Literaturas

Cuando las plantas hacen lo que les da la gana | Historias campesinas para salir del paradigma productivista

El ensayo del investigador Dusan Kazic, editado por Cactus, se propone rastrear la ecología afectiva de las plantas a través de la producción campesina. Una búsqueda por sistemas de producción que nos permitan reflexionar sobre nuevas formas de convivir y vincularnos con lo viviente.


Por Ayelén Rives.

En diciembre visité una quinta en las afueras de Mercedes con mi familia. Al llegar, el propietario nos invitó a recorrer los frutales de su quinta, en ese momento, repletos de duraznos maduros. Mientras cosechaba algunos, que luego nos regaló, hablaba sobre su plantación de apenas cuatro años. Lo primero que nos sorprendió es que lo que veíamos no se ajustaba para nada a nuestro imaginario urbano de una plantación. Por un hueco en el cerco que separa la quinta, nos internamos en lo que parecía ser un pastizal abandonado. El sendero era muy estrecho y había que moverse con cautela: estaba lleno de cardos de hasta dos metros de altura. El propietario aplastó algunos con los pies para abrir el sendero a los visitantes urbanos. Pocos metros adentro del terreno aparecieron los frutales. “Tienen 4 años, -contaba- pero miren lo cargados que están”. Los durazneros no medían mucho más que nosotros. Había que inclinarse para recolectar la fruta de las ramas más cargadas, que se bamboleaban a no más de 40 cm del suelo. Alrededor también había mucha fruta caída y picada: “Esto es agroecológico, no ponemos nada, así que también le damos de comer a los pájaros”. Se escuchaban esos pájaros, cantando con una fuerza inusitada, como si agradecieran el festín.

Mientras recorríamos el campo seguían apareciendo los frutales entre las matas de cardo florecido. “Las plantas quieren que esté así, asalvajado. Los primeros años tenía todo limpio y me la pasaba fumigando, tenían todas las pestes. Al tercer año dejé que creciera todo, me di cuenta de que así están mejor. Y ahora no tuve nada, ningún problema. Si ellas están bien así, yo lo dejo así”. Luego explicó las distintas técnicas de cuidado que probó: “a ellas les gusta que las corte”. Mirá aquel árbol, no lo podé, dejé que crezca para ver qué funcionaba mejor. Se fue para arriba y dio cinco duraznos como mucho. Y mirá estos de acá, lo podé con todo y ahí tenés: todas las ramas nuevas son bajas y salieron cargadísimas de flores y de frutos”. Se detuvo un momento a que asienten sus palabras en nuestros oídos y mordió un durazno que acababa de arrancar, caliente bajo el sol de diciembre a las tres de la tarde. “Esto se come así, con piel. Quizás encontrás un gusano. Pero nada de eso te va a hacer mal. No tiene nada tóxico. Acá pasan liebres, hasta un zorro podés llegar a ver”.

Volvimos a la quinta entre los cardos y pensé que acababa de vivir una de las historias que abundan en la lectura que llevé a esos días de descanso. En Cuando las plantas hacen lo que les da la gana, Dusan Kazic visita una decena de campesinos franceses para conocer su vínculo con las plantas. Visita sus campos, conoce sus técnicas, convive varios días con ellos y hasta trabaja allí como uno más. Las conversaciones son su manera de acercarse a lo que quiere conocer: cómo piensan, sienten y se relacionan los campesinos con las plantas, que a su vez son su fuente de ingresos principal. Y allí radica justamente el eje sobre el que gravitará todo el libro: para estos campesinos, ¿son las plantas un bien económico? ¿Hay acaso un vínculo sensible, familiar, amistoso? ¿Cómo se construye ese vínculo? ¿Cuáles son sus momentos felices? ¿Cuáles son las peleas y rupturas? Lo que descubre en esa conversación ampliada es una visión que podría cambiar nuestra manera de pensar la economía, la sociedad y nuestro vínculo con todo lo viviente.

