Poéticas

Fede Llera: “La victoria puede ser un lugar incómodo, demasiado exigente y trabajoso de mantener”

Lo cura el limón es el cuarto poemario del poeta y músico porteño y es además el primer lanzamiento de la editorial Demolición en Suspenso, con ilustraciones de Lita Ce.


Por Marvel Aguilera. Foto Go Nogueira. Ilustraciones Lita Ce

Fede Llera es un poeta porteño, fiel hincha de Ferro y cantante en niÑo seÑora, dúo electropop que lanzará su tercer single y primer video este mes. Además, este domingo a las 18 hs en Antezana 340, en el barrio de Caballito, va a estar presentando su cuarto libro. Lo cura el limón es además el primer lanzamiento de la editorial Demolición en Suspenso y lleva ilustraciones de Lita Ce. Dice Natalia Leiderman en el prólogo: “Hay que ir a este poemario como a una tirada de tarot, sin nada que preguntar; los poemas son el oráculo, te hacen ellos las preguntas”. Por su parte, la contratapa esboza: “quien se detenga a leer estos poemas y abra la puerta al limón y su (lo)cura va a encontrar el mundo cotidiano envuelto en una ternura agridulce”.

Para conocer un poco más qué y cómo cura el limón, charlamos con Fede.

¿Cuál fue el primer poema del libro y si acaso en ese primer poema avizoraste un concepto mayor que terminó de plasmarse en Lo cura el limón?

La verdad que no me acuerdo. No soy muy ordenado para trabajar. Me dejo llevar por lo que me deslumbra en el momento. Voy persiguiendo pulsiones sin tener muy claro de qué se tratan. Pero si me hace una cosquillita no pregunto mucho más y me tiro de cabeza. Así me gustan las cosas a mí. De lo que estoy seguro es de que el concepto apareció sobre la marcha. Eso siempre es así. Nunca empiezo por el concepto. Me interesa ese dejarme llevar, esa sensación de que estoy perdiendo el control. Porque después cuando aparece la unidad, es como un éxtasis, una epifanía, la sensación de un descubrimiento. Obvio que al final todo es pura fantasía maniática, pero la tarea queda hecha y lista para entregar. Si vamos a usar a las sugestiones de combustible: prefiero las explosivas y voluptuosas a las frías y racionales, la mayoría del tiempo. En el momento en que digo “Voy a escribir un libro, o un poema, o una canción sobre tal cosa o tal concepto”, automáticamente sé que eso nunca se va a escribir. Comprometerme así con una idea me parece sequísimo.

Hay en el libro una sensación particular, una nostalgia que sin embargo no es de un tiempo tan pasado, sino casi de un presente tardío. ¿Crees que el pasado es una construcción más flexible de lo que acostumbramos?

Por supuesto. Al final, el pasado no está tan lejos. Está bien pegadito al presente, más de lo que nos permitimos pensarlo. Existe un pasado inmediato que a mí me genera esa sensación de nostalgia por el constante devenir pasado del presente. Pero esa nostalgia puede convertirse o estar acompañada de una gran ternura, porque todo aquello dónde se posa la mirada está deviniendo pasado junto a nosotros a distintas velocidades. Ese destino compartido nos hermana con todos los seres y las cosas. Y eso a mí me da ternura. Lo que hay detrás de la palabra tiempo probablemente sea una especie de magma flexible y promiscuo dónde las fronteras no estén tan claras como lo pretende el lenguaje.

“Cualquier persona con un poco de curiosidad que se acerque al fenómeno de ser hincha de un club sin el prejuicio del fútbol podrá entender de lo que estoy hablando y extrapolarlo a cualquier otro ámbito de la vida. Creo que un poco de eso se trata dejarse permear por las pasiones populares. Y de eso se trata la poesía.


¿Lo cura el limón se puede entender desde la pérdida en el plano individual pero también conceptualmente: la pérdida de lo humano, del ser, en un mundo donde todo es artificial y la técnica nos arrebata hasta las emociones más íntimas?

Está buenísimo lo que decís. Creo que en el caso del libro, lo que le pasa al personaje que enuncia los poemas es que la pérdida en el plano individual lo atraviesa de tal manera que se derrama sobre todas las otras pequeñas pérdidas por las que transita. Estas pequeñas pérdidas tienen mucho que ver con lo que nombrás. Hay un clima de derrota irreparable que creo que es muy propio de la época. La sensación de que la fiesta se terminó o se está terminando, que la resaca va a ser brutal y que la abundancia fue la excepción y no la regla.

Solo al final, y porque el personaje es un limón, en el sentido de que es un colgado, un limado que insiste en defender los espacios de cuidado, amor y ternura se deja entrever algo así como un rayito de luz que tiene un poco que ver con recuperar esas emociones íntimas que vos nombrás. Pero ubicado en un contexto de conexión con la naturaleza y enfrentado a la pérdida de lo humano, que sé yo, es hasta jipi y naif. Yo creo en el fondo soy un jipi. No se a quien le tengo que pedir perdón por esto pero no le ofrezco mi perdón. Sospecho que puede vivir sin él. Hay cosas que cura el limón, hay otras que no. No se le puede pedir todo.

¿Crees que en parte el sufrimiento es más identitario que la alegría, teniendo en cuenta este mundo hermanado con los likes y la lógica de la psicología positiva?

Creo que se puede construir una identidad alrededor del sufrimiento, sí. También creo que vivimos en una cultura que trafica y consume sufrimiento con la misma fruición con la que trafica y consume likes o psicología positiva. No creo que una construcción sea más identitaria que otra. Creo que asistimos a verdaderas competencias de sufrimiento televisadas, on-line, vinculares, verdaderas batallas de gallo del sufrimiento. Quizás todavía queden líneas de código cristiano en nuestra programación, yo, por lo menos, crecí mirando a un tipo clavado en una cruz, que resultaba ser el que más cerca estaba de dios.

