La escritora, dramaturga y actriz cordobesa publicó este año su tercer libro Las Malas, una colección de relatos que muestran aquello que encontró en el Parque Sarmiento de la ciudad de Córdoba: la fiesta y la furia travesti, la amistad, las peleas y el amor.
Foto: Marcos Rostagno
Si se pudiera describir con palabras exactas qué se siente en una montaña rusa, entonces se tendría la definición precisa de lo que es leer Las Malas, el último libro de la escritora Camila Sosa Villada. Pasar de la tristeza, la amargura y el constante desarraigo a la risa, la ironía y la esperanza en una sola oración, no es tarea fácil. Eso es lo que siente el lector al adentrarse en las páginas de la vida de la narradora.
Este libro llegó por alguna de esas casualidades del mundo literario. “Yo tenía escrita la historia de la Tía Encarna y me encontré con Juan Forn en el FILBA de La Cumbre en 2018. Ahí presentamos dos libros: El Viaje Inútil y Cómo Me Hice Viernes, que pertenecen a una colección que se llama Documente Esencias. Juan me dijo que me quería publicar algo. Él me había escuchado en mi charla en el TEDex y había quedado medio tarado con ésta. Entonces me pidió lo más raro que yo tuviese y le mandé la historia de la Tía Encarna y otros escritos sobre el campo. En menos de un año lo terminé, porque nos encontramos en abril y en diciembre ya estaba todo hecho”.
Con capítulos que se leen como relatos cortos, la escritora trabaja temas difíciles, silenciados a propósito desde hace mucho, mucho tiempo: abandono, violaciones, excesos, adicciones, y una violencia que parece no tener medida, porque a nadie parece importarle controlarlo.
“Juan Forn me pidió lo más raro que tuviese y le mandé la historia de la Tía Encarna y otros escritos sobre el campo. En menos de un año lo terminé”.
“La temporada de caza ha comenzado (…). Quieren la matanza de las travestis (…) ¿Dónde están mis padres en este momento? ¿Cómo es posible esta vida?”, se pregunta Sosa Villada, quien en unas escasas 228 páginas logra retratar el infierno –y, a su vez, la fiesta- de llevar esa vida. Y no sólo consigue plasmarlo de manera sustancial, sino que, además, permite y obliga al lector a empatizar, a escuchar algo que durante años se ha soslayado.
La mayor parte del libro se basa en las experiencias del personaje principal, Camila, en el Parque Sarmiento, ubicado en la capital de Córdoba. Desde cómo conoció a sus amigas, a aquellas que la sostuvieron en todo momento, hasta las peleas, las muertes, y las historias de amor. “Hasta los tullidos se pueden amar”, confiesa.
En uno de los relatos escribe: “Todo puede ser tan hermoso, tan imprevisible, cuesta creer que sea obra de un dios”. Piensa en esos momentos de mayor felicidad y señala que “eran con mis amigos y mis amigas. De eso no hay duda”.
Un hilo conductor es el que lleva adelante la historia: la aparición de un bebé, al que ellas llamarán “El Brillo de sus Ojos”. Desde la adopción del recién nacido parte la narración, yendo una y otra vez hacia el pasado y el futuro. Ignora un poco su infancia y la trae otras pocas veces a la memoria; de esta forma la autora del libro se permite hablar de sus primeros años, sus padres y su pueblo, Mina Clavero.
Por momentos metafórico, Las Malas recurre a elementos tomados de la poesía y las leyendas, lo que le da un aspecto de relato más literario y lo aleja del preconcepto de que se trata de una autobiografía. “No es un libro autobiográfico”, señala Camila, “yo sólo escribo y la gente interpreta. La inspiración la tomo de mí misma”. No busca inscribirse en una tradición literaria, ya que las metáforas y ciertas partes cargadas de misticismo no fueron buscadas: “Yo no sabía que tenía esas partes… Escribo a ciegas, no sé mucho de literatura, sólo lo que sé de la Universidad cuando cursaba periodismo -que tampoco es tanto-”.
El relato del libro abre la puerta a un mundo aparentemente desconocido, del que no se sabe lo suficiente. Las Malas es una invitación, imposible de rechazar, a abrir los ojos y tener empatía, conocimiento y ganas de que la situación cambie.
En ese mundo se caracteriza como una “geisha comechingona”. Hoy se refiere a sí misma como “una persona muy guapa, que nunca se rindió y sólo quiere descansar. Mi esencia sigue estando. Quizás se me hayan subido los humos a la cabeza, como dicen muchos… Y eso también estaría muy bien”.
“Una persona tiene derecho a decidir lo que se le dé la gana. Cuando una mujer se te para enfrente y te dice “quiero serlo” hay que respetarlo, no puedes decirle otra cosa” .
Con muchas críticas, pero también con aprobación hacia el trabajo sexual, Las Malas es un relato digno de generar discusión y debate en torno a un tema de vital importancia hoy en Argentina y el mundo, teniendo en cuenta el fuerte trasfondo feminista que se vive. “Es un tema muy álgido, ¿sabés? Sobre todo por las abolicionistas que son bastante violentas. Antes de pensar que todas las dimensiones de una vida son políticas, hay que pensar que todas las dimensiones de una vida son culturales. Una persona tiene derecho a decidir lo que se le dé la gana. Es decir que cuando una mujer se te para enfrente y te dice “quiero serlo” hay que respetarlo, no puedes decirle otra cosa”.
Si pudiera hablarle a la Camila de 16 años no le daría consejos, porque no lo hace (y con esto recuerda a uno de sus poemas), “pero le diría que se haga caso, que se tenga fe en sí misma. Niña eres guapa, hermosa, fuerte, todo lo espantoso es tolerable”.
No deja de ser doloroso que el relato de este libro se repita hoy en día con total impunidad, como un secreto universal del que nadie se atreve a hablar. Ya no será así: Las Malas grita, expone, y coloca sobre la mesa eso que todos prefieren obviar –o ignorar-. El silencio frente a la desigualdad y la indiferencia, ya no es una opción.
Camila Sosa Villada
Las Malas
Tusquets