Fotos Eloy Rodríguez Tale
Luz Aimé Díaz es una chica trans salteña de 24 años. En 2017 migró a Buenos Aires para estudiar y encontrar trabajo. Actualmente vive en el Hotel Gondolín, cooperativa y asociación civil de travestis y trans y estudia en el Bachillerato Popular Trans “Mocha Celis”. En 2018 fue acusada de un crimen que no cometió y estuvo presa 8 meses en el Penal de Ezeiza hasta que, tras los reiterados pedidos de su defensa, se le otorgó la prisión domiciliaria fundamentada en su discapacidad visual.
Detenida por un delito que no cometió. Detenida por su identidad trans, por ser migrante de clase baja y trabajadora sexual. Por una fiscalia que no quiso investigar a los dos hombres que la habían contratado y que, se presume, atacaron en un acto homofóbico a un hombre que tenían maniatado en otro cuarto del departamento. Nadie halló ninguna prueba que pudiera asociarla el hecho, pero lo hicieron. Forzaron el escenario. Cambiaron la carátula de “privación de la libertad con robo” a “tentativa de homicidio”.
Luz está detenida con prisión domiciliaria por ser trans, así quedó demostrado en la intención de los médicos legistas de focalizar en la genitalidad de Luz y patologizar su identidad. La fiscalía no se quedó atrás, para ellos Luz es la líder de una banda criminal.
No debe sorprender la forma en que la Justicia actúa guiada por prejuicios y estereotipos estigmatizantes contra las personas de diversidad sexual. La espera del juicio que arranca hoy fue un largo proceso de revictimización que deja a las claras la falta de una perspectiva de género en los estamentos judiciales.
Hoy comenzó el juicio, pero Luz no está sola. Reclamamos su libertad y su absolución. Exigimos un cambio profundo en esta justicia heteronormativa, patriarcal y machista que desconoce las condiciones de vida de los colectivos trans y las violencias que padecen diariamente.
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