En los últimos días de noviembre se llevó a cabo el Festival La Mujer y el Cine, que desde 1988 piensa el lugar creativo de las mujeres en las artes audiovisuales. Tras el festival, hablamos con una de sus artífices acerca del feminismo y el cine hecho por mujeres.
Por Candela Cebrero. Fotos Julieta Bugacoff
El sol de media mañana se infiltra por las inmensas ventanas del balcón de Annamaría Muchnik, directora del festival La Mujer y el Cine y conductora del programa Buenas tardes, mucho gusto. La luz natural ilumina por completo el departamento. A pesar de que aún es primavera, la temperatura es alta. Sin embargo, los prominentes árboles traen sombra, y una brisa fría alivia al barrio porteño de Belgrano. El espacio es amplio: un living con sillones alrededor de una mesita de café; el piano cubierto de portarretratos con fotos familiares; un cuadro en cada pared; una larga mesa en el comedor. Annamaría toma asiento. Su mirada es dulce, sus ojos se achinan cada vez que sonríe. Trae un conjunto blanco de tela fina, casi tan luminoso como el sol o su sonrisa.
¿Cuándo nació tu feminismo?
Es difícil decirlo, el feminismo no nace de un día para el otro. Empecé a trabajar en televisión a los 17 años, haciendo un programa “para la mujer”. No puedo decir que era un programa feminista, pero en esa época ya había una inclinación en mí hacia lo que pasa con las mujeres: ¿qué hacemos? ¿qué no hacemos? ¿qué podemos hacer? Viví en Europa varios años, donde me nutrí de un movimiento que estaba muy asentado. Acá esas cosas todavía estaban en pañales. Cuando hice el último tramo de Buenas tardes, muchos gusto, en los años 80, empecé a darle otro cariz. Era una época donde, por un lado, estaba finalizando el proceso militar, y por el otro, la palabra “feminismo” no tenía muy buena prensa. Pero yo sentía que había cosas que se podían ir diciendo, como hablar de divorcio, de las mujeres que trabajan, de desigualdades sociales muy visibles. Eran temáticas muy evidentes pero que se buscaba ocultar. Con la vuelta de la democracia, hubo una posibilidad de empezar a hablar de derechos humanos, de lo que nos había pasado, y de “mirar” de otra manera la realidad, sobre todo la de las mujeres. En 1984 yo empecé a hacer un programa con Marta Merkin, en Radio Belgrano, llamado Ciudadanas. Ahí fue la primera vez que frente a un micrófono nos reconocimos como feministas.
¿Qué valor tenía Buenas tardes, muchos gusto para las mujeres, en ese entonces?
Tenía un enorme valor, lo veo aún hoy. Las mujeres que vieron Buenas tardes, mucho gusto, que ya son grandes, tienen un recuerdo agradecido. Fue algo importante. A veces me dicen que vuelva a la tele, pero el programa cumplió una etapa bien cumplida. Si hoy tuviera que hacer un programa así, daría vuelta todo. Prefiero que quede con el buen recuerdo de la gente y el mío. Me abrió mucho la cabeza, me ayudó a entender cuáles eran las preocupaciones de las mujeres que estaban en sus casas todo el día, no trabajaban y cuidaban a los hijos. Ya había algo ahí que tenía que ver con cuestionar eso de “las mujeres en casa y los hombres a la calle”.
“Creemos que hay mucho camino por recorrer para llegar a una equidad de género. Las escuelas de cine tienen mitad y mitad de varones y mujeres. El quiebre está cuando salen a la industria. ¿Por qué pueden filmar más los varones que las mujeres?”
Dijiste una vez que entraste a Buenas tardes, mucho gusto por asegurarle a un colega de tu padre que podrías conducir un programa, a los 17 años. Lo definiste como una actitud “desvergonzada”, pero me suena más a una completa seguridad de vos misma… ¿Crees que esa seguridad se está instalando en las mujeres hoy?
