para proyectos inmobiliarios. Se viene la Isla de Marchi. Son todos terrenos nacionales que los van a rematar.

Y tiene que ser un negocio conjunto de Nación y Ciudad, porque la Ciudad es la que da la normativa. A nadie le conviene vender o a nadie le conviene comprar si no está asegurado que la Ciudad le va a dar la normativa de poder construir torres, entonces ahí siempre hay un acuerdo, como fue con Macri y Larreta. Hubo un acuerdo, un convenio donde la venta se hacía conjunta, porque en la venta iba la simbiosis entre el terreno y la normativa para construir, y se repartía la plata, se repartía la plusvalía.

“A nadie le conviene vender o a nadie le conviene comprar si no está asegurado que la Ciudad le va a dar la normativa de poder construir torres, entonces ahí siempre hay un acuerdo como fue con Macri y Larreta”.


¿Esa lógica cambió o continuó con Alberto Fernández?

Alberto mandó a hacer una auditoría, pero en sus cuatro años nunca apareció. No se hizo. Fueron apareciendo algunos aspectos concretos en la Oficina Anticorrupción, donde hubo denuncias sobre los terrenos de la gestión de Macri, pero la auditoría no apareció. Porque las autoridades continuaron, no hubo un cambio de postura. Internamente cajonearon esa evaluación. Fue la misma lógica privatista de la gestión de Macri.

Se habló mucho en su momento de los avances en cuanto a urbanización de villas en la Ciudad, pero la pandemia dejó expuesta mucha precariedad en terminos de infraestructura en algunos barrios, que provocaron incendios y falta de servicios. ¿Cuál es la situación que están atravesando los barrios?

El gobierno tuvo la estrategia de que ante cada gran problema de la Ciudad, dio una respuesta parcial o superficial para decir que está atendiendo el problema. Para el reclamo de la emergencia habitacional, el gobierno dijo “tenemos políticas de urbanización de villas”. El gobierno de Larreta identificó a un par de villas para comenzar el proceso de urbanización, eso generó que toda la política habitacional se concentrará solamente en esa política de organización de un par de villas.

Los créditos colectivos para la autoconstrucción de vivienda estuvieron constantemente cercenados por falta de presupuesto, casi no se compraban terrenos en la época del “macrilarretismo”. El programa de subsidios habitacionales sigue siendo el mismo, cuando la Ciudad ahora está en sus peores crisis.

A pesar de que en la Justicia hay más de 5.000 demandas al Gobierno (ya que su política de subsidios habitacionales es inconstitucional) utilizó la política de organización de villas para decir “estamos haciendo cuestiones relacionadas con la vivienda”. Abandonó todas las otras políticas, y abandonó todas las otras villas. Es decir, una vez que identificó a estas villas, que es el barrio Carlos Mujica, el barrio Rodrigo Bueno, Chacarita con la Villa 20, una parte del barrio de Barracas 21-24; abandonó todas las otras villas, que quedaron en una especie de letargo esperando que les toque su turno. Y ahora vemos que cuando asumió Jorge Macri ya decidió frenar esa política. ¿Qué pasó con estas villas seleccionadas por el gobierno? La Villa 20, principalmente por un compromiso judicial, por lo que fue la ocupación del Barrio Papa Francisco, en los acuerdos que se hicieron para desocupar el terreno, hubo una promesa de que se iban a construir viviendas para las familias. Porque el gobierno quiso vender esos terrenos que históricamente eran para la urbanización. Entonces, cuando se vio que se iban a vender, las familias del barrio los ocuparon justamente para que no se vendan a privados y se cumpla la promesa. Cuando se desalojó, se avanzó con el compromiso de los complejos habitacionales. La Villa 20 se eligió por ese motivo.

“A pesar de que en la Justicia hay más de 5.000 demandas al Gobierno, ya que su política de subsidios habitaciones es inconstitucional, utilizó la política de organización de villas para decir “estamos haciendo cuestiones relacionadas con la vivienda”. Abandonó todas las otras políticas, y abandonó todas las otras villas”.


