
La Marcha del Orgullo Antifascista Antirracista del pasado sábado 1° de febrero colmó las calles hacia Plaza de Mayo en una masiva movilización popular. Bárbara Cipitelli, filosofx, lesbianx e integrante del Frente Docente Disidente, desglosa las reflexiones que en las diferentes asambleas autogestivas fueron impulsando una organización frente al autoritarismo y la tiranía.
Por Bárbara Cipitelli. Fotos: Eloy Rodríguez Tale.
Cargadxs de furia creativa, ¡inundamos las calles! Escuchamos el discurso del presidente en el Foro Económico Mundial en Davos y nos preguntamos: ¿Cómo podemos relacionar esa crítica insistente a nuestras formas de vida no heterocissexuales con la economía? ¿Es acaso un discurso improvisado e impulsivo? ¿O, por el contrario, premeditadamente pretende correr el límite de lo que está permitido hablar, instalando un pensamiento fascista y conservador que creímos sepultado?
Mientras el presupuesto en investigación científica se recorta, las voces oficiales del gobierno vuelven a querer instalar la patologización y los prejuicios sobre nuestras formas de vida no heterocisnormadas. Resulta insostenible la propuesta y poco convincentes los argumentos deterministas y esencialistas que pretenden apoyarse en la biología, cuando ya sabemos que ésta es una ciencia que no puede más que defender la diversidad. En un momento respondimos “la biología no es destino”; hoy nos lo replanteamos sosteniendo que el discurso tampoco lo es: ambos en continua mutación de acuerdo a lo que vivimos y lo que deseamos.
En los 70’s el Frente de Liberación Homosexual se pronunciaba con la consigna “el fascismo nos amenaza”. En la actualidad vemos repetir esa amenaza pero elegimos gritar “¡Nuestra vida está en riesgo! ¡Basta!”. La creciente precarización de la existencia afecta a muchos sectores de la sociedad, por eso la identificación provisoria con la palabra “pueblo” funciona en otra de las consignas que surgen desde la organización colectiva: “Somos más pueblo que millonarios fascistas”.

“La creciente precarización de la existencia afecta a muchos sectores de la sociedad, por eso la identificación provisoria con la palabra “pueblo” funciona en otra de las consignas que surgen desde la organización colectiva: ‘Somos más pueblo que millonarios fascistas'”
Intentamos no quedarnos en el “dar respuesta al gobierno”, cada instancia de resistencia también resulta una posibilidad para replantearnos acciones motivadas por el deseo más allá de la “coyuntura”. Resuena el ambicioso “pidamos lo imposible”, que se resignifica al pensarlo más desde las dinámicas asamblearias que desde las lógicas político-partidarias ya conocidas. El momento de urgencia que atravesamos requiere que la situación pase a primer plano al salir a la calle a manifestarnos. Nos organizamos en forma espontánea, intentamos ponernos de acuerdo después de horas de debate, procurando que no se cuelguen de nuestras siliconas ni de nuestras cicatrices (reversión trans del ya conocido “no se cuelguen de nuestras tetas”), pensando en la cooptación de nuestras luchas en favor de aparateos e intereses ajenos a la comunidad. Muchxs de nosotrxs, inconformxs, no nos limitamos al reclamo por los derechos adquiridos: tenemos experiencias negativas de institucionalización y burocratización de nuestros conocimientos y reconocemos las falencias de la democracia al respecto.
Decidimos poner atención en la interseccionalidad de nuestras luchas, en los múltiples modos de habitar los diferentes territorios y de afectarnos en la coexistencia. Resulta una demanda de nuestros tiempos sostener y celebrar la diferencia que tanto incomoda al pensamiento de derecha, heterocisnormado, colonialista, racista, ecocida y capacitista. En cada asamblea, se nos presenta el desafío de confiar en la construcción colectiva, de favorecer espacios de reunión que contrasten con el autoritarismo y la tiranía. La necesidad de la transversalidad en la lucha se presenta como oportunidad para establecer nuevas redes de apoyo.

Al transitar las calles o sentadxs en asamblea nos escuchamos, escribimos y leemos carteles mientras reflexionamos sobre cómo nos expresamos y por qué. Cada quien aporta desde sus conocimientos y habilidades, asumimos diversas tareas. Nos enfrentamos a la invisibilización y al ninguneo, al reduccionismo que repite que somos “lo mismo”, como una gran masa “contra las inversiones del capital y el progreso”. También a los medios de comunicación que, enunciando las movilizaciones multitudinarias como “marchas contra “los discursos de odio””, impiden transmitir la magnitud de nuestras afecciones y desacreditan la construcción colectiva con repercusión internacional.
El totalitarismo se sirve de esa herramienta para quitarnos legitimidad, pero nos mantenemos firmes en la pluralidad de nuestras luchas en red, en forma situada, en territorios diversos, con particularidades marcadas y atravesadas por la necropolítica impuesta. Somos lesbianas, trans, travestis, maricas, bisexuales, queers, … pero también discas, afros, personas viviendo con VIH, mapuches, deportistas anticapacitistas, marronxs, huerterxs agroecológicxs, migrantes, jubiladxs, personas de comunidades de pueblos originarios… porque supimos entrelazar nuestras resistencias ante un modelo extractivista, hipercapitalista, sionista y colonial. El antifascismo requiere que reflexionemos sobre la imposibilidad de un “capitalismo bueno”, así como también sobre la idea de “patria” construida sobre las bases de procesos genocidas colonialistas.

“El antifascismo requiere que reflexionemos sobre la imposibilidad de un ‘capitalismo bueno’, así como también sobre la idea de ‘patria’ construida sobre las bases de procesos genocidas colonialistas”.
Si bien “nos cuidamos entre todxs” y “me cuidan mis amigxs” suenan