La obra del proyecto Migra, dirigida por Osqui Guzmán y Leticia González de Lellis, une el espectáculo circense con la cercanía del marco teatral para contar una historia distópica alrededor de la resistencia al pensamiento único.
Por Marvel Aguilera. Foto de Portada: Maca de Noia.
¿Cómo se confronta la irracionalidad? ¿Estamos condenados a naturalizar las lógicas de colonización de nuestra subjetividad? Adorno y Horkheimer advertían que la razón ilustrada tenía que ser consciente de su oscuridad, porque de caer en manos enemigas podría ser usada para condicionar a la propia humanidad.
Esos tiempos, donde los algoritmos y artificios son las herramientas para imponer un sentido común desde arriba, parecen hoy atravesarnos. Una era kafkiana donde los titiriteros se mueven sin rostro entre subterfugios financieros para dictar nuestra conducta.
Pero es probable que todo ello nos brinde al menos una certeza. La noción de que nuestra sensibilidad, y las acciones colectivas que a partir de ella construyamos, pueden ser la puerta de ruptura de este orden sutilmente naturalizado.
Waminix, la obra dirigida por Osqui Guzmán y Leticia González de Lellis, llevada a escena por la compañía de artistas del Proyecto Migra, recrea un futuro distópico en que esa desventura de la razón cegada nos ha llevado al colapso social. Donde la domesticación social es un orden del que apenas unos pocos escapan, desde la ilusión que despierta su sentido de solidaridad.
“La obra transcurre generando imágenes en movimiento; cuadros en donde se estilan acciones de destreza que van ganando en profundidad, como un redoble de apuesta que lleva hasta el extremo la capacidad de cada uno de los artistas”.
Más allá del año 3000, la humanidad está al borde de su extinción. Dominada por los “cabeza de tacho”, rige un estado de control total. La conducta, la moda, las formas de estar, son impuestas por ellos. En los márgenes de resistencia, los “waminix” son el último atisbo de lo que los humanos supieron ser.
En una dinámica que cruza el espectáculo circense con la puesta teatral, la obra transcurre generando imágenes en movimiento; cuadros en donde se estilan acciones de destreza que van ganando en profundidad, como un redoble de apuesta que lleva hasta el extremo la capacidad de cada uno de los artistas.
La escenografía ligada a lo residual, donde los tachos de basura pueden funcionar como refugio o amenaza, se conecta con la performance de los actores a partir del uso de los espacios y los artefactos. Entre ellos, una inmensa estructura que puede ser jaula o, en su defecto, el canal de liberación del dominio tacho.
Un tapado que emerge como perro, una bicicleta que es algo más que un transporte, un látigo que arenga revoluciones; cada aparente residuo se reconvierte en un motor de acciones, individuales o colectivas, que ilustran el espíritu de la obra. Asimismo, los actores son parte esencial de esa mancomunión que se establece con la escenografía, desde arriba de la jaula, adentro de un tacho o girando de cabeza a través de un aro; sabiendo encontrar el punto entre los tonos de humor y el ritmo del espectáculo.
Waminix es una obra que rompe con el molde teatral, limitando al mínimo la presencia de diálogos, para entregarnos un clima que combina lo lúdico con lo físico en un equilibrio fresco y divertido. Malabares, danza, atletismo, resistencia; cada avance en la trama de enfrentamientos implica nuevas pruebas, donde entran en juego el ingenio y el cuerpo, pero también el humor y la improvisación.
Guzmán y González de Lellis dirigen esta obra que pone en perspectiva de forma creativa las implicancias del pensamiento único, y el peligro que significa correr detrás de las tendencias actuales. Porque lo que subyace es una libertad ficticia que hoy consentimos a través de las redes sociales, pero que en realidad profundiza el control sobre nuestro comportamiento. Un mundo donde todos se esfuerzan por ser diferentes a través de herramientas que nos transforman en iguales.
Waminix es un show que ofrece vibraciones, performances y reflexión en partes iguales, sin distinguir edades. Una alegoría de un mundo que se desintegra a medida que los intereses económicos disuelven nuestros rasgos de humanidad, dañando los ecosistemas, la libertad de expresión, y la necesidad de elegir cómo queremos transitar nuestra vida.
Ficha artística
Dramaturgia: Creación colectiva
Elenco: Leticia Vetrano, Sofía Ivy, Paz Cogorno, Víctor Miñón, Johnatan Uriarte, Martín Orchessi
Diseño de escenografía: Proyecto Migra, Duilio Della Pittima
Realización de estructura y escenografía: Duilio Della Pittima
Diseño de muñeco: Alfredo Iriarte
Diseño de vestuario: Jorge López
Música original: Tomás Rodríguez
Diseño lumínico: Adrián Cintioli
Identidad y diseño gráfico: Lima
Producción general: Proyecto MIGRA
Producción ejecutiva: Analía Cabanne
Prensa: Marisol Cambre
Redes: Florencia Valeri
Fotografía: Maca de Noia
Dirección: Leticia González De Lellis, Osqui Guzmán
El Cultural San Martín – Sarmiento 1551, CABA.
Funciones: sábados y domingos a las 19h hasta el 16 de julio | luego de miércoles a domingos a las 19h desde el 19 hasta el 30 de julio.