En el Barrio Rodrigo Bueno y el Barrio Carlos Mugica están las tierras más caras de la Ciudad. Uno en la Costanera Sur y otro en la Costanera Norte. El gobierno de Mauricio Macri en su momento, como no pudo pasar las topadoras porque había leyes que protegían esos barrios, decidió que el mercado sea quien expulse a las familias. Y la metodología era en ese momento entregar títulos de propiedad. Títulos de propiedad sin llevarle servicios públicos, sin mejorar las condiciones habitacionales, porque teóricamente evaluaron de que las familias iban a vender sus tierras a privados y los privados iban a urbanizar las villas.

Tuvo una gran resistencia de los barrios populares ese modelo de urbanización, y se opusieron a que le entreguen título de propiedad de forma previa a recibir la mejora en la infraestructura, servicios públicos, y la adecuación de su vivienda con una mejor calidad habitacional. Si uno recuerda la campaña presidencial de Macri, recorría el país presentando el modelo “Los piletones”. El Barrio Los piletones es un barrio que quedó a medio urbanizar. Algunas casas se escrituraron, otras no, sin servicios públicos. Ese modelo fracasó en la Ciudad. Asumió Larreta y dijo “vamos a hacer un modelo algo similar al que están pidiendo las poblaciones, así que comencemos con la red de servicios públicos y comencemos a construir viviendas”. Hicieron grandes complejos habitacionales, y lamentablemnte sucedió lo mismo que venía sucediendo, porque piensan que con esos grandes complejos van a solucionar las problemáticas de esos barrios, cuando luego de que se entrega la vivienda son abandonados, la administración de esos servicios no funciona, y no se preocupan por las condiciones económicas de las familias, que es necesario para poder mantener esos edificios.

En algunos casos se han construido edificios de muy mala manera, como es el caso de la Villa 31, donde esos edificios en pocos años van a estar prácticamente arruinados. Un método constructivo que lo construyeron mal, que es el Steel Framing. El diseño de los edificios parece de cárceles. Lo peor que pudieron haber hecho es construir casas de cartón, mal diseñadas. Por eso no se promociona tanto, porque la población no está muy contenta. Es una urbanización en que el Estado puso muchísima plata, con consultoras, y que la población no está contenta con los resultados de esas urbanizaciones. Son modelos que no son replicables, es mucho dinero, mala gestión. Y una población no contenta es el peor resultado una vez que vos decidiste poner plata en un barrio. En otros barrios las construcciones fueron un tanto mejor, porque hubo más resistencia en los barrios. La 31 no, por distintos cooptamientos de los delegados con recursos que puso el Estado.

¿Para cooptar punteros?

Sí, punteros, delegados que no generen oposición en el barrio. En la 31 es donde más plata se puso. También en la relación con los narcos en la 31. Porque siempre se habla de la política antinarcos en la Ciudad de Buenos Aires, pero uno ve cómo a esos sectores se les entregan muchas más viviendas, no se tocan sus interinatos. En Rodrigo Bueno, Larreta ni siquiera pudo hacer campaña. La primera vez que fue tuvo que salir escapando, porque hubo una gran manifestación allí, por todo el tema de la falta de cumplimiento de los acuerdos. Gente que le habían sacado tierras y no le dieron su vivienda. Un desmanejo total, y prácticamente ningún barrio pudo mostrar el tema urbanización como un éxito. A pesar de ser el gobierno que más plata puso en urbanizaciones históricamente, pero ahí te das cuenta de que no es solo una cuestión de dinero. Es una cuestión de democratizar las decisiones, no supeditar los derechos de las familias a intereses inmobiliarios.

