Vértices

Jacqui Casais: “Tocar canciones que me acompañaron en distintos momentos de mi vida me ayudó a atravesar el aislamiento”

Jacqui Casais - Marvel Aguilera

La poeta, música y docente nos habla de sus comienzos en el under, las ideas que motivaron sus obras y la salida tanto de su nuevo libro, Cautiverio, como del EP en homenaje a lxs compositorxs Rosario Bléfari, Chary de Loquero y Toto de Adicta.


Texto y fotos por Marvel Aguilera.

El aire en Tandil está teñido de un gris opaco y se huele a tierra rociada por las gotas de lluvia que caen espaciadamente en el Cerro Libertador. Las rocas ungidas entre un camino sinuoso levantan en el centro la estatua del libertador patrio mientras, entre los escuetos árboles del sendero, un perro con una soga como collar recorre el parque rastreando un poco de tacto humano. Los vecinos dicen que el clima hacía tiempo no era tan cambiante, pero lo cierto es que el día revolotea entre lluvias y pavimento ardiente. A pocas cuadras, ubicamos la casa en donde hace unos meses habita Jacqui. La última vez que la vimos fue en la presentación del primero de los libros de su nueva editorial Demolición en Suspenso, Lo que cura el limón de Fede Llera, en la ciudad porteña de Buenos Aires.

Poeta, escritora, música y docente, Jacqui Casais viene, tal como acostumbra, trabajando en nuevos materiales en cada una de sus disciplinas, desde la continuidad de su taller de poesía anual que brinda desde 2017 y que reinicia en abril; la salida de Gracias, un nuevo EP homenaje a tres de lxs compositorxs que la marcaron artísticamente como Rosario Bléfari, Chary de Loquero y Toto de Adicta (producido por ella y mezclado por Paulina Chiarantano); a la presentación de su nuevo libro de poemas, Cautiverio, a través de la editorial Piloto de Tormenta.

Nos sentamos en el patio, pero el amague permanente de las nubes hace que volvamos a entrar a la casa. Mientras el agua del mate se calienta, Jacqui habla del cambio que significó la pandemia para ella y para el circuito independiente en donde se movía en la ciudad, que no solo incluía personas y artistas, sino a centros culturales que debieron cerrar o que todavía resisten la debacle de este presente cada vez más incierto.

Revista ruda

Los que conocen tu recorrido saben que lo activa que eras en CABA respecto a gestas culturales, ciclos, eventos, producciones. Sin embargo, hace unos meses te viniste para Tandil, una ciudad importante pero con otro ritmo muy distinto. ¿Cómo tomaste esa decisión? ¿Esa gestión de CABA puede reconectarse en esta ciudad?

Lo que me pasó a mí, como a un montón de gente, es que me cambió todo. Estaba en un ambiente, un circuito, que incluía no sólo a artistas sino a centros culturales. Y de repente vi cómo se cerraban los espacios, el problema empezó antes de la pandemia y se profundizó, por suerte está volviendo todo y espero que cada vez hayan más espacios donde se pueda trabajar bien en CABA. Lo otro que me pasó durante esta pandemia fue que mis talleres empezaron a dejar de ser presenciales. A mí nunca se me ocurrió dar talleres virtuales, aunque sabía que había gente que ya los daba. Y de repente empecé a tener gente de todo el país. Empecé a notar colores y texturas distintas con gente de otras ciudades y eso me interesó mucho. Me di cuenta de lo centralizado que está todo, más allá de Argentina, en las grandes ciudades. Y más o menos pasa lo mismo, vivís la misma rutina. Y que si yo tenía la posibilidad de trabajar en casa, podía ver qué pasaba si me iba. Durante 2021 hicimos Ojo de loca (Ciclo de poesía) por Twich invitando a poetas y editorxs de otras provincias. Es un mito eso de que no hay nada fuera de Buenos Aires.

“A mí nunca se me ocurrió dar talleres virtuales, aunque sabía que había gente que ya los daba. Y de repente empecé a tener gente de todo el país. Empecé a notar colores y texturas distintas con gente de otras ciudades y eso me interesó mucho. Me di cuenta de lo centralizado que está todo, más allá de Argentina, en las grandes ciudades”.


Venía pasando desde hace un tiempo, incluso antes de la pandemia, esta cuestión de la falta de oportunidades para muchos sectores y una migración interna que ya no tenía que ver con la salida al conurbano, sino con buscar otros rincones del país que pudieran ofrecer otro tipo de vida, en términos económicos claro, pero también sociales y culturales.

La pandemia cambió todo. La economía que conocíamos cambió. Ya no sé si conozco el mundo actual -lo estoy tratando de conocer- como lo conocía antes de la pandemia. Como no conozco, tampoco quiero sobre-infomarme. Uso las redes para comunicar lo que hago, pero chusmeo lo menos posible. Pienso en lo que dice Preciado de que consumimos fármacos e imágenes, la ansiedad que genera Instagram potencia eso.

