Oriundo de Barranquilla, el autor de El mundo huérfano (publicado por Penguin Random House en 2016) y participante del Bogotá39, discute el desprecio del mundo literario por lo sentimental, enseña escritura en sectores vulnerables de Colombia y boga por la utilización del lenguaje inclusivo.
Texto y fotos Lucas Tyan.
Giuseppe Caputo espera parado, le da la espalda a la puerta del Museo Nacional de Colombia y ve cómo pasan delante de él cientos de vehículos sobre una de las calles más emblemáticas de la ciudad de Bogotá: la Carrera Séptima. El día es cálido y por ahora soleado pero hay nubes que están dispuestas a darle pelea a esa luz. Abrigado con una bufanda, Giuseppe luce una “chaqueta” y un pantalón de jean que corta con una camiseta amarilla.
Su voz es dulce. Tiene una sonrisa que surge espontánea al finalizar cada frase, se podría decir que es una síntesis de su actitud: entre pícaro y ansioso. La velocidad de su voz, acompañada de la gesticulación de sus manos, revela su procedencia: Barranquilla, en costa del Caribe.
Giuseppe estudió Escritura Creativa en la Universidad de New York y se especializó en estudios de Género en la Universidad de Iowa, Estados Unidos. Fue Director Cultural de la Feria del Libro de Bogotá (FILBO) y ahora dirige la Maestría en Escritura Creativa en el reconocido Instituto Caro y Cuervo. Es autor de la novela Un mundo huérfano editado por Penguin Random House en 2016. Un año después integró, junto a Samanta Schweblin y Martín Felipe Castagnet entre otros, la lista del Bogotá39, evento que reúne a los mejores escritores de ficción menores de 40 años de América Latina.
Un mundo huérfano
Es la historia de un padre y un hijo. Es una historia de amor en una ciudad desigual y violenta.
“Recuerdo el hambre.
El hambre, más bien, me recuerda que está: un remolino, siento, de dolor y de vacíos que me sacan del mundo sin sacarme del cuerpo. Una fuerza que reduce el mundo a mi cuerpo. Un dolor que me agiganta”.
Hay un tema en cada capítulo: Pobreza y recursividad, violencia, sexo, religiosidad, tiempo y muerte. “Busqué que mi prosa hiciera lo mismo que los personajes hacían para sí mismos: darse lo que la sociedad no les está dando”, dice ya sentado en el patio del bar del Museo, mientras algunas nubes comienzan a marcar territorio. “Durante el proceso de escritura todo el tiempo pensaba en borrar escenas que consideraba ‘sentimentales’. Esta palabra siempre me rondó por su significado ¿cómo describir la ternura y eso que nos ablanda sin que sea algo ñoño o caer en lugares comunes? Y esto se convirtió en un desafío”, cuenta Giuseppe, mientras el cielo suelta las primeras gotas de la mañana.
“El discurso que uno hereda dice que lo sentimental es algo ajeno al intelecto, algo sobrepasado por la emoción (…). Entonces, ¿qué es lo sentimental? Es lo que feminiza, lo que des-clasa”
“Fui pensando por qué tengo miedo al ‘te amo, mi hijito’. Y me di cuenta que ahí entraba el otro: ¿qué pensarán de esa frase? Es ‘sentimental’, ‘cursi, y recordaba elogios a otras obras: es una prosa ‘contenida’, es una prosa con ‘músculo’ -cosa que nunca entendí-, y son elogios que se asocian a lo masculino. Recordaba, también, otro tipo de críticas que usan palabras asociadas a lo femenino o a lo ‘maricón’ para destruir un texto, es una prosa ‘floripondia‘ , por ejemplo”, recuerda Giuseppe.
“Sentí que todo esto tenía que quedar dentro de la novela, porque si es un personaje gay o ‘mariposón’ que se está reivindicando en eso, no me puede dar miedo escribir escenas en que la ternura o lo blando formen parte de ellas. El discurso que uno hereda, asimila y reproduce dice que lo sentimental es algo ajeno al intelecto, algo sobrepasado por la emoción y que se asocia con lo popular: el melodrama, la telenovela, la balada, etcétera. Entonces, ¿qué es lo sentimental? Es lo que feminiza, lo que des-clasa, lo que, aparentemente, des-intelectualiza, pero también esa escisión entre pensamiento y emoción es mentirosa porque emoción y pensamiento conviven y cada uno detona cosas en uno. Por ejemplo: los sentimientos negativos son los más entronizados literariamente, en un texto que fue escrito con ‘rabia’ es evidente el trabajo del pensamiento. Pero cuando uno está tranquilo no hay un trabajo del pensamiento evidente y, por eso, esa escisión es tan severa cuando se piensa en algo como la ternura. Y la ternura es una gran herramienta política como lo demostraron las Madres de Plaza de Mayo en Argentina o, acá en Colombia, las Madres de Soacha (Madres, esposas, hijas y hermanos de víctimas de los “falsos positivos”, asesinatos de inocentes, a manos del ejército colombiano, presentados como guerrilleros). Por eso, cuando escribí la novela, tuve que hacer las paces con todas estas preguntas e ideas heredadas que muchas veces no nos cuestionamos”, dice Giuseppe, mientras arruga la cara a causa de los rayos de sol que, ahora, le ganan el mano a mano a las nubes y el agua.
