Jazmín Ezquivel, Celeste Gómez Machado y La Charo (Tonolec) – Foto Dante Fernández
El sello Fértil Discos en alianza con el español Folcore Records lanzó el álbum colectivo El camino de Leda en el que un conjunto de cantantes y productores de música electrónica recupera y renueva el enorme Mapa musical de la Argentina de Leda Valladares.
Por Violeta Micheloni. Fotos Dante Fernández.
Resulta raro presentar a Leda Valladares. Casi tan raro como que la música del disco El camino de Leda (2019) suene a aire fresco cuando se trata de canciones cuyo origen se pierde entre los cerros sin tiempo. Nació en Tucumán en 1919 y falleció en Buenos Aires, a los 92 años, en julio del 2012. Estudió filosofía y ciencias de la educación, pero fue sobre todo cantante popular, musicóloga y la gran recopiladora de la música anónima del norte argentino. Sin el trabajo de Leda Valladares, un acervo inmenso del canto con caja del norte del país y del continente hoy estaría perdido. Casi siete años después de su fallecimiento, Fértil Discos, con producción artística y ejecutiva de Andrés Schteingart (alias El Remolón, músico, DJ y productor) le rinden un tributo original que se anima a ir mucho más allá del homenaje. Presentado el 26 de abril en el Teatro Margarita Xirgu, El camino de Leda es un disco que reúne a cantantes y productores locales de entornos muy diversos. Juntos desarrollaron una obra que, en su recuperación auténtica pero a la vez innovadora de esa inmensa colección reunida por Leda, logra marcar un nuevo hito en el territorio y el tiempo del canto con caja.
¿Cómo fue la génesis y desarrollo del proyecto?
Andrés Schteingart: El camino de Leda surge hace más o menos tres años en un viaje a España en el que me contacté con Germán de Sousa, el Chairman de Folcore Records. Conversando acerca del material de Leda e intercambiando información surge la idea de hacer un tributo. Así fue como empezamos a pensar la idea y desde el principio consideramos la posibilidad de editar en físico, darle cierta materialidad a una música que siempre fue muy etérea, transformarla en un objeto. Pensamos, además, en un vinilo porque tiende a ser un objeto de colección. Comenzamos convocando a una serie de artistas y haciendo un crowdfunding que nos permitiera juntar fondos para cubrir el período de investigación, pero también la grabación, la mezcla, el máster y el arte. El lanzamiento del crowdfunding fue en octubre de 2016, pero antes yo había empezado a escribir el proyecto.
¿Cómo fue el acercamiento al género?
Hicimos un laboratorio de canto con caja con Miriam García [musicóloga y docente] en un lugar que se llamaba “Casa creativa del sur”, un emprendimiento del gobierno que quedó a mitad de camino pero que en ese momento nos sirvió como puntapié inicial para animarnos a investigar más el género, a decidir quién trabajaba con quién, escuchar las canciones, etc. Eso fue un hito porque empezamos a juntarnos y a entrar un poco más en el mundo de Leda y sobre todo en el canto con caja. El taller consistía en ocho encuentros y siempre mandábamos algún tipo de tarea para el hogar que después se escuchaba y se compartía. Más adelante tuvimos espacios con otras personas que no habían formado parte del taller pero que estaban interesados en el género, y así se fueron sumando Chancha (Chancha Via Circuito), Gaby Kerpel (King Coya), Leo Martinelli (de Tremor) a escuchar lo que iba saliendo y fue muy útil porque nos permitió abrir la búsqueda. Fue una experiencia de la que nos llevamos un montón. Pasaron cosas que no estaban previstas, desde tocadas en vivo cuando los temas ni siquiera estaban planteados a la misma idea del taller o workshop que produjo resultados bastante sorprendentes y nos gustaron mucho.