“Lejos de los mandatos objetivistas de las ciencias sociales, Kazic elige contar la historia de cómo llegó a su pregunta de investigación, colando mensajes, conversaciones exploratorias, y hasta un fragmento de su historia personal para explicitar su posición”


Pero no es solo de historias de campesinos que trata este libro. La investigación de grado de Dusan Kazic, publicada en 2024 por Editorial Cactus, muestra desde el inicio el recorrido teórico del investigador. Sus primeras hipótesis, sus marcos conceptuales, las discusiones e intercambios con su tutora de tesis (Vinciane Despret, autora también publicada por Cactus) y con otros investigadores de conversaciones interespecies, sus lecturas y hasta sus anteojeras intelectuales. Todo este recorrido es contado de forma inusualmente amigable para tratarse de una tesis de grado. Lejos de los mandatos objetivistas de las ciencias sociales, Kazic elige contar la historia de cómo llegó a su pregunta de investigación, colando mensajes, conversaciones exploratorias, y hasta un fragmento de su historia personal para explicitar su posición. Un enfoque que resultó una bocanada de aire fresco para esta lectora, no tan cómoda con la escritura académica y sus mañas. Y un aliciente para superar el denso pero necesario capítulo sobre teoría económica y productivismo.

Porque sí, si pensamos que en este libro solo encontraremos anécdotas de la relación entre plantas y campesinos, podemos hacerlo, pero solo nos quedaremos con los hechos, y nos perderemos el por qué es necesario escuchar con atención estas historias. Y el porqué es el elefante en la habitación.

Un giro antropológico hacia las plantas

El subtítulo ya nos lo advierte: Concebir un mundo sin producción ni economía. Parece imposible. ¿Cómo sin producción? ¿Y de qué vamos a vivir? Eso pensaría cualquiera desprevenidamente. Pero Kazic ya se hizo estas preguntas, y se las hizo también a su marco teórico inicial para luego romperlo. Criticando las posiciones de derecha e izquierda, de conservadores y liberales, la conclusión es ver al fin la caverna de Platón en la que estamos discutiendo. El problema es la teoría productivista que nos heredaron los fisiócratas, tanto a capitalistas como a marxistas. Y que su mera propuesta se haya convertido en verdad incuestionable de nuestra sociedad, sea cual sea su rasgo político. “Hemos creído en esa historia que cuenta que la humanidad produce y que eso constituye nuestra materialidad. De allí en adelante, el mundo occidental produce tomates, no vive con ellos.”

¿Y cómo es que el vínculo con las plantas puede desmoronar todo un sistema conceptual y una manera de concebir el mundo que tiene cooptado nuestro pensar? Precisamente porque incorpora el vínculo sensible al trabajo con las plantas. Algo que ningún economista se atrevería jamás a incluir en su análisis.

“Criticando las posiciones de derecha e izquierda, de conservadores y liberales, la conclusión es ver al fin la caverna de Platón en la que estamos discutiendo. El problema es la teoría productivista que nos heredaron los fisiócratas, tanto a capitalistas como a marxistas. Y que su mera propuesta se haya convertido en verdad incuestionable de nuestra sociedad, sea cual sea su rasgo político”.

“Hacer entrar a las plantas en el comercio como seres que comercian permite perturbar el relato dominante (…) Condenar el neoliberalismo, la mundialización y el capitalismo por haber devastado el mundo remite a historias ya mil veces contadas. Eso no cambia nada en la Historia, ya que denigradores y partidarios comparten la misma concepción del comercio. El Hombre sería el único actor económico y las plantas objetos pasivos, inertes, que no pueden en ningún caso comerciar. Son meras mercancías. Relatos dominantes y críticos están tomados en la misma historia, se imitan recíprocamente. Invitar a las plantas a participar en el juego del comercio -considerarlas como seres activos y animados capaces de poner sus propias condiciones sobre la manera de comerciar – permite cambiar la historia”

Quinta Los Frutales

Asimismo, la manera en que este libro aborda el vínculo entre humanos y plantas no es el de la generalización, sino el de los vínculos concretos. Concibe así una etnografía especulativa, que especula vínculos posibles a partir de historias concretas. 