Ademas, los posteos llevan inevitablemente a que se tenga que leer en un tiempo determinado, con el dinamismo de la propia red social.

Me empezó a pasar que no me sentía identificada con los poemas sueltos para mi obra. Estoy todo el tiempo leyendo poesía, preguntándome qué quiero hacer con la poesía y qué me interesa de ella. Hago lo que consumo, y la verdad es que no leo poesía en Instagram.

Me interesa saber cuáles fueron tus primeras fuentes de formación, pero más allá de lo académico, me refiero a esas primeras conexiones con el under que te llevaron a construir ese perfil de artista independiente.

Justamente estoy trabajando en un EP de tres covers que se llama Gracias. Durante el aislamiento me ayudó tocar canciones que me habían acompañado en distintos momentos de mi vida principalmente canciones de Bléfari, Loquero y Adicta. Hice mis versiones y las grabé en modo de agradecimiento. La partida de Rosario es algo que todavía me cuesta creer. Si tengo que pensar en una persona que me inspiró en la música y en la escritura es ella.

“La partida de Rosario es algo que todavía me cuesta creer. Si tengo que pensar en una persona que me inspiró en la música y en la escritura es ella”.

Soy más de la narrativa y un tanto ignorante respecto al sentido del acto poético, pero entiendo que la poesía tiene ese componente de congregar gente, de que sea una cosa comunitaria, desde lo social. ¿Tiene el mismo impacto la poesía en vivo que quizás en un PDF?

Yo pienso en estéticas, para mí no todos los poemas funcionan igualmente bien en la oralidad. Depende lo que quieras generar. Igual hay narradores que también presentan sus libros leyendo partes. Y es difícil, en la presentación de Martirio Hammer (Piloto de Tormenta, 2020) me costó decidir qué partes leer para que funcionen, porque está todo más enlazado. Creo que el poema tiende a congregar gente porque también su origen está más vinculado a la oralidad, a recitarlo.

¿Y no se te cruza la creación musical con la poética?

No, porque la canción necesita algunas cosas que la poesía no necesita. Por ejemplo, es como una película y un cuento, es distinto lo que necesitas escribir para un formato u otro. Los dos géneros trabajan la musicalidad de maneras diferentes. La canción tiene algunos límites, y los límites son un desafío. Estás atada a la melodía, al ritmo, a menos que hagas algo re experimental no tenés la libertad que tenés con un poema, y al igual que los límites en la canción la libertad en la poesía es un desafío.

Hiciste realidad algo que toda una generación entendía pero que no tenía una finalización concreta, que es pensar a Ricky Espinosa como poeta y homenajearlo desde ese lugar. ¿Cómo recordás eso y que creés que visibilizó de la figura de Ricky?

Este año lo vamos a reeditar en Piloto de Tormenta. Luego de la primera edición, por diferentes motivos no volvimos a hacerlo. La idea de hacer el libro surge en el Pacha (es un mítico centro cultural que funcionó hasta hace unos años en Villa Crespo). Empecé a recitar la canción de Flema “Nunca seré poesía” en el patiecito. Y otro poeta siguió recitando otra parte y se fueron sumando. En ese momento pensé “wow, cuánta influencia tiene Ricky” en varixs poetas. Después le comenté la idea de hacer el libro a Mati Reck de la editorial Milena Caserola y le interesó. Participan en el libro treinta y pico de artistas.

Hay mucho amor por Ricky, y desde mi parte fue una postura poética. Fui a la casa de la familia, investigué, fue todo un laburazo ese libro. Yo quería homenajear a Ricky también porque había leído el libro El último punk, no me gustó eso del reducir a alguien a un estereotipo. Y que se diga que un artista fue solamente un drogadicto o un borracho y siendo Ricky del sector popular me parece una mirada clasista. Seguro que hacía eso, como todos hacemos alguna. Pero no sos solamente eso. Hay ternura, hay hartazgo, hay bronca, hay humor, hay mucho más que no está mostrando ese discurso sobre Ricky Espinosa. No quería que quedara esa visión de Ricky, me parecía injusto. Por eso quise hacer algo de manera colectiva para que todas las personas interesadas participaran.

Estás ahora con la editorial Demolición en Suspenso, ¿cómo nace y qué perpectivas tiene en este horizonte de la literatura?

El nombre de la editorial surge por un poema de José Sbarra que dice “Soy una demolición en suspenso”. Pensé para este proyecto en Brenchx, que venía a mi taller hace muchos años. Es librerx y tiene mucho cariño por los libros. Le interesó la idea y empezamos con Demolición en Suspenso. Editamos primero Lo cura el limón de Fede Llera, Corpoéticas, la antología del taller de poesía que coordino y El amor es un bien y otras obras de Francisco Lumerman. Ahora va a salir el cuarto libro, Lenguaraz, de Brenchx y estamos armando el quinto:Corral de David Costa.


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