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Fando y Lis | El más absurdo sentimiento

El clásico absurdista de Fernando Arrabal, dirigido por Rafael Prieto Macia en El Jufré, es un retrato certero de la humanidad actual: aturdida, empujada por la inercia en búsqueda de un horizonte que cada vez parece más lejano, atravesada por la violencia, el cinismo y el desprecio más cruento por la vida de los demás.


Por Marvel Aguilera.

Hace unos años el cineasta finlandés Aki Kaurismäki, con motivo de su retrospectiva, decía que “ya no hay capitalismo, sino sadismo”, y es probable que su rimbombante expresión hoy no sea tan solo cierta, sino que escasa. Que la pérdida del sentido de la humanidad, tan devastada tras las consecuencias de la pandemia y la creciente desigualdad, nos haya dejado a la deriva de un ocaso apocalíptico. Uno en donde las presiones económicas son extenuantes, y en que la falta de conexión humana hace que vivamos en múltiples fronteras, linderas, con hordas de descontento que se canalizan a través de expresiones radicales, de violencia física y simbólica multiplicada en medios y en redes sociales.

Fando y Lis, el clásico absurdista de Fernando Arrabal, dirigido por Rafael Prieto Macia en El Jufré, es un retrato certero de esta humanidad actual: aturdida, empujada por la inercia en búsqueda de un horizonte que cada vez parece más lejano, atravesada por la violencia, el cinismo y el desprecio más cruento por la vida de los demás.

Fando (Jhonatán Céspedes) y Lis (Stephany Herrera) son dos jóvenes amantes que transitan un camino desértico hacia la onírica e inalcanzable ciudad de Tar. En ese viaje, que parece circular y trastornante, los ánimos de ellos irán transformándose, experimentando la apatía, el odio y la desesperanza, hasta reencarnar en una nueva ilusión que los presta a continuar intentado la fatal proeza de llegar. Tres extraños personajes se cruzarán con ellos, Mitaro (Karina Nelson), Namur (Eugenia Leyes) y Toso (Gregory Preck); seres que bordean entre la insania y la prestancia, entre la simpatía y la más pura maldad. Marginados de un lugar que quizás ya no existe, circulan como espectros atemporales sobre el camino. La falta de comunicación que manifiestan en conversaciones sin sentido y las trabas mentales que les impiden proseguir su viaje, son los signos que ilustran la carencia de perspectiva de una sociedad empujada a sobrevivir sin territorios ni creencias ni pensamiento crítico.

“En ese viaje, que parece circular y trastornante, los ánimos de ellos irán transformándose, experimentando la apatía, el odio y la desesperanza, hasta reencarnar en una nueva ilusión que los presta a continuar intentado la fatal proeza de llegar”.


La puesta de Rafael Prieto Macia nos habla no solo de los tiempos que nos coercionan socialmente, sino de los cimientos de violencia que perviven en nuestros vínculos. El amor “resistente” al que tanto vuelven Fando y Lis luego del maltrato y los abusos, es el cimiento que permanece en esta contemporaneidad, que tanto ha cambiado ciertas formas para adaptarse a los nuevos tiempos, pero que en el fondo conserva mandatos, sometimiento y muerte. Cadenas que se quitan un tiempo pero vuelven. Maquillaje social que evita mostrar que en el fondo el cuadro es el mismo: dominaciones y complicidades que se sostienen y naturalizan, que se adaptan a un sistema caníbal que se indigna, pero que luego elige olvidar para seguir con su paso.

El hecho de que buena parte del elenco provenga de latitudes distintas bien podría ilustrar aquello que los personajes evidencian, la desterritorialización y el movimiento al que los pueblos están expuestos, más aún en una lógica de globalización que se agiganta modificando identidades nacionales y transformando los rasgos culturales más propios.

Por otro lado, la ciudad de Tar que tanto Arrabal como Jorodowsky -en su puesta cinematográfica- exponían como ese paraíso perdido que tanto anhelaban alcanzar los personajes, en esta obra de Prieto encarna algo menos espiritual y más tangible: un paraíso terrenal que lentamente se destruye por la mano humana, en ese afán consumista y ambicioso que deja expuesto un camino de tierra muerta, ecocidio, caos y miseria en donde sobrevivir es enfrentarse unos contra otros hasta el cansancio, por tierra, por trabajo, por algo de felicidad en medio de tantas expresiones de odio.

La obra juega con las luminarias, la música y las visuales. Un híbrido que intenta transmitir los matices que van cambiando a medida que el relato se tensa. La atmósfera está construida sobre una escenografía sencilla, caracterizada por un árbol en el centro que deja sus raíces colgantes, y que si bien puede tener que ver con esa falta de territorio de los personajes, por otra parte, podría pensarse desde ese pasado que intenta ser arrancado en épocas de autoritarismos y opresión. Uno que flota sobre la memoria de los pueblos esperando ser validado en medio de la dictadura del presente absoluto.

Fando y Lis es una obra a la que siempre es necesario volver, que parece sostenerse en el tiempo. Un retrato sobre las imposibilidades, sobre los engranajes de una vida que parece girar siempre sobre el mismo eje. Un relato en el que las emociones y la razón están en disputa, chocan a través de la violencia, la pérdida y la necesidad de una esperanza; para convertir nuestra historia en un cuento caótico sin ninguna cohesión; en una comedia trágica que nos recuerda nuestras imperfecciones, nuestros límites y cómo el más preciado sentido de nuestra existencia puede finalmente estar construido en base al más absurdo de los artificios.

FICHA TÉCNICA ARTÍSTICA

Elenco: Jhonatan Céspedes, Stephany Herrera, Karina Nelson, Eugenia Leyes, Gregory Preck
Dirección: Rafael Prieto Macia
Asist. Dirección: Yanireé Calderón
Autor: Fernando Arrabal
Escenografía: Gisele Velázquez
Realización: Andrea Rodríguez, Gisele Velázquez, Rafael Prieto
Vestuarios: Laura Pérez
Selección Musical: Rafael Prieto
Mezclas: Maximiliano Rodríguez
Operador de sonido: Jairo Prieto, Nataly Funes
Operador de Iluminación: Christian O’kunningtons
Diseño de Iluminación: Rafael Prieto, Gisele Velázquez
Diseño Audiovisual: Nataly Funes
Fotografía: Gabriel Ciuró, Hernán Foscaldo
Diseño Gráfico: Andrea Rodríguez
Prensa Internacional: Hernán Colmenares
Producción General: La Camarita Productora

El Jufré Teatro BarJufré 444, CABA.
Función: Viernes de Agosto – 20:30 hs.

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