¿En Rodrigo Bueno qué paso? Como tienen que comenzar este año con el negocio de IRSA de Costa Urbana, necesitaban desalojar gran parte del barrio para elevar su cuota. Porque el barrio de al lado, el de IRSA, cuando se construya va a elevar la cuota. Y elevar esa cuota implica que se inunde Rodrigo Bueno. Para que no pase, están haciendo un borde costero, entonces es una obra supeditada al negocio de al lado. Para hacer esa obra y llegar a tiempo, tuvieron que forzar a que familias se retiren, y como no tenían los complejos suficientes, obligaron a familias a que se vayan a hoteles. Y están hace tres años en hoteles cuando antes tenían su casa. Hay familias que están pagando el alquiler con la promesa de vivienda a futuro, pero de acá a cuatro años.

Por la velocidad del negocio inmobiliario, apresuraron sacar a familias sin tener las viviendas necesarias. Entonces hay un enojo muy grande en el barrio, y no se cómo lo van a solucionar, más ahora que Jorge Macri cortó el chorro en las villas. Porque Macri está vaciando a los trabajadores del IVC. Ya dijeron que no van a cumplir con ninguna alta que se haya firmado, que vayan a la justicia. Así que en lo barrios se va a generar una crisis social importante.

En relación al negocio inmobiliario, hay mucha información cruzada respecto de las reformas de estos meses en la línea de subte D, acerca de que podría tratarse de cuestiones vinculadas al colapso que está generando la edificación de torres en las zonas de riesgo. ¿Qué análisis hacés de esa situación? ¿Las inundaciones frecuentes en la Ciudad pueden estar relacionadas con lo mismo?

A nivel general hay partes de la Ciudad más relacionadas con el contorno ribereño que se están hundiendo, el sector de Núñez es un ejemplo paradigmático. Y la correlación -porque no hay estudios para saber una causa directa, de ese hundimiento de viviendas, que genera resquebrajamientos y grietas- comenzó con mayor intensidad a medida que fueron construyendo grandes torres, en principio con el Chateau, siguiendo por todos los edificios de Avenida Libertador, y ahora se van a agregar las torres de Werthein en el Parque de la Innovación. Eso está llevando a la consciencia colectiva de que hay un problema con los subsuelos en la Ciudad. Eso llevó a esta manifestación sobre las obras del subte, de que se están hundiendo los rieles. Nosotros hemos visto que la organización que más información tiene es la página Subte.com, y ellos consultaron tanto a funcionarios como a trabajadores, pero no encontraron una respuesta en ese sentido. Hubo un video que circuló, pero no pudimos encontrar a la persona que lo hizo para saber si es un profesional. Eso no está corroborado, pero no implica que no haya problemas con los suelos.

Los dos problemas grandes que tiene la Ciudad son la “isla de calor”, y el tema “inundaciones”. Hace mucho tiempo que venimos pidiéndole al gobierno que actualice el plan hidráulico. El plan es del año 2005, ya pasaron casi veinte años. Se hizo con datos de los noventa. A nivel mundial hubo una gran profundización del cambio climático, gigantesca. Y eso no fue internalizado en políticas públicas. No tenemos un plan adecuado al estado actual del clima a nivel mundial y en la Ciudad de Buenos Aires. Por otra parte, en los últimos 30 años la Ciudad se ha modificado radicalmente: se han perdido muchos espacios verdes, no solo espacios públicos, también los privados, como son los pulmones de manzana. La modificación de los códigos hizo que se pudiera construir estacionamientos, y que cuando no se pueda construir en superficie, se pueda hacer en subsuelos. Eso implica que cuando se tiene que construir un subsuelo para estacionamiento de autos, elimines toda la vegetación y la posiblidad de que haya árboles a futuro. Es lo que ha sucedido en los barrios de casas bajas. Se asfaltaron muchísimas calles que tenían adoquinado. Se están haciendo negocios en la costanera. Se incrementó el uso de las cloacas y aguas por la construcción de edificios.

“En los últimos 30 años la Ciudad se ha modificado radicalmente: se han perdido muchos espacios verdes, no solo espacios públicos, también los privados, como son los pulmones de manzana. La modificación de los códigos hizo que se pudiera construir estacionamientos, y que cuando no se pueda construir en superficie, se pueda hacer en subsuelos”.