El nombre El camino de Leda no parece ser casual. Hay una música que baja del cerro y que en su avance se transforma. Pero, ¿cómo transformar estos cantos para que la nueva versión no suene a un mash up o a una baguala remixada? Para este conjunto de artistas el trabajo representó generar desde lo electrónico un nuevo espacio sonoro que pudiera ser habitado otra vez por ese canto en el cielo. Eso mismo hizo Leda Valladares cuando en 1991 decidió popularizar ese conjunto de canciones acercándolas a músicos del rock nacional que ya en ese momento sumaron sus improntas. De esa iniciativa salieron los discos Grito en el cielo Vol I y II que en su momento fueron un gran vehículo para la difusión del Mapa y que involucraron a figuras como Pedro Aznar, Gustavo Cerati, Fito Páez y Federico Moura. De igual manera, este disco tiene el potencial para una vez más visibilizar y dar a conocer estos ritmos y la figura de Leda Valladares. Mucho más que un homenaje, El camino de Leda es una nueva encarnación de una música que no se resigna a la desaparición. Aportan a este recorrido, El Remolón que aliado con Bárbara Silva abren la puerta con sonidos de la naturaleza en eso que podemos llamar electrónica orgánica con “Si quieres que te quiera”, suenan cerca de King Coya y Sofía Viola que en “Sobre las flores” hacen una fiesta mezclando charangos y sonido de 8bits. En otra punta, Chancha vía Circuito logra dar al sonido de la caja la fuerza de una marcha que atraviesa todos los paisajes con la voz de Shaman Herrera de su lado en “Yo he sido”, en la misma línea van Dat García y Jin Yerei con “Ay Naranjal” en una versión que se aleja pero a la vez se acerca mucho a la original. Jazmín Esquivel, Celeste Gómez Machado, La Charo (de Tonolec) y Lauphan eligen bagualas y vidalas en las que se habla de lo que vuelve a empezar, de lo que resurge y se regocija a pura libertad acompañadas de Barda, Uji, Pol Nada y San Ignacio en producción, una libertad que en cierta forma se siente de mujer. Pol Nada también aventura un tema completo y suma en “Ay Pajarillo” sonoridades metálicas, industriales, que no aparecen en otros temas. Para terminar, otra vez Bárbara Silva y El Remolón se despiden en “Adiós pueblito de Iruya” y nos recuerdan que todo este tiempo habíamos estado visitando un lugar nuevo pero que siempre estuvo allí. El cierre queda a cargo de Soema Montenegro y Tremor que ya habían aparecido en el tercer track pero que en “Canto de velorio” llevan el viaje hacia sus comienzos antes de que el español definiera la lengua del canto y lo devuelven en su lengua nativa a una de sus primeras encarnaciones.
El disco, como dijiste en alguna entrevista, logra acercar el folclore a los públicos urbanos que usualmente lo asocian a algo viejo y parte de un paradigma pasado de moda. ¿Qué te parece que pueden encontrar las nuevas generaciones en estos ritmos?
Son canciones hermosas que forman parte de nuestra raíz, de nuestro, territorio, de nuestras venas. Lo que pasa de moda son los arreglos y en algún momento quizás era demasiado despojada la música, pero eso al mismo tiempo nos dio el aire para darle mucha creatividad alrededor. Muchos son una caja y una voz y permiten arreglos de todo tipo. Son temas muy versátiles en ese sentido, muy poderosos porque son canciones que tienen una melodía y un estilo que en muchos casos respetamos pero que dan para volar un montón. Que la gente pueda conocer estas canciones a través de nosotros que somos divulgadores e intentamos marcar un poco de tendencia en ese sentido y de ahí poder ir hacia las fuentes está buenísimo.
Del inmenso Mapa musical de la Argentina recopilado y estudiado por Leda, se percibe un tono común en los temas que integran el disco. Letras que hablan de lo que siempre resurge y, en cierta manera, voces femeninas con mensajes muy actuales, superadores. ¿Cómo fue el trabajo de selección de las canciones que terminaron en el disco?
Hubo un poco de azar, pero también sabemos que estamos en una época que es muy distinta a la época en la que estos temas se empezaron a escuchar. Por un lado, hubo algo de los contenidos y selección de algunas obras con letras en las que se podían identificar las distintas personas que participaron. Por otro, hubo en algunos casos pequeños cambios de letras como en el tema de Chancha que decía “yo he sido tu primer dueño” y él decidió cambiar a “yo he sido tu primer beso” y eso estuvo bueno, tomarse algunas atribuciones para cambiar algunos pequeños fragmentos.
¿Cómo sigue el camino de Leda?
Sigue y no se sabe dónde termina. Estamos empezando la fase de producción de los remixes de los temas que hicimos para que intervengan también otros artistas con otras miradas. Los que participaron hasta el momento fueron todos argentinos que residen en el país y ahora la idea es abrirlo a otro grupo de artistas que no tuvo posibilidad de estar en esta parte del proceso y de ahí darle una nueva mirada. Por otro lado, quedamos bastante entusiasmados con la presentación en vivo y queremos ver qué pasa por ahí.
Juntos, los artistas que integraron el proyecto se animaron a explorar el parentesco lejano que podía intuirse entre una baguala y la música electrónica. Finalizado el recorrido, entendemos perfectamente qué puede tener en común la repetición en loop y eso ancestral que latía en los cerros y que quizás, en el fondo, se asemeje a todo lo que late.