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Fondo: una receta conocida

En Fondo. Otra vez la misma receta, documental del periodista Alejandro Bercovich, la metáfora de la receta como fórmula sintetiza el modo en que el Fondo Monetario Internacional (FMI), un organismo que se presenta como banco, termina condicionando a nivel económico y político los destinos de sus deudores.


Por Laura Bravo.

La película se estructura en un diálogo entre el cocinero Juan Braceli y Alejandro Bercovich que acontece en el día que en que Macri anuncia el regreso al Fondo. Esto suscita preguntas a Braceli que intenta evacuar vía whatsapp. En paralelo, el economista cocina un guiso de lentejas y Braceli hace lo propio con una moussaka y una caldeirada, un plato griego y otro portugués que funcionan como introducción de los casos que se van a analizar.

Los cinco capítulos que construyen el relato son: el menú del Fondo, los cocineros, las recetas, los comensales y el banquete. También pueden expresarse como: un único plato, los tecnócratas, el ajuste, los países que requieren asistencia y las políticas que sustentan el ajuste.

El filme rompe la caracterización clásica que se hace del organismo donde encarna a un cuerpo técnico despolitizado comprometido con el crecimiento de aquellas regiones a las que presta dinero, para presentarlo como acreedor voraz atravesado por la ambición geopolítica de sus principales socios.

La primera vez que se menciona al FMI en nuestro país es en 1959, durante el gobierno de Frondizi quien solicita al Fondo el envío de una misión para elaborar un diagnóstico y diseñar, junto a funcionarios locales, un plan de emergencia que el FMI contribuiría a financiar. Ese período de austeridad, ajuste y recorte se resume en la frase del entonces ministro de economía Álvaro Alsogaray: “hay que pasar el invierno”.

Bercovich utiliza el método comparativo para desmenuzar los casos de la Grecia empobrecida que acata los dictámenes del organismo y un Portugal floreciente que revive tras escapar a los mandatos. En Grecia, el drama es relatado en primera persona por funcionarios, jubilados; en Portugal a la resurrección la narran políticos, trabajadores y empresarios. La comparación es pertinente, son dos países del sur de Europa con similar cantidad de habitantes y economías basadas en el turismo. Es cierto que algunos economistas discuten los intervalos y elementos sobre los que se construye esta hipótesis pero no deja de ser ilustrativa. Desde Washington, Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, resume con contundencia: la austeridad destruye.

A propósito de Stiglitz, quien conversa con Bercovich, refuerza la postura que encarna desde los tiempos de El malestar en la globalización donde critica los mecanismos del FMI que, a su criterio, insisten en el anticuado supuesto de que los mercados generan por sí mismos resultados eficientes. Esto determina que se inhiban intervenciones deseables de los gobiernos, medidas para guiar el crecimiento y mejorar la situación de todos. Se está, por tanto, ante una cruza de ideología y mala economía en resguardo de intereses creados, un catálogo de soluciones ineficaces y estándares que no contemplan las situaciones de los países en los que se aplican, que evidencian su incapacidad de reflexionar respecto a la pobreza o políticas alternativas.

Las decisiones del FMI, a juicio del Nobel de Economía, son mediocres y poco democráticas. Es sordo a las ideas de sus países clientes sobre estrategias de desarrollo o estabilidad fiscal. Además, mantiene postura de mandatario colonial y crea la ficción de que negocia con sus deudores cuando estos tratos son desiguales.

En Argentina, Bercovich apela a las voces de actores locales que debieron interactuar con la institución y quienes atestiguan de primera fuente lo que significaron para el país aquellas conversaciones, entre ellos: Roberto Lavagna, José Ignacio De Mendiguren y la ex embajadora Cecilia Nahón. Viejos conocidos como Anne Krueger o Michel Camdessus, con sus intervenciones de otrora, bastan para que las nuevas generaciones tengan una fotografía de aquellas relaciones.

En tiempos del macrismo, el Gobierno argumentó que se trataba de un Fondo diferente, con otra sensibilidad, es por esto que formuló la pretensión de que Argentina terminara “enamorada” de su directora Christine Lagarde (hoy presidenta del Banco Central Europeo). Bercovich trata estos pasajes desde el humor, es tarea del espectador visibilizar las consecuencias del mayor préstamo en la historia del FMI, que permea la última campaña electoral en el intento del organismo por blindar al candidato que, finalmente, perdió las elecciones.


Consistente y veloz, Fondo. Otra vez la misma receta, es un documental que evita la solemnidad y logra remitirnos a un pasado que presenta la paradoja de no ser tan lejano pero que nuestros gobernantes parecen olvidar con recurrencia.



Fondo. Otra vez la misma receta
(2019)
Dirección y conducción: Alejandro Bercovich.
Colaboración especial: Juan Braceli, Pedro Saborido y Ángela Lerena.
Ver próximas proyecciones

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