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El David Marrón | Romper los mandatos estéticos

La obra escrita por David Gudiño y dirigida por Laura Fernández nos cuenta, a partir de un inesperado romance, los cimientos racistas presentes en la cultura y en la moral que configura nuestros vínculos más íntimos.


Por Marvel Aguilera.

Mucha de nuestra trágica historia como joven nación ha sido dirimida bajo la dicotomía de “civilización” y “barbarie”. Las campañas de exterminio, las cruzadas evangelizadoras, y la desterritorialización de los pueblos originarios estuvieron justificadas por esa lógica de progreso iluminista que venía a traer desarrollo en tiempos de “salvajismo”. La llegada de Sarmiento a la presidencia dejó en claro que, lejos de ser un problema de mera educación, había en la dicotomía una necesidad de separar a los “bárbaros”, considerados inferiores por su origen, de quienes estaban destinados a dominarlos por su primacía de clase.

El racismo, pese a las capas ideológicas, sociales, políticas, sigue siendo el núcleo central de muchas de las tramas de violencia y desigualdad que rigen hoy a la sociedad y a sus relaciones, pero ¿es el racismo el síntoma de una sociedad que se niega a reconocer los orígenes de su identidad? ¿Por qué sabiendo esto naturalizamos la invisibilización de la gente marrón en los lugares de toma de decisión?

El David Marrón, obra escrita y protagonizada por David Gudiño, nos narra una historia de amor entre dos jóvenes constreñida por la herencia cultural racista. Con el trasfondo del David de Miguel Ángel, la representación más cabal del anhelo blanco por invisibilizar cualquier otro tipo de identidad, las estigmatizaciones y mandatos estéticos estarán a la orden del día, incluso en la manera que elegimos vincularnos.

“En ese amor silvestre, impulsivo y prometedor hay un trasfondo de desigualdades y privilegios que comenzará lentamente a filtrarse, en conductas, en maneras de vincularse con el entorno social, en la presión de las miradas ajenas”.


La historia entre David y Juan empieza en el baño de un museo. Entre grandes esculturas y celebradas obras que retratan la historia trágica y violenta de nuestra patria, hay un deseo que refulge entre dos hombres de diferentes culturas. En ese amor silvestre, impulsivo y prometedor hay un trasfondo de desigualdades y privilegios que comenzará lentamente a filtrarse, en conductas, en maneras de vincularse con el entorno social, en la presión de las miradas ajenas.

La idealización, a la luz de las grandes obras de arte legitimadas por la cultura hegemónica, se deshilvana como un hilo que corre los acontecimientos de violencia, sometimiento e invisibilización que pesan detrás de cada manifestación artística. Porque lo que puja, incluso en una sociedad que se jacta por ser inclusiva, es la negación de la propia identidad étnica: del mestizaje criollo, de los cabecitas negras o los morochos del conurbano.

Con una puesta centrada en los objetos, en un David fragmentado que muta desde musa del deseo, oráculo de sabiduría a roca de Sísifo, David Gudiño despliega una interpretación jugada, corporal y emocional, sardónica y grotesca; en un personaje que va develando las ficciones de lo políticamente correcto. Lo vulgar actúa como resistencia a una impolutez colonialista, perseguidora de lo popular, de los putos, de los marrones, de todo lo que no encaje en el esquema del progreso bienpensante.

Fotos: Adhemar Miranda

El David Marrón, dirigida por Laura Fernández, nos relata una historia de humor y denuncia, de sensibilidades y resonancias críticas. Un texto donde el arte oficia como vaca sagrada del racismo civilizatorio y donde el romance es el punto de quiebre para una reivindicación identitaria: la del rostro argentino. Ese que se cruza en cualquier barrio popular, desde La Quiaca a Florencio Varela, desdibujado por el revisionismo histórico, las industrias culturales y los pasillos jerárquicos de la política.

Una obra que con lucidez, desparpajo e ingenio esboza una mirada profunda acerca del racismo impregnado en el sentido común que construyen a diario los medios y la cultura de masas. Una historia de vínculos, deseos y rupturas que, lejos de encarnar estereotipos, los rompe para hallar las huellas sociales que nos espejan, las que tantas veces nos resistimos en reconocer.

FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA

Dramaturgia: David Gudiño
Actúan: David Gudiño
Vestuario: Rodrigo González Garillo
Escenografía: Norberto Laino
Iluminación: Matías Sendón
Estilismo: Lima De Souza
Fotografía: Alejandra Lopez
Diseño gráfico: Martín Gorricho
Asistencia de dirección: Gabino Torlaschi
Prensa: Prensópolis
Realización: Maite Corona, Walter D. Lamas
Dirección: Laura Fernández

Dumont 4040Santos Dumont 4040, CABA.
Función: Viernes 21:30 hs.

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