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Mapuche: la dignidad en la recuperación de la tierra

En abril se presentó por medios virtuales el documental Mapuche: la tierra se levanta, producido en forma autogestiva por Matanza Viva con el apoyo de Revista y Editorial Sudestada. Un acercamiento a los procesos de recuperación que lleva adelante el pueblo mapuche en busca de la autonomía y del reconocimiento de su identidad.


Por Marvel Aguilera.

Toda recuperación parte de un punto de conciencia, de inflexión, a través del cual los registros perdidos de la memoria de los pueblos se alzan por sobre los subterfugios de una cultura dominante, la de los vencedores. Rompen el relato de la historia oficial. Reconstruyen una identidad que intenta ser borrada y silenciada, permanentemente, a lo largo del tiempo. Las recuperaciones territoriales son un paso importante de un proceso que lleva, como dicen los propios peñi, hasta tres largos años; proceso que implica un principio de reconocimiento de la propia lengua, del mapuzungum, mediante la cual el espíritu se conecta con el entorno, el Wallmapu. La primera secuencia de Mapuche: la tierra se levanta nos deja eso en claro en palabras de Fernando Jones Huala, la dignidad para los pueblos “se cosecha en los territorios mediante la cultura y la espiritualidad”. Entender esa necesidad, la de la vuelta a los territorios, es dar cuenta del derecho ancestral, de la falta de límites en que los mapuches se movían por ambos lados de la Cordillera, de una conexión espiritual y no fronteriza. De la misma forma, desentrañar su ocultamiento es poder ver la relación entre lo que comenzó con la “Conquista de América” y la llamada “Campaña al desierto”, una continuación de la gesta imperialista perpetrada por las élites de la oligarquía argentina, por los Mitre, los Sarmiento, los Roca, las que aún permanecen enquistadas en el poder, haciendo fuerza por una economía de mercado y un pueblo dócil y sometido.

En Huellas de un genocidio silenciado, la antropóloga Diana Lenton explica que los espacios geográficos hoy ocupados por los diferentes pueblos no coinciden en su gran mayoría con los históricamente ocupados, sino que son el resultado de sucesivas concentraciones, deportaciones y fragmentaciones operadas no solo en el momento de las campañas de sometimiento estatal sino con posterioridad a las mismas. La cruzada del pueblo mapuche que, a través de la narración del documental de Matanza Viva, pone el foco en Concepción, Temuco, Chubut y Bariloche, se presenta como una necesidad inmanente de reencontrarse con sus orígenes, de pisar las rocas y los ríos en los que habitaron sus antepasados, de despegarse del awinkamiento. Las imágenes del agua y del fuego son constantes, marcan el punto de equilibrio buscado por los pueblos, el de resistencia y el de conexión espiritual, el de lucha y el de hábitat.

“Lo que está detrás de las recuperaciones territoriales es la autonomía, como dice Catrileo en un video de archivo. Una autonomía que surge de la búsqueda por la identidad, y que marca en buena medida el horizonte pretendido por el pueblo”.


El paralelismo entre el crimen de Rafael Nahuel en Villa Mascardi y el de Matías Catrileo en la recuperación de Vilcún, Chile, es tajante. Las marchas de dolor e indignación en las calles. Las consignas graffiteadas en las chapas de los comercios. Los nombres de los genocidas en las esquinas. La causa, por lógica, es la misma: la sangre mapuche tiñendo los territorios usurpados por los grandes terratenientes como Joe Lewis y Luciano Benetton con el amparo del Estado, modificando su ecosistema, sus lawenes; privatizando lo público; persiguiendo a quienes defendieron como nadie los recursos naturales. La matriz colonial aparece como un fondo común, repetido, en cada uno de los relatos: los intentos de evangelización, los negociados enmascarados de progreso, los sucesivos mitos que involucran a los mapuches con el exterminio tehuelche.

La reconstrucción de los hechos posteriores a los asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel pone sobre la mesa la aceptación del conflicto por parte del pueblo. El lugar de quiebre para que la historia sea descolonizada. La disputa contra una ideología foránea inducida por los medios de comunicación que intenta poner a buena parte de la sociedad contra los habitantes ancestrales, señalándolos como usurpadores y “bandoleros”, de la misma forma que hacía la prensa oligárquica a finales del siglo XIX. Lo que está detrás de las recuperaciones territoriales es la autonomía, como dice Catrileo en un video de archivo. Una autonomía que surge de la búsqueda por la identidad, y que marca en buena medida el horizonte pretendido por el pueblo.


Rafita persiste. “Fue más fuerte su sangre que el miedo” dicen los peñi del lof Lafken Winkul Mapu sobre su recuerdo. Para ellos, lo que persiste es más que un relato, es el coraje y la valentía. La conversión de Rafa en weichafe, en guerrero del territorio, puede ofrecerse como símbolo preciso de una puesta de concientización que involucra a todas las comunidades en el sostenimiento de su identidad. Para ello hay una deuda primaria por parte del Estado argentino: reconocer el genocidio. Pronunciarse al respecto es también recuperar y reconocer parte de nuestra historia, ungida en hordas de sangre y fuego, en desapariciones masivas. La naturaleza ya lo hizo. Se pronuncia, dice Isabel Huala. Y vaya que lo hace en estos tiempos.


mapuche la tierra se levanta


Mapuche – La tierra se levanta
2020
Matanza Viva, con el apoyo de Sudestada
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