Sí, y mucho. Las adolescentes son maravillosas. No tienen miedo, caminan hacia adelante y la tienen clara. Yo a mis 17 años me sentí segura para responder eso porque estaba en mi casa, y además siempre me tiré a la pileta sin mirar abajo. Hoy las chicas adolescentes saben muy bien con qué se van a encontrar y la pelean. Tienen mucho coraje y una facilidad enorme para expresar claramente lo que quieren, y para luchar por lo que creen justo. El año pasado estuve en el Nacional Buenos Aires durante de la entrega de diplomas. Escuchar a esas 13 chicas, frente a tanta gente, denunciar los atropellos de sus superiores, fue una cosa muy fuerte, emocionante y envidiable. ¡Chapeau! lo que hicieron. Maravilloso. Cuando veo en las marchas a las jóvenes, agarran un micrófono y son de una seguridad, de una firmeza, muy pocas veces vista.
¿Alguna vez te sentiste recriminada, desde el feminismo, por hacer Buenas tardes, mucho gusto con personajes como Doña Petrona?
La verdad que no. Finalmente fueron mis comienzos y no lamento nada. Este programa nació en los 60 como un programa para la mujer, no estaba sólo Doña Petrona en la cocina sino que había médicos, gimnasia, etc. Lo mío fue empezar haciendo ese programa para luego irme aggiornando y creciendo en mis ideas. Fui evolucionando hasta llegar a hacer Ciudadanas y ser la mujer feminista que soy hoy. Lo veo, desde mi lugar, como meritorio.
Si bien tu principal activismo feminista es en el cine, en el pasado fuiste jefa de prensa de Random House. ¿Qué podés decir sobre la mujer en esa industria?
Random House es un grupo editorial inmenso y trabajé muy bien con ellos. Es más, en mis comienzos, mi jefa era una mujer, de quien tengo los mejores recuerdos. Había muchas mujeres trabajando allí. De esa experiencia aprendí una labor muy ordenada y planificada, lo cual me ayudó con el armado del festival. Somos 8 personas trabajando en este evento, hay que hacer de todo.
¿Cómo surgió La Mujer y el Cine?
La Mujer y el Cine surgió hace 31 años de la mano de varias personalidades de la cultura, pero por llamado de Susana López Merino en Mar del Plata. Acudieron muchas mujeres importantes como María Luisa Bemberg, Lita Stantic, Marta Bianchi, Gabriela Mazú, Sara Facio, quienes tenían ya una carrera hecha. Se reunieron con Susana y armaron una asociación con los estatutos legales necesarios para asentarse. En ese tiempo, yo estaba haciendo Ciudadanas. Me invitaron al primer festival en Mar del Plata y yo me metía en todo: traducía, preguntaba, ofrecía ayuda, me acercaba a las organizadoras. Tras terminar la primera edición de La Mujer y el Cine, Bemberg me dijo que querían que fuera parte de la asociación.
Al nacer más de 30 años atrás, ¿fue más difícil organizar un festival de mujeres?
Fue difícil que sea aceptado, pero la realización no. Tuvimos apoyo. Comparando con la actualidad, hoy es mucho más complicado. Fue duro conseguir apoyo. Yo no recuerdo que en los primeros años haya que pelear tanto para llevarlo a cabo. Principalmente por la economía y las elecciones tan cerca de nuestra fecha habitual. En ediciones anteriores vinieron mujeres importantes como Pilar Miró, Lina Wertmuller y Margarethe Von Trotta, con quienes se dio un intercambio muy enriquecedor. Venían de Europa con caminos recorridos y otra cabeza. Cuando una empieza, se pregunta “¿Dónde se aprende a hacer un festival de cine?” y la verdad es que se aprende sobre la marcha.
¿Qué objetivo tiene el festival?
El objetivo, y queda muy claro ya que está en nuestros estatutos, fue y es promover y difundir la tarea creativa de las mujeres en el arte cinematográfico y audiovisual. Hacíamos un gran seguimiento de lo que se hacía acá, que era poco todavía, y en otros países. Antes integrábamos el Festival de Cine de Mar del Plata, por lo que contábamos con el apoyo del INCAA para traer películas y gente de afuera. Fueron años muy ricos, de mucho intercambio. Cuando nos levantaron del Festival, nos vinimos a Buenos Aires e hicimos un esfuerzo enorme todas para organizarlo solas. Y así fuimos creciendo.
