Literaturas

Gonzalo Gossweiler: “Los chicos de ahora leen mucho más que las generaciones anteriores, incluso en los videojuegos”

Los hologramas no hacen compañía es el nuevo libro de Gonzalo Gossweiler (China Editora), una fantasía Vaporwave donde cada relato es un recorte que narra los vínculos de los niños con su entorno en una utopía humanista.


Por Mercurio Sosa. Fotos Eloy Rodríguez Tale

Nos reunimos en el café Los Galgos, un bar notable de la Ciudad de Buenos Aires, sobre la esquina de Callao y Lavalle, creado en 1930 para los fanáticos de los perros. Ubicados en la mesa del fondo, Gonzalo pide un cortado y yo un café vietnamita. Tras un sorbo, empezamos.


En la contratapa de Los hologramas no hacen compañía se vincula la obra con el universo interno de Hayao Miyazaki. Yo lo noto más cercano a Makoto Shinkai.

Sí, me siento muy afín a Shinkai, en los últimos años sus películas me encantaron. No sé si hay algo de eso, pero me siento en la misma frecuencia. Es como de alguna manera contar una historia de una persona, en un día común, ambientada en otro tiempo. En otras circunstancias, es un tipo de realismo ubicado en el futuro. Es simplemente narrar una historia común. Más que ciencia ficción podríamos hablar de una obra de anticipación, o especulativa.

Si bien un ojo está puesto en los avances tecnológicos, por otro lado, en uno de los cuentos, una chica ve que un perro es atropellado y se queda con él hasta su último suspiro. Es decir, utilizás la ciencia ficción para narrar la realidad, al ver que la tecnología nos acerca a esa cotidianidad, ¿de qué forma lo ves?

El ejercicio que hago es plantear los mismos problemas que hay ahora pero en una realidad modificada, anticipando tal vez un futuro posible, pero los problemas son siempre los mismos, las preocupaciones de la gente son siempre las mismas. Lo que trato es de generar un universo verosímil dónde la tecnología penetre esa realidad.

“La educación se debería reformular para ver qué estímulos tienen los chicos y fomentarlos, desde una perspectiva más atractiva; sobre todo para los que tienen muchas inquietudes y en la escuela se las diluyen”.


¿Y cuáles creés que serían esas preocupaciones?

La familia, en el caso de los chicos, la escuela. El libro está lleno de chicos y chicas, por lo general a ellos les preocupa eso: sus amigos, la escuela, los padres, su universo personal. Siempre es visto desde una óptica de la niñez, que es un recorte de la realidad, una óptica limitada. Por otro lado, el libro está enfocado en la forma de aprender, en la forma en que estos niños y niñas se vinculan con la información. Porque básicamente es a lo que se dedica un chico, a estudiar, entonces inevitablemente su ocupación principal es la escuela. Inevitablemente, en el futuro, el aprendizaje no va a ser un pizarrón. Entonces ahí es donde entra el juego de imaginar realidades posibles: ¿Cómo van a estudiar los chicos? ¿Con hologramas? ¿Con inmersión a través de Internet? ¿Presencial o a distancia? Son miles de posibilidades, y traté de mencionar algunas. En el modelo tradicional que al menos sufrió mi generación, de ir a un aula y prestar atención a un pizarrón y escuchar en silencio un discurso, eso es obsoleto. Obviamente, los chicos de ahora no viven eso, tienen otras herramientas. Igual falta un montón, hay muchas posibilidades que aún no se están explorando o al menos no en la generalidad de la educación. Hoy en día un pibe tiene la capacidad de acceder por Internet a todo, absolutamente todo; lo que necesita es a un docente que lo guíe, prestar atención a un discurso único es algo horrible, arcaico, atrasa dos siglos. Ni siquiera yo -a mis 35 años- tengo la capacidad de prestar atención más de 15 minutos seguidos a algo. La educación se debería reformular para ver qué estímulos tienen los chicos y fomentarlos, desde una perspectiva más atractiva; sobre todo para los chicos que tienen muchas inquietudes y entran a la escuela y se las diluyen. Y la tecnología sirve para eso, por desgracia, paralelamente a la escuela. Lo que la escuela no hace, lo hace el chico por su lado; y ahí está el poder de Internet. El tema es que sin guía no es tan efectivo. Es como cuando empezamos a leer por nuestra cuenta, primero leías un tema, después otro, pero qué distinto hubiera sido con un guía que nos dijera: primero leé esto, luego lo otro. Hubiera sido un aprendizaje mucho más sabio, más inteligente. Para eso sirve el profesor y la maestra, para guiar la educación, no para imponer contenidos. Los contenidos ya no sirven, quedan obsoletos en diez años. Sirve enseñar a multiplicar y sumar para desarrollar el pensamiento analítico, no solamente para multiplicar y sumar porque eso lo hacés con la calculadora, lo mismo que leer. No sirve leer tal o cual libro, sirve leer. Pero si como docente lo vas a hacer leer un libro que le saque todas las ganas de leer, lo estás perjudicando. Que lea él lo que quiera, pero claro, el docente después debería leer lo mismo para poder evaluarlo. Y eso no es común.

En la escuela quizás te hacen leer libros antiguos, y los chicos con ese recorte de la lectura piensan que no les gusta leer.

Esos libros que no nos gustaría ni siquiera leer ahora son los clásicos, y no entrás por los clásicos. Que empiecen por Harry Potter, y después dale lo que quieras. Si en vez de darle dos libros por año y que sean clásicos, haces que los chicos lean los ocho de Harry Potter vas a ver que el alumno va a estar mucho más incentivado.