Hay toda una transformación orientada al tema hidráulico en la Ciudad que no se ha internalizado. Tuvimos la ventaja que en los últimos años fueron años más secos, pero los que vienen son de mucha lluvia. Y cada vez que llueve, se inunda. No se generó aun algo como el 2013, cuando murieron ocho personas en la Ciudad y muchas más en La Plata, pero cada vez que llueve se inunda. Ese problema hidráulico no se va a solucionar solamente con túneles. Hay sectores de la Ciudad donde no se pueden seguir autorizando subsuelos. Los subsuelos funcionan como diques para las napas, pero si vos ponés en todo el área de costanera subsuelos, estás creando paredones para que el agua de lluvia llegue al río. Además, es achicar constantemente las napas, y genera que los suelos se modifiquen.

Yendo a la situación en el plano nacional, lo que se observa en la Ciudad es que desde lo que fueron las primeras políticas de Milei se activó una organización muy concreta en los barrios mediante asambleas, cacerolazos, que si bien seguramente implica una organización de muchos años, puede resultar importante para consolidar una lucha futura. ¿Cómo caracterizás esa organización y cuál es el acompañamiento que ustedes han realizado?

El movimiento de asambleas en la Ciudad fue muy fuerte y poderoso en la crisis del 2001 que, como todo movimiento asambleario, surge de una necesidad, que tiene momentos de mayor intensidad y momentos en que va decreciendo. Ese movimiento fue decreciendo cuando asumió el kirchnerismo. Hay algunas que permanecieron y se transformaron más en colectivos. La diferencia entre una asamblea y un colectivo es que la primera no te pide una afinidad de ideas, sino en la causa. Quizás estás de acuerdo en más espacios verdes para el barrio, pero podés tener una mirada distinta en lo que hace a educación. La ventaja es que se pueden acercar personas con distintos pensamientos, pero eso no sirve para saltar a otra causa. Tenés que volver a generar acuerdos. Hay asambleas que encontraron esas afinidades y se convirtieron en colectivos, como la Asamblea de Plaza Dorrego, La Alameda. Muchos movimientos sociales se sumaron al kirchnerismo, pasaron de estar muchos años como independientes a ser orgánicos.

Luego hubo un renacer de las asambleas, que concidió con el gobierno de Macri en la Ciudad, donde ya no se reunían por causas económicas y sociales a nivel nacional (como era en el 2001), sino causas concretas urbanas: urbanización de villas, venta de tierra pública, espacios verdes, protección del patrimonio, instalación de estadios o shopings. Se pasó de asambleas nacionales a territoriales en los barrios. Y por las agresiones del gobierno de la Ciudad, se fueron articulando. Hubo campañas por el código urbanístico, campañas contra la venta de tierras públicas, campañas por la costanera. La última fue la del tema urbanístico.

El rol que nos tocó fue el de traducir lo técnico a algo más llano para la sociedad. El Código Urbanístico tiene 900 páginas, todo muy técnico, que incluso a nosotros como abogados no nos enseñan en la Facultad. Entonces, hubo que traducir eso al llano y explicar cómo impacta en la ciudadania. Y generar los espacios para que las asambleas puedan conocerse y articularse. Con cierta legitimidad, que hemos logrado en las luchas de estos años, pudimos convocar y que vengan las asambleas. Es mucho el dinero que corre en el mercado inmobiliario, y nos han tratado de coimear repetidamente. Por eso tenemos la legitimidad de que luchamos por esas causas y no nos vendemos. Eso nos da la oportunidad de realizar convocatorias amplias y abiertas, y que las asambleas vengan y sepan que es un espacio donde se va a poder articular.

¿Cuál crees que va a ser el rol de la Ciudad, con estas dinámicas de organización en barrios, en lo que respecta al conflicto social, que si bien es nacional, tiene su acción directa en la propia capital?