¿Quién es tu mayor referente mujer en el cine?
Me gusta mucho Agnès Varda. Siempre la admiré mucho. Las francesas tienen muy claro lo que quieren y adonde van. Pilar Miró fue también una mujer muy inteligente. Y María Luisa Bemberg me sirvió como referente en su momento por su determinación en cuanto a lo que hacíamos y decíamos. Debemos reconocer que todavía no hay tantas directoras mujeres. Esta es una deuda pendiente. El año pasado, sólo el 30% de las películas nacionales fueron dirigidas por mujeres, vamos a ver qué pasa este año. Desde La Mujer y el Cine creemos que hay mucho camino por recorrer para llegar a una equidad de género. Las escuelas de cine, que hicieron mucho para visibilizar a las mujeres detrás de la cámara, tienen mitad y mitad de varones y mujeres. El quiebre está cuando se reciben y salen a la industria. ¿Por qué pueden filmar más los varones que las mujeres?
Y en el cine no hay cupo femenino como salió hace poco para los festivales de música…
Todavía no. Ojalá haya en algún momento. El año pasado en un foro que se hizo en el Festival de Cine de Mar del Plata se habló de esto, de un 2020 que tenga 50 y 50. Por ahora no apareció. Pero para eso deberían darse muchos factores, entre ello que se reconozca que hay muchas mujeres fotógrafas, escenógrafas, iluminadoras, montajistas y técnicas muy buenas a quienes deberían darles una oportunidad.
Esto que decís del 50 y 50 en las escuelas pero no fuera de ellas, ¿por qué crees que pasa?
Porque esta sociedad es todavía machista. Tenemos un largo camino por recorrer. Hemos dado pasos adelante, hubo y hay cambios todos los días. El #MeToo, las marchas por el aborto y la diversidad, y las movilizaciones contra la violencia fueron un gran empujón, pero se necesita más. Y, en mi opinión personal, se necesita más de los hombres. El feminismo no es sólo un tema de las mujeres, los hombres se tienen que dar cuenta. Todo esto no tiene retorno, no nos van a volver a mandar a la casa. Después de la Guerra Civil Española, cuando los hombres volvían del frente, mandaban a las mujeres de nuevo a la casa, luego de que ellas trabajaran el campo en su ausencia. Aquí todavía hay mucha descalificación hacia lo que la mujer puede hacer. Por eso también la desigualdad salarial.
“El aborto es fundamental, pero el tema de la violencia es gravísimo. Es un tema de Estado. Hay que hacer todo lo necesario para terminar con esto porque es catastrófico que todas las horas haya una mujer asesinada”.
En tu opinión, ¿cuál es la lucha más importante del feminismo hoy?
La violencia. El aborto es fundamental, pero el tema de la violencia es gravísimo. Es un tema de Estado. Hay que hacer todo lo necesario para terminar con esto porque es catastrófico que todas las horas haya una mujer asesinada. Tenemos que tener policías, abogadas, sociólogas y todo un equipo de acogida de mujeres preparadas para ayudar a quienes denuncien. ¿Cuántas veces vimos un femicidio de una mujer que ya había denunciado y nadie hizo nada? Ahora en Chile los carabineros lo primero que hacen al detener a una mujer es violarla o violentarla físicamente. Dentro de las diferentes torturas, la violación es una más para las mujeres. Esto pasó en la época del proceso militar y pasa ahora en todas las luchas de las mujeres en América Latina. Es una lucha sin cuartel que no debe bajar los brazos nunca.
Con la mirada enardecida y el rostro serio, mira hacia el balcón unos segundos. “El mejor guerrero no es el que triunfa siempre, sino el que vuelve sin miedo a la batalla”, diría la política española Dolores Ibarruri. Y Annamaría lo entiende mejor que nadie, por eso vuelve a sonreír.