Lo que propone este libro entonces es una recuperación antropológica: ¡deseconomizarnos! Sacar a la economía, la producción y la explotación del centro de nuestro relato de lo humano. Un nuevo giro copernicano en favor de un mundo más que humano, en convivencia y codependencia con lo no humano. Es necesario, dice Kazic, proponer nuevos relatos para salir de la eterna tesis y antítesis que nos mantiene bailando dentro de un esquema economicista, centrado más en la producción que en la vida. Para Kazic, la imaginación debe ser una herramienta de la crítica para poder cambiar el mundo desde nuevos relatos, donde la especulación permita concebir otros vínculos con lo viviente. (Aprovecho para recomendar una serie animada de especulación creativa disponible en intenet: Un futuro (im)posible)

Historias para salir del paradigma

Bajo el ala de Donna Haraway, Úrsula K. Le Guin y Anna Tsing, Kazic se suma a repensar su hacer científico, en un contexto en que la ciencia de los Hombres y sus historias, se ven duramente cuestionada y “han perdido  el monopolio de la verdad”. Ellas llaman a fabricar otros relatos: contar una verdad situada, encarnada, no para develar la verdad del mundo, sino para crear otro en el que podamos habitar. La ciencia también fabrica el mundo, y “este mundo tiene una profunda necesidad de otras historias para evitar las extinciones multiespecíficas”.

Dusan cita a Haraway: “Hay un verdadero peligro en dejar que un único lenguaje domine los posibles”. Y agrega: “¿de quiénes, de qué, de qué modos de existencia está poblado dicho mundo y qué tipos de relaciones pueden existir en él?” Hay una historia que nos hemos contado y perpetuado y naturalizado hasta volverla humana y es la historia de la producción. ¿Y si no viviéramos por la producción? ¿Y si saliéramos del relato colonialista de los fisiócratas que gobernó nuestro pensamiento durante más de tres siglos? 

Incluso, el autor se permite el rescate de la palabra campesino, degradada por el capitalismo a la figura del ignorante, el inculto o atrasado, frente a una más “innovadora” productores. Las historias que aquí visitamos son las de campesinos y campesinas en vínculo con lo viviente, con lo que trabajan a diario por la mutua subsistencia. Que aman, cuidan, se pelean con lo viviente, negocian condiciones, aceptan no tener vacaciones ni fines de semana, se enfrentan a las dificultades de con-vivir con seres que se comunican y demandan de otras formas, ni humana ni animal. Una recuperación que al mismo tiempo permite rescatar saberes ancestrales, desplazados por la modernidad productivista.

“Las historias que aquí visitamos son las de campesinos y campesinas en vínculo con lo viviente, con lo que trabajan a diario por la mutua subsistencia. Que aman, cuidan, se pelean con lo viviente, negocian condiciones, aceptan no tener vacaciones ni fines de semana, se enfrentan a las dificultades de con-vivir con seres que se comunican y demandan de otras formas, ni humana ni animal”

Citando a Michael Pollan, Dusan dice “las malas hierbas no son plantas salvajes: no crecen en los bosques, sino en los jardines, las praderas, los campos, los terrenos abandonados por los hombres, los cruces de los ferrocarriles, las grietas de las veredas, (…) en suma, lugares donde viven los humanos y en ningún otro lugar. (…) Según él, las malas hierbas han evolucionado con un solo fin: ‘prosperar en un suelo que el hombre ha perturbado’, y lo hacen bien. Aunque puedan parecer agresivas, esas malas hierbas no pueden sobrevivir sin los humanos. Cultivan, en ese sentido, un vínculo completamente especial con nosotros: cuentan con los humanos para crear espacios donde vivir, sin desarrollar relaciones amistosas, de cuidado, de comercio o de admiración recíproca.”

Ante el conflicto que nos trae este presente que exacerba los modelos económicos extractivistas, quizás sea hora de volver a vincularnos con otros vivientes, para aprender otras formas de vivir y convivir en este mundo sin llevarlo a la absoluta destrucción, y a nuestra propia destrucción con ello. 

Kazic nos brinda un camino, una forma de leer, una pista para empezar a escribir otras historias. Unas historias donde todo lo viviente tenga su lugar.



Dusan Kazic
Cuando las plantas hacen lo que les da la gana
Cactus
2024

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