Literaturas

1920-2020 | Un siglo llamado Ray Bradbury

En 2020 se realizaron diversos homenajes al escritor norteamericano, a 100 años de su nacimiento. En Argentina, bajo la coordinación de Matías Carnevale, se publicó Ray Bradbury. El hombre Centenario, una compilación de ensayos de diversos autores por Editorial Catalpa, Publicamos el prólogo de Rogelio Laguna desde Ciudad de México.


Por Rogelio Laguna.

Conocí a Ray Bradbury, o más bien sus libros, en la secundaria. Entre las diversas lecturas asignadas por el maestro de literatura estaba El árbol de las brujas. Recuerdo todavía la impresión inicial: una voz que hablaba en la neblina nocturna y que describía a un grupo de niños que, en medio de la noche de Halloween, empezaban una inesperada travesía por esa región donde la muerte se junta con la vida. En México o en Egipto o en la antigua Irlanda, los niños observaban frente a sí cómo diversas culturas lidiaban con la muerte, cómo se enfrentaban a ella con diferentes costumbres y nombres, con el riesgo de quedar perdidos en esa noche de la que no hay regreso. Tengo claro en la memoria cómo el libro me atrapó y pasé la noche en vela para terminarlo.

Con el paso del tiempo llegaron a mí otras obras: El hombre Ilustrado, Crónicas marcianas, Fahrenheit 451… En todos ellos la voz de Bradbury me atrapaba y me conducía por fantásticos escenarios y mundos posibles, que aunque irreales, se sentían muy cerca. Aún recuerdo el estremecimiento que sentí cuando descubrí, en Crónicas marcianas, que los humanos eran recibidos en el planeta rojo con una escenificación de sus más bellos recuerdos para después ser aniquilados. Me conmovía aquella felicidad ingenua y sin embargo plena que llevaba a los viajeros a la muerte. Cómo no sentir compasión por aquellos terrícolas que contemplaban de nuevo la casa de la infancia, el columpio desgastado en el que se vivieron tantas alegrías… la mecedora en el pórtico. Bradbury sabía emocionarnos. También es estremecedor saber, algunas páginas más adelante, que los marcianos se extinguieron a causa de una gran pandemia provocada por la llegada de los humanos. Los humanos somos capaces de destruir lo más grandioso, pensaría el escritor estadounidense, incluso sin querer.

De Fahrenheit 451 mantengo además otros recuerdos, porque la radio de la Universidad transmitió la lectura de esta obra durante un par de semanas en 2012. Recuerdo las poderosas imágenes del fuego apareciendo en mi mente en el trayecto del Estadio Azteca a la UNAM. Me estremecía sobre todo aquella sociedad descrita por Bradbury: pantallas por doquier, control a distancia. Adicción a las imágenes virtuales mientras los libros ardían. El fuego de esos libros no logró exorcizar un futuro en el que llegaron las redes sociales y las pantallas se colocaron por doquier. Olvidamos la advertencia del escritor norteamericano sobre la existencia de un mundo donde aparentemente estamos conectados y, al mismo tiempo, muy solos frente a un poder que no podemos combatir.

Con la lúcida mirada que caracteriza su pluma, Ray Bradbury imaginó el futuro. Describió el porvenir de un mundo que se movía frente a él de manera vertiginosa: crisis económicas, la carrera espacial, la Guerra fría y la segregación racial. Apareció la televisión y el rock. Golpes
de Estado se sucedían uno a otro en diferentes latitudes del mundo. Se prometía todo pero nadie decía cuáles eran los costos que había que pagar por el progreso. En aquel escenario indescifrable aquel muchacho autodidacta se refugió en la escritura. Heredero de una tradición literaria en constante diálogo con el periodismo, había aprendido a tocar las fibras más sensibles del lector en un momento donde la literatura era una ventana, tal vez la única, con la que muchos contaban para no ser devorados por las circunstancias.

“Olvidamos la advertencia del escritor norteamericano sobre la existencia de un mundo donde aparentemente estamos conectados y, al mismo tiempo, muy solos frente a un poder que no podemos combatir”.