Después lo podés hacer leer la Historia Sin fin.

Claro, después le vas subiendo el nivel. Pero si le das una obra de hace cinco siglos y lo decepcionaste, ya está, lo perdiste. Encima siempre son los mismos libros. La lectura es una porción de la aproximación al arte. También en el cine y en el cómic hay una aproximación que no es lectura. Por ejemplo, en el cómic la mitad es lectura y la mitad dibujo, pero tiene una lógica muy similar. El cine no es lectura pero también tiene una lógica emparentada y también se aprende de eso.

Hay que desromantizar la lectura, hay que sacarla del lugar que ocupa de que es un placer solo para eruditos.

Por supuesto, ahora hay un montón de chicos que leen: leen libros de youtubers, cómics, mangas. Acompañalo en la lectura. Los chicos de ahora leen mucho más que las generaciones anteriores, incluso en los videojuegos.

Un tweet, un posteo o incluso un mensaje de WhatsApp puede ser un microrrelato.

El desafío primero es demostrarle a los chicos que leen, y luego con paciencia ir introduciéndolos a las grandes obras de la literatura universal, a lo más rico del arte.

Y en cuanto a la veta política, ¿quién gobierna en el universo interno de los hologramas?

La política no se plantea como un problema en el libro, la lógica es la de una globalización ensamblada, una utopía humanista. Hay una cierta organización como para que a nadie le falte nada, pero inconscientemente sugerido.

En cuanto a la familia, muchas veces se narra la ausencia de los padres, mayormente por trabajo, porque están separados, como en el cuento donde la madre deja a su doble robot para cuidar a su bebé.

Esa no es una realidad tan alejada a la actual, incluso hoy se utilizan monitores para vigilar a los niños. Es común tener una cámara IP cuando hay una babysitter cuidando a tu hijo o hija. Eventualmente puede llegar a haber una posibilidad de que un robot o un holograma lo cuide, y si existe la posibilidad, seguramente se utilice. Vivimos en un mundo muy exigido y tenemos que laburar, y a veces no queda otra.

Otro planteo muy interesante es la aproximación al juego de los niños. ¿Cómo se relaciona socialmente un chico a partir del juego?

La intención siempre fue introducirme en el universo de los niños, y siendo niño siempre lo lúdico es una cuestión central, entonces toca imaginar ¿cómo será el juego en el futuro? ¿Qué actividades van a hacer los chicos? Por ejemplo: a todos los chicos les gusta tener mascotas, pero ¿van a poder tener mascotas o no? ¿De qué tipo de mascotas vamos a estar hablando? Así me planteé abarcar todo el abanico de posibilidades. No sé si es errónea la idea de plantear que los niños vivan en un mundo virtual. No soy un fundamentalista de que salgan a jugar a la pelota. Son distintas aproximaciones, pero estaría bueno que antes de limitarse a un mundo, los conozcan a todos. Lo que pasa es que eso siempre está evaluado por gente que no comprende ese universo. Trato de lograr un equilibrio entre el mundo analógico y el digital.

“¿Cómo será el juego en el futuro? (…) No soy un fundamentalista de que los chicos salgan a jugar a la pelota. Son distintas aproximaciones, pero estaría bueno que antes de limitarse a un mundo, los conozcan a todos”.


Como por ejemplo en el cuento dónde la chica va a comprarse ropa con su prima o el del chico que vive en una cámara de inmersión para jugar batallas espaciales.

Claro, ahí está el desafío, como por ejemplo en el cuento “Una muela floja” donde en un mundo digital siguen impartiendo educación de manera analógica.

Aunque por un lado nos encontramos con esta “utopía humanista”, por otro lado hay una angustia percibida en los cuentos, como una ansiedad o tristeza.

Nosotros accedimos a Internet cuando ya éramos grandes. Mi intención es la de plantearme cómo se relaciona un niño que ya nació con esos avances, cómo se relaciona con las redes sociales del futuro: que a los 10 años ya use cinco redes sociales, todos sus amigos estén ahí, que se involucre activamente conversando con ellos por ese medio. Ya la vida analógica genera ansiedad, no me imagino cómo debe ser la vida multiplicada por las redes sociales siendo niño.

Incluso se podría decir que este es un libro de Vaporwave.

Para los lectores que andan entre los 30 y los 40 años van a encontrar cierta nostalgia que está en el Vaporwave, es inevitable por el diseño de la tapa hecho por Leo Escobar. El Vaporwave son clásicos de los ochentas reversionados en esta época, es lo que somos nosotros. De un minuto y medio, re pochocleros. También alude a nuestra forma de ver la ciencia ficción, ya no hacemos ciencia ficción clásica, con contenido duro, que sigue ciertos paradigmas, ciertas reglas. Ahora nuestra forma de relacionarnos con la ciencia ficción es a través de otros autores o cineastas o películas que refrescaron a la ciencia ficción. Nosotros le debemos más a Volver al futuro que a Fundación de Asimov. Es una forma más relajada de ver la ciencia ficción y nosotros nos nutrimos de eso, lo formal ya pasó a otro plano, y ahora vamos perseguidos por esas imágenes: Por Volver al Futuro, por Terminator, por Alien. Por cuestiones que no tienen que ver con la ciencia ficción en sí sino con imágenes de nuestras vidas atravesadas por el género.

Para cerrar: Finalmente, ¿los hologramas hacen o no hacen compañía?

En todo caso hacen de alguna forma una compañía especial, distinta a la que estamos acostumbrados, que es algo más que compañía pero algo menos que soledad.


Gonzalo Gossweiler
Los hologramas no hacen compañía
China Editora

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