Piedra Libre

André Gide: el prosista

El 22 de noviembre se cumplieron 150 años del nacimiento del escritor francés André Gide. A modo de memorabilia literaria, compartimos este breve texto de la investigadora Magdalena Cámpora.


Por Magdalena Cámpora.

Hacia 1920 André Gide encarna en plenitud el ideal de una prosa clásica que algunos llamarán “estilo NRF”. “Esa lengua, yo la quise aún más pobre, más estricta, más pura, pues estimaba que la única razón de ser del ornato era esconder algún defecto; sólo un pensamiento insuficientemente bello puede temerle a la perfecta desnudez” escribió en su Diario.

La prosa de Gide resplandece antes de esa conmoción llamada Louis-Ferdinand Céline, en un tiempo en que la lengua del escritor aún funciona como norma gramatical para el uso del francés. Podría incluso decirse que fue el último escritor en gozar con felicidad y reserva de la autoridad que otorga la fe colectiva en la lengua literaria.

Gide promueve en su escritura, clásicamente, la unidad entre la idea y la frase, la adecuación entre la imagen y el sentimiento, la aserción del moralista del Gran Siglo, un ideal de transparencia y apertura. Pero también: la perspectiva fragmentaria que todo lo entrecorta, la frase breve y seca, la sustantivación continua, la súbita cadencia lírica, la autorreflexividad. Todo esto en una prosa que la crítica define a un tiempo como vivero y laboratorio de la lengua literaria francesa en el siglo XX.

Quien lea con cuidado a Gide sabrá oír sus audacias de prosista y su prédica clásica en Yourcenar, en Camus, en Mauriac; en el Quignard de Todas las mañanas del mundo, en Los Once de Pierre Michon.


Magdalena Cámpora es investigadora del CONICET y profesora titular de Literatura francesa en la UCA y en la USAL.


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