Ahora, si lo preguntas por Ferro, sí. En el cancionero de la liturgia verdolaga hay referencias explícitas al goce erótico que se experimenta en el sufrimiento. Hay una actitud contrafóbica por la que cada laceración, cada humillación, puede ser una fuente inagotable de placer. La victoria puede ser un lugar incómodo, demasiado exigente y trabajoso de mantener. Hay algo liberador en la sumisión.

Si es por el personaje del libro, creo que lo que a él le sucede es que está atravesado por un dolor muy particular que lo sumerge en un estado de sufrimiento, pero, y esto es una apreciación personal, no creo que haga de eso su lugar de enunciación, ni que pretenda dar lástima ni que busque generar empatía.

Ilustración: Lita Ce

Se observa un laburo muy estético del libro físico, desde las imágenes, la diversidad del texto; una idea muy artesanal y cuidada. ¿Qué podrías contar de ese proceso?

Las ilustraciones y esgrafiados son de Lita. Es estudiante de Bellas Artes. Somos hermanos por decisión y por adopción mutua. Salvo la que acompaña el texto que dice “Soy la piedra…” que es un original de Lita – que me encanta – y que yo le pedí prestado para el libro, el resto de las imágenes las laburamos durante la cuarentena. En largas trasnoches de videollamada, mate y cerveza. Hablábamos, mayormente pelotudeces, mientras Lita dibujaba. A mí me encanta hablar con gente que está dibujando porque entran en una especie de trance. También leíamos poemas. Estábamos medio detonados por el encierro, el aislamiento y la soledad y nos habíamos obsesionado con la idea de lo acuoso, lo místico, el útero, piscis, la luna, no sé. Un montón de pavadas que en el momento nos parecían la clave absoluta para entender la coyuntura. Una vez más, hermosas sugestiones que después olvidamos por completo pero nos depositaron en la orilla con la tarea hecha y lista para entregar.

Con Natalia Saavedra trabajamos en el diseño, la tipografía, la distribución, etc. Fue un intercambio muy lindo y fluido. Y sí, hay un laburo muy estético. Calculo que porque los tres somos obsesivos, funcionado bajo altos niveles de autoexigencia y porque además encontramos en el goce estético una práctica hedonista que ejercemos sin culpa.

¿Qué es lo más poético que recordás de Ferro?

Dificilísima. Nada de lo poético le es ajeno a Ferro. El 3 a 1 contra el Estudiantes de Ortigoza, con Cordón de DT, jugando con pressing-alto en marzo del 2020 con la cuarentena estricta respirándonos en la nuca, “y llovía, llovía”. Una vez jugábamos contra Dalmine de local, ultimas fechas, completamente intrascendente, jugando por nada, perdíamos 1 a 0 y lo empatamos. Después del gol me puse a llorar y un amigo me ve y me dice “Vos te das cuenta que estás llorando por un 1 a 1 contra Dalmine, ¿no?”. Dalmine tenía de sponsor a Monsanto.

Hay un documental en Youtube de 30 minutos que uso y recomiendo. Es de cuando sacaron los tablones de madera. Buena Madera se llama. Cada tanto lo veo y me vuelvo a emocionar. Cualquier persona con un poco de curiosidad que se acerque al fenómeno de ser hincha de un club sin el prejuicio del fútbol podrá entender de lo que estoy hablando y extrapolarlo a cualquier otro ámbito de la vida. Creo que un poco de eso se trata dejarse permear por las pasiones populares. Y de eso se trata la poesía. Todo está hablando de todo al mismo tiempo. Solo hay que saber escuchar.

¿Cuánto interviene la música en tu poesía y cuál dirías que el tono que acompaña a Lo cura el limón?

Interviene muchísimo. Se van puliendo, contagiando y fundiendo con los años. La atención al ritmo, a la musicalidad, a los sonidos. Vivimos en una cultura muy visual. El ojo es un genital que hay que complacer y estimular constantemente para ganarse el favor y la atención del prójimo. Hay que sacar fotos lindas, hacer diseños lindos, usar emoticones coloridos, infografías paquetas y pedagógicas, bla bla bla. En este contexto el resto de los sentidos quedan completamente relegados y se atrofian. El oficio musical te obliga a escuchar. A desarrollar el oído. Y más si uno no ha sido favorecido con un oído muy afinado, como yo. Eso te obliga a un compromiso diario de ejercitar el músculo y termina por permear todo lo que hacés. De esa manera interviene, porque el desarrollo en profundidad de cualquier sentido expande la experiencia de la realidad y eso afecta a la poesía. Lo cura el limón juguetea, anda por todos lados, sube, baja, se va por las ramas y vuelve pero te puedo asegurar que siempre termina en un tono menor.

Revista ruda

EL GATO y EL BESO DE JUDAS


Por la ventana abierta que apenas disimula el calor
entró un alguacil
y despertó al gato de casa.
En la mesa los comensales abordan
conversación formal
temas varios.
El alguacil sobrevuela el mueble,
el gato, en persecución, derriba fotos de fiestas,
casamientos, cumpleaños, bautismos…
Me piden que lo encierre
en el cuarto de servicio. Obedezco
pero antes lo beso
¿Qué estoy haciendo?

MI CRUSH DE POMELO


¿Cuántas veces trepé las escaleras
empujado por el bombo
me colgué del alambrado
y renové los votos?
Estuve en las buenas, las malas
y las peores. Se acerca el final.
No pegamos un tiro
ni un pase
ni una clara.
Tengo los brazos cansados.
Este asunto, mi vida,
se puso agridulce



Fede Llera
Lo cura el limón
Demolición en suspenso
2021

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