Feria del libro
Su gestión en la Feria del Libro estuvo marcada entre otros ejes por los retos que atraviesa la sociedad colombiana luego de los acuerdos de paz entre las FARC y el Gobierno, el acercamiento de la lectura en distintos sectores y espacios de la sociedad y la apertura a más autores del colectivo LGTBIQ.
“En 2016 decidimos entregar con cada entrada una copia del poema Fin y principio de Wislawa Szymborska, por el fin de la guerra y el principio de algo nuevo – la paz – y mantener las charlas sobre la temática durante toda la Feria para que el conflicto no se reproduzca y para la toma de conciencia”, dice nostálgico. “También propusimos que cada escritor participe de tres actividades: una en la Feria, otra en una librería y una en un lugar poco convencional, por ejemplo: en una estación de buses. Esto fue con la intención de acercar la literatura a personas que no tienen el tiempo o el dinero para visitar la feria”, comenta.
Sobre la apertura al colectivo LGTBIQ en la Feria dice que Colombia tiene una tradición de la figura del terrateniente y que eso se traslada a otros lugares. “La literatura no está exenta: está El escritor gay, El crítico, La mujer, El bisexual, etcétera. Y lo que yo traté es que haya varias Eles, varias Ges, varias Tes, varias Bes para romper con eso, pero no faltó el ‘machirulo’ que me dijera ‘felicidades por tu feria LGTBIQ ’ y ni siquiera el 10% de los escritores eran parte del colectivo. Este tipo de pensamientos sigue presente: ¿por qué darle espacio a más de un gay o una lesbiana? Fácil, para diversificar”, ríe pícaro, Giuseppe, mientras se acomoda para no mojarse por la suave lluvia que empezó, por tercera vez en una hora, a caer en esta parte de la inmensa ciudad.
“La violencia es una fuerza que convierte en objeto a la persona que la recibe, (…) te vuelve un presente absoluto y cuando uno es sólo presente es sólo un objeto. Eso fue lo que intenté visibilizar en Un mundo huérfano”
Su labor como docente
Como director de la maestría en Caro y Cuervo cuenta que va a enseñar 14 novelas cortas latinoamericanas (entre ellas, La Virgen Cabeza de Gabriela Cabezón Cámara), donde se puedan pensar las representaciones de la violencia, la elaboración artística de ésta y los problemas éticos y estéticos que trae con ella y cómo éstas novelas logran esquivar la espectacularización y las formas de invisibilizarla.
“Simón Bale en su ensayo La Ilíada o el poema de la fuerza dice que la violencia es una fuerza que convierte en objeto a la persona que la recibe, ya que para esta persona no hay pasado ni futuro, sólo un presente. La violencia te hace “algo”, la violencia te vuelve un presente absoluto y cuando uno es sólo presente es sólo un objeto. Eso quiero mostrarles y fue, también, lo que intenté visibilizar en Un mundo huérfano”, comenta.
Su labor en Caro Cuervo trasciende las paredes de la institución. Los talleres de extensión sirven como vínculo con los sectores de la sociedad más vulnerables: el diplomado de relatos pacíficos en el Pacífico, los talleres de escrituras en Nariño, Putumayo y Caquetá (las zonas más afectadas por el conflicto armado), con distintas comunidades, con ex combatientes, con víctimas y con mujeres campesinas. El próximo taller será con trabajadoras sexuales trans para que expliquen y cuenten sus experiencias. “La intención es llegar a los lugares y que el instituto se encargue de todo para que los participantes sólo se encarguen de escribir y que sus textos sean lo mejor posibles”, comenta orgulloso.
Lenguaje inclusivo
Giuseppe dice que la pregunta sobre el lenguaje inclusivo llega tarde o temprano en los eventos a los que asiste. “Lo curioso, es que muchas veces utilizo el neutro y no se dan cuenta. Creo que así se puede entrar más a la gente porque es una postura tomada desde el idioma. Creo que este es un debate que se importó desde el inglés, ya que en ese idioma no se puede hablar en neutro. Yo puedo decir ‘que se vayan a la mierda todes’ o sólo decir ‘que se vayan a la mierda’”, comenta.
“Lo que creo, es que en este debate uno debe tomar una posición política y reconocer que el lenguaje se puede ampliar y abrir sin la RAE. Pero, también, creo que incluso puede ser más subversivo lo que no es evidentemente político”, cierra Giuseppe, ahora encandilado por el sol que, nuevamente, volvió a salir pero no sabemos hasta cuando.