Piedra Libre

Variaciones sobre la realidad como panóptico


Por Pablo Andrés Rial. Fotos Patricio Estroz

Estoy en el comedor de la fábrica, son las 12.30 hs. Ando cansado, por suerte es momento de un respiro: hora de almorzar. Un reloj enorme en la pared marca los minutos y una señal de alarma sonará en media hora indicando que tanto a mí como al resto del personal se nos termina el tiempo y que debemos retomar las tareas; eso me hace recordar al colegio cuando escuchaba el timbre marcando el fin del recreo. 

Mientras veo el plato con fideos, pienso que media hora es poco para digerir bien las cosas, y desde que tengo conocimiento suena la “chicharra” en el oído muchas veces silenciosa en muchos lugares, aunque la que empieza es bastante molesta: el despertador. Todo indica que estamos bajo el adoctrinamiento y es claro que las Instituciones funcionan como sistema de poder. 

El mundo laboral, las fábricas, las escuelas, las cárceles, los cuarteles, la iglesia, los manicomios y el estado utilizan el control. Si vamos  al ámbito de la música encontramos el famoso tema  de Pink Floyd “Is this the life we really want?” haciendo alusión a esto y que está directamente vinculado a lo que sostuvo el filósofo Michel Foucault (1926-1984) quien desarrolló su teoría del panóptico,  denominando a estas entidades como las “instituciones de secuestro”. Él dice: (…) “en cuanto al poder disciplinario, se ejerce haciéndose invisible; en cambio impone a aquellos a quienes somete un principio de visibilidad obligatorio”. Así  puso en relieve  temas tales como la coacción, la alienación y la normalización que generan las instituciones. 

Me pregunto, mientras me salpico sin querer de tuco la camisa, ¿vivimos realmente cómo queremos?

Creo que tenemos la percepción de que vivimos como queremos, y pasa inadvertido que estamos bajo la sumisión de intereses ajenos a los propios, es decir somos regidos por dos parámetros: “aprobamos o desaprobamos” y “hay castigo o premio”. 

Hoy en día, se puede apreciar que estas instituciones están cambiando, mutando, y ya no son lo que eran, se ha ido desplazando “la vigilancia”. Ahora la ejecuta otra figura, quien manda es el mercado, logrando un dominio mucho más sofisticado. 

Estamos supeditados por las redes sociales, la publicidad y los hábitos de consumo. Pensamos, deseamos y hacemos, creyendo que estamos decidiendo por ímpetu propio, cuando en realidad la emancipación del comportamiento es prácticamente nula. 

Podría seguir con el tema, pero ya está chillando la alarma y es hora de volver al trabajo. Sin embargo, estoy seguro que al finalizar la jornada laboral voy a decidir de qué manera seguir con mi día.

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