Esta dinámica asamblearia lo que permite en la Ciudad es tener mucha población que está acostumbrada a convocarse. Porque cada asamblea -como mencioné antes- surge por el tema, no es que permanece. Va cambiando el tema, y la dinámica es la autoconvocatoria. Hay un tema y dicen “nos convocamos”, y los que están en el barrio van por ese tema. Si hay otro tema, ya habrá otra convocatoria, y capáz venga el 75 por ciento de la anterior, porque ya depende de acuerdos nuevos. Esa dinámica que tenemos nos ayuda a organizarnos cada vez que tenemos un tema que queremos afrontar. Nosotros en el 2018 ya veníamos con el “ruidazo” por el tema de las tarifas. En la autoconvocatoria, las asambleas, los ruidazos en las esquinas, hay como una experiencia acumulada, y ya se sabe en qué esquina se va a ir. Acoyte y Rivadavia es ya una clásica o Independencia y Defensa en Parque Lezama.

A partir del anuncio del 20 de diciembre del DNU, estuvieron los ruidazos espontáneos, donde la gente que estaba indignada salió y ya sabía a qué esquina ir. Y el segundo paso fue la autoconvocatoria. Nos autoconvocamos contra el DNU, la Ley Ómnibus, el Protocolo Antipiquete. Las asambleas de ahora -salvo las consolidadas- son nuevas, fueron nuevas convocatorias para lograr acuerdos. Quizás en las del código urbanístico haya hasta libertarios, y si vos convocás por el DNU, esos libertarios no van a ir. Por eso es importante en la autoconvocatoria saber con qué acuerdos se hace. Porque las asambleas de ahora, que son más de 30 en la Ciudad, y más de 100 en todo el país, existe esa política de estar contra el DNU y las políticas de Milei.

El problema que estamos viendo es que cuando eran asambleas urbanas, los partidos no estaban muy interesados en cooptarlas. Nosotros creemos que los partidos políticos de la oposición sacrificaron la discusión urbana en la Ciudad. Al sacrificar políticamente la Ciudad, sacrificaron la discusión urbana. Los partidos no se interesaban, y los partidos de izquierda se movían por discusiones nacionales. Estas asambleas, al empezar a abordar temas nacionales, y tener un gran crecimiento, están siendo terreno de disputa de los partidos políticos. Hay muchas tensiones, y algunas asambleas se partieron. Están tratando de protegerse y no ser cooptadas o mitigar esa bajada de línea partidaria. Vemos que varios partidos de izquierda hicieron una bajada de línea para cooptar asambleas y que empiecen a responder órganicamente a las medidas de ellos.

La última gran tensión fue cuando los partidos de izquierda querían que fueran a cacelorear a la CGT, que es una medida un poco controvertida y que va a generar divisiones en todas partes, más que consensos. Y además no blanqueando que era una convocatoria de partidos políticos sino usando de punta de lanza a las asambleas. Muchas lograron frenar eso, pero otras fueron. Lo que sucede es que los que votan y pierden, se sienten excluidos. Ya no se sienten parte. Nosotros ahí creamos el 30 de diciembre un espacio de “asamblea de asambleas”. Donde pusimos como consigna que las decisiones se tomen por consenso, y no por votación. Lo que no se consensua, no se avanza. Para que lo que importe sea la medida y no ponga en juego la unidad de las asambleas.

El mandato que tenemos ahora es de defender el movimiento asambleario. No significa que seamos antipartidarios, nosotros tenemos un partido político, pero como venimos de las asambleas, la mirada es que las asamblea tiene una forma de funcionamiento distinta, y es muy valioso que existan. Así como es valioso que existan los sindicatos, los partidos políticos. Cada uno tiene su rol, su forma organizarse. No puede ser todo lo mismo: los movimientos sociales, las asambleas, los partidos; no puede ser todo lo mismo y que te acumulen a un tipo de la administración política. Cada uno tiene su espacio de intervención, su sistema de convocatoria, su integración, y eso tenemos que aprenderlo. Creo que ha sido uno de los grande problemas que tuvimos en los últimos años, el no haber aprendido a respetar esos distintos espacios.

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