Bradbury vivió casi un siglo, vio cómo su literatura llegó a los hogares de prácticamente todo el mundo. En México, una decena de generaciones tuvieron como referente indispensable su literatura. Su obra se presentó como inofensiva, fantasiosa, juvenil y, sin embargo, no tenía nada de inofensiva ni de superficial o fantasiosa. Dejó una huella profunda en sus lectores porque refería a cuestiones que en el fondo eran muy serias, llenas de imágenes magistralmente descritas que difícilmente pueden olvidarse. Imágenes difíciles de ignorar cuando, con el paso del tiempo, el mundo se empezó a parecer a las distopías tecnológicas. Los libros no necesitaron quemarse porque fueron escondidos tras el resplandor de las pantallas y apartados por una vida en apuro constante donde no hay tiempo para leer. La obra de Bradbury, con su capacidad de hacer visible la naturaleza humana, de advertir los excesos del progreso y de las promesas de la ciencia, fue cobrando cada vez más relevancia porque había previsto y ahondaba en todo aquello que empezaba a salirse de control.

Este 2020, un año que sin duda será recordado por haber revelado la fragilidad humana, conmemoramos el centenario del nacimiento de Bradbury. Como en el año de su nacimiento, otra pandemia se ha expandido por el mundo con resultados aún inciertos. Los festejos, sin embargo, no se suspendieron: aún desde el distanciamiento, lectores de todo el mundo se aprestaron a desempolvar los volúmenes, adquirir las nuevas ediciones y a intercambiar en las redes sociales las impresiones que esta obra les ha dejado en sus vidas. En las redes sociales la gente se entusiasma al mostrar sus ediciones firmadas y las fotografías con el autor en toda clase de escenarios: restaurantes, convenciones de cómics, cines, en la calle. Las fotografías son innumerables, lo que habla de la cercanía de Bradbury con sus lectores y que nunca se amuralló en una pose intelectual que le impidiera estar en la vida cotidiana que era finalmente el referente de sus historias.

El libro que tiene ahora el lector entre sus manos [Bradbury, el hombre Centenario] forma parte de las conmemoraciones que acompañan el centenario del que sin duda es uno de los más grandes escritores de ciencia ficción de la historia, si no el más grande. Matías Carnevale para este volumen ha convocado a un grupo de colaboradores de distintas latitudes que ofrecen una serie de reflexiones que dan cuenta de la obra de Bradbury desde distintas perspectivas: el futuro, la tecnología, su adaptación a narraciones audiovisuales, su recepción en Argentina, en España o Reino Unido y su trascendencia a través del tiempo.

Quienes colaboran en este libro hacen patente que la obra de Bradbury abrió caminos, permitió visualizar y criticar situaciones que iban por mucho más allá de las fronteras de la literatura, enriqueció la cultura y la vida sus lectores, de manera particular en cada país, en cada región. Porque la obra de Bradbury se llevó bien con las voces locales, hablaba de cerca a los lectores y no pretendió adornarse de una oscuridad innecesaria que siempre separa al público de las obras.

La literatura de Bradbury teje amistades, produce encuentros —este libro lo ejemplifica—, nos ofrece un punto de partida común y eso también lo celebramos en este centenario. No hay duda de que hay un antes y un después de la obra de Bradbury, porque ésta, como las
grandes propuestas literarias de la historia, se ha incorporado a nuestra imagen del mundo. Queda, por supuesto, mucho más que decir sobre nuestro autor y sobre la experiencia siempre nueva de leer sus textos. Es una tarea que, por fortuna, nos aparece como inagotable.

Rogelio Laguna
Ciudad de México, septiembre de 2020.



Ray Bradbury, el hombre centenario
Matías Carnevale (coord.). Autores: Carlos Abraham, Matías Bragagnolo, Elton Honores, Darío Lavia, José María Marcos, Teresa P. Mira de Echeverría, Guillermo Echeverría, Adrián Muoyo, Phil Nicols, Cezary Novek, Sergio Pedraja Cabo, Eduardo Wolovelsky, Rogelio Laguna.

Editorial Catalpa

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