Literaturas

Una vez siempre | El irremediable fin de la primavera

La novela de la dramaturga y guionista Virginia Martínez relata el cruce de dos adolescentes atraídos por el amor silvestre de sus pasiones, en una Argentina a la deriva y en vísperas de un cambio de época.


Por Marvel Aguilera.

Dicen los especialistas que los patos no duermen de noche, que transitan y se deleitan de una oscuridad que los distancia de los ruidos, pasos y miradas ajenas. Es que en ese lapso, donde reinan las conexiones más intuitivas, los animales pueden encontrarse y reconocerse sin intermediarios. No hay en ellos otra intención que disfrutar la compañía y hallar un escondite propio para compartir con los suyos, con aquellos que los complementan, al menos hasta que salga nuevamente el sol.

Una vez siempre (Metrópolis), la primera novela de Virginia Martínez, nos habla de dos adolescentes que se encuentran sin buscarse, debajo de un cielo oscuro y brillante. Dos vidas marcadas por familias convulsionadas, aunque por problemáticas sociales diferentes, que hallarán en aquel otro un puente para saltar la pesadumbre de su transición a la adultez, en medio de un país que ve colapsar su incipiente primavera hacia un caprichoso verano de injusticias, derrames y calamidades.

La historia de Mela y Luca es la de un amor silvestre, de aquellas conexiones sin los tamices de la edad adulta, de los condicionamientos sociales, económicos y culturales que rodean como premisas a las relaciones. De Sarandí a Caballito hay un trecho lejano pero a su vez íntimo. En ese diálogo primigenio en las afueras de un boliche, los adolescentes se verán por primera vez, a través de una mirada más allá de lo observable. Es que el enamoramiento no sabe de tiempos ni aprendizajes, es indomable y cruza contra una corriente de normalismos, estándares y presiones.

“La historia de Mela y Luca es la de un amor silvestre, de aquellas conexiones sin los tamices de la edad adulta, de los condicionamientos sociales, económicos y culturales que rodean como premisas a las relaciones”.


Las voces de los protagonistas, en dos primeras personas que hilan un contrapunto dinámico, irán ganando profundidad a lo largo de la novela. Un texto en donde los relatos permiten evidenciar las aristas de sus entornos: los quiebres intrafamiliares, las ilusiones personales, y el clima desorbitado que se vive en una cultura que paulatinamente se desvanece, una de casetes TDK, teléfonos de línea, LeMans y almacenes de barrio, para dar pie a un bautismo neoliberal.

La cumbia santafesina, que une a ambos personajes, aparece así como un elemento simbólico de un cambio de paradigma. De la misma forma que el globalismo gana tendencia a nivel político sobre los Estados Nación, las identidades culturales de las clases populares empiezan a filtrarse al resto de la sociedad, se licúan de la mano del mercado en ascenso. Allí, nada escapa del fenómeno mercantil, ni siquiera las melodías pioneras de Juan Carlos Denis.

Martínez retrata a una juventud refulgente pero incierta, que asoma pero torpemente. Una atravesada por vicios, estímulos y clasismos. Que camina a los ponchazos. De resacas, furgones y trifulcas. En ese sentido, la esperanza ingenua de dos jóvenes -Mela y Luca- animosos por ser contenidos sentimentalmente, será avasallada por las realidades de la incertidumbre general, como el reflejo de un pueblo que cae en el espejismo del “salariazo” y la “revolución productiva”.

La muerte recorre buena parte del relato. Es que no es solo la muerte de un protagonista sino de una era, de un clima de época. Una fatalidad que permanece y se transforma en algo más, que muta. Es también una muerte fantástica, que bien podría estar en la línea de los cuentos de Alguien que anda por ahí de Cortázar. Y, asimismo, es una muerte irónica, una mueca del destino. Una de esas fatalidades a las que se trata de sobre-explicar, de deconstruir, pero que marca el rumbo contingente de las personas en la vida. La existencia es fugaz, e irremediable.

Una vez siempre es una novela que de alguna manera pone en su puesta estética los goces e impulsos del amor joven. Un texto sobre el paso del tiempo y las elecciones que debemos hacer en nuestra vida, muchas de ellas al límite de nuestras posibilidades, para darle sustento a ese destino que nos retumba interiormente.



Virginia Martínez
Una vez siempre
Metrópolis
2022

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