Visuales

Local/cito | Una danza poética del desmoronamiento

La obra de María Figueras trasluce las transformaciones sociales de los años noventa a partir de un pequeño comercio de barrio.


Por Marvel Aguilera.

Lo pasado, borrado. Ese sintagma es el que flota en el discurso actual, pero sin ser explicitado. Una atmósfera de renovación guiada por las grandes plataformas, por la inteligencia artificial, por la robótica y la incidencia algorítmica. Nadar en un mar vertiginoso donde todo cambia a cada minuto, como una suerte de scrolleo social. Bauman decía que la nuestra es una versión privatizada de la modernidad, una cuyo peso recae en los hombros del individuo. Los años noventa fueron ese primer salto hacia una ruptura social: los shoppings, el consumo, la timba financiera, el lujo como fachada. Estamos mal, pero venimos bien, se decía desde el sillón de Rivadavia. Hoy todo parece repetirse, casi como un imán empujándonos al desmoronamiento. ¿Qué cosas estamos dispuestos a ceder de nuestras identidades para adaptarnos a las transformaciones? ¿Cuáles son los vínculos que podemos sostener cuando lo cotidiano se rentabiliza?

María Figueras escribe y dirige Local/cito, una comedia agridulce sobre la transición social a un mundo globalizado a partir de un pequeño local de artículos de librería en el barrio de Avellaneda. Una familia resquebrajada por la muerte del padre y la inercia de seguir adelante con un proyecto que a las claras ya no encaja. Una madre absorta en la tristeza que revive en lapsos oníricos, conectándose con el amor que el comercio supo representar. Dos hijos (Agustín Daulte y Malena Resino) perdidos en la incertidumbre de elecciones, añoranzas y vínculos ligados a una abstracción, la de evitar reconocerse a sí mismos. En esa lógica de sueños, vasos de vodka, agendas vencidas y vendedores de buzones, el propio “Localcito” cobra vida para alzar su voz. Baila, ríe, sufre, desea, como un espejo de lo que no se puede ser cuando los días son una carga monótona por sostenerse.

La obra se mueve rápido, por espasmos, con personajes que entran y salen de escena, como un sube y baja emocional en un entorno en transformación. Con una puesta en escena que pone en movimiento permanente a los actores, Local/cito se despliega como una danza poética y surrealista. Una oda sobre la identidad colectiva y el paso del tiempo, que va más allá de lo dicho, que está latente en los objetos, en los sonidos, en las sensaciones, e incluso en los lugares que nos conforman.

“Con una puesta en escena que pone en movimiento permanente a los actores, Local/cito se despliega como una danza poética y surrealista. Una oda sobre la identidad colectiva y el paso del tiempo, que va más allá de lo dicho, que está latente en los objetos, en los sonidos, en las sensaciones, e incluso en los lugares que nos conforman”


Figueras, en el contexto de una mercantilización de la vida misma, nos habla de las comunidades en disputa que son vapuleadas por el precepto del éxito y el progreso individual. El shopping, como paradigma del consumo voraz y espectacular, viene a clausurar la lógica barrial de los pequeños comercios: librerías, carnicerías, tiendas de ropa, almacenes; todo queda contemplado en el laberinto del scrolleo humano. Uno que no admite infelicidades, derrotas ni frustraciones; uno que todo lo puede financiar a costa de la roca de Sísifo del endeudamiento eterno.

Aymará Abramovich se pone en la piel de Olga, una madre viuda que debe sacar a cuestas el negocio familiar anclado al sentimiento de pérdida y derrumbe emocional. Un pequeño local que funciona como un hogar disfuncional, entre artículos vetustos, sueños rotos y represiones identitarias. De esa necesidad de abrazarse a los lazos más humanos, paradójicamente, Olga conectará en su mente con la figura del local (Miguel Ferrería). Una consciencia que emerge como señal de amor y contención en medio del forcejeo dialógico entre quienes quieren vender, mediados por el lobby y el ansia de sentirse elegidos (Mercedes Moltedo y Ezequiel Baquero), y quienes se resisten a ello.

Foto: Malena Figó

Local/cito, inmersa en la fanfarria neoliberal de los años noventa, que trastocaron no solo una forma de entender la economía, sino los valores, los goces, y particularmente las relaciones humanas, expresa el propio vaciamiento de los personajes. Personas abatidas por un sentimiento de desarticulación, como piezas de un rompecabezas que ya no encastran en el dibujo, que rebotan entre la histeria, la desesperanza y el afán de que, quizás, haya un mínimo resabio de pertenencia y reconocimiento al interior del pequeño comercio.

Con un humor perspicaz, plagado de buenos diálogos y un juego imaginario de las realidades, Figueras entrega una comedia de humores desbordantes y mensajes sutiles, donde los conflictos sociales se entrelazan en la sensibilidad de cada personaje.

Una obra que nos muestra las fragilidades de una Argentina que, pese a muchos traspiés voluntarios, entre delirios aspiracionales y desmemorias colectivas, elige reconvertirse una y otra vez.

Ficha Técnica y Artística

Elenco: Aymará Abramovich,  Ezequiel Baquero, Agustín Daulte, Miguel Ferrería, Mercedes Moltedo, Malena Resino y la voz en off de Rafael Spregelburd.
Colaborador artístico y diseño físico: Pablo Castronovo
Asistente de dirección: Dan Cohen
Diseño de escenografía y vestuario: Gabriella Gerdelics
Luces: Matías Sendón
Asesoramiento musical: Fernando Sayago
Fotos: Malena Figó para  @lepetitstudiomale
Diseño gráfico: Feroz Visual Studio @feroz_vs
Producción ejecutiva: Jimena Morrone
Dramaturgia y dirección: María Figueras

Espacio Callejón: Humahuaca 3759, CABA.
Funciones: Domingos 18.30 hs. y sábados 22 hs.

Related posts
Visuales

Dejar Romero | Recobrar los límites del encierro

Vértices

Laura López Moyano: “La construcción de una identidad como actriz tiene que ver con poder elegir proyectos, rodearte de personas o artistas”

El Pregonero

Un plan de exterminio institucionalizado

Vértices

Marcia Schvartz “La pintura la entiende cualquiera, entra por los ojos, es mente”

Seguinos en las redes @rudalarevista Revista ruda