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Perros del Viento | Tras las huellas de lo que somos

La película de Hugo Grosso protagonizada por Luis Machín parte de un inexplicable acontecimiento animal para indagar en nuestros comportamientos y en las marcas del pasado que siguen repercutiendo en nuestro presente.


Por Marvel Aguilera.

Schopenhauer decía que el suicida no es alguien que niega la vida sino que, por el contrario, la afirma, pero está descontento con las normas que le son expuestas para afrontarla. No se puede aseverar que todo suicidio sea racional, más allá de las premeditaciones o los actos impulsivos. Las causas no pueden ser fijas, siempre mutan. Pero qué pasa cuando lo instintivo se cruza en nuestras intenciones, cuando las sensaciones son las que nos oprimen por sobre la razón y la incertidumbre se transforma en un estado emocional, uno que lesiona nuestra existencia y la voluntad de vivir de acuerdo a nosotros mismos.

Perros del viento de Hugo Grosso nos habla de esta zona de inestabilidades que atraviesa a un guionista que decide retornar al pasado para encontrar allí las posibles vías de reencuentro con su estancado presente sensible.

Ariel trabaja como escritor en un programa transmedia español que analiza los comportamientos animales y ha recibido una serie de datos sobre diferentes suicidios de perros en el Parque de España, en la ciudad de Rosario. Ellos se arrojan al abismo sin una explicación clara al respecto. Interesado en el tema, pero atraído por la idea de que un viejo amor esté detrás de ello, Ariel decide viajar a Rosario para conectar sus incertidumbres con el pasado y así poder comprender los vacíos sentimentales que siguen impactando cotidianamente en su vida.

“Perros del viento gana cuando la simplicidad se impone, en las miradas de su protagonista, en los silencios tajantes, en el juego de espejos entre lo que es y lo que ya no está”.


Ya en su vieja ciudad, revivirá el pasado desde otra perspectiva, en la soledad que acucia a su otrora gran familia; en las incómodas charlas con su antiguo amigo José María (Roberto Suárez); y en el desencanto amoroso con Laura (Gilda Scarpetta), la amante que decidió no acompañarlo cuando él eligió partir hacia España. En medio de esas transformaciones, el acercamiento al hijo de ellos dos, lo guiará en ese doble camino de descubrimiento acerca de la realidad de los perros y también de sí mismo, porque las cicatrices son marcas con las que uno tiene que vivir, que estarán siempre, y de lo que se trata este camino pedregoso de la existencia es de aprender a transitar con ellas, de ver reflejadas allí las huellas de nuestra experiencia.

Luis Machín destaca con una actuación sobria, aclimatada al escenario de tensiones que el largometraje pone sobre la mesa. Acaso la escena con su tía (Marta Lubos) hablando de los que ya no están sea la pieza que mayor llega, desde el llano, sin lágrimas ni solemnidades, pudiendo transmitir ese sentimiento de pérdida inminente, de finitud, de una vida que es más frágil de lo que parece y que se marchita sola, sin grandilocuencias ni alborotadas multitudes.

Con un trabajo de dirección que busca converger lo sensorial con las imágenes, Perros del viento gana cuando la simplicidad se impone, en las miradas de su protagonista, en los silencios tajantes, en el juego de espejos entre lo que es y lo que ya no está; porque querer volver el tiempo atrás siempre implica desconocernos en el ahora, impugnarnos, negar la esencia misma de la vida como permanente suma de cambios y transformaciones internas.

Una película que nos habla de los comportamientos humanos, de sus imperfecciones, aciertos e impulsos. También de la imposibilidad de controlarlos y de cómo muchos de ellos condicionan nuestro camino, para bien o para mal. Un camino que siempre podemos reconducir, siempre y cuando hayamos aceptado seguir caminando.

Guion y Dirección: Hugo Grosso. Producción ejecutiva: Milagros Alarcón. Dirección de Producción: Martín Lapissonde. Jefatura de Producción: Pamela Carlino. Asistencia de Dirección: María Elia Rodríguez. Dirección de Fotografía: Marcos Garfagnoli. Montaje: Verónica Rossi. Dirección de sonido: Tomás Grimaldi. Posproducción de sonido: Diego Colombo. Dirección de arte: Cecilia Correnti. Colorista: Laura Viviani. Vestuario: Mercedes Colombo. Dirección musical: Carlos Casazza. Elenco: Luis Machín, Gilda Scarpetta, Roberto Suárez (Uruguay) Lorenzo Machín, Marta Lubos, Carlos Portaluppi y Estrella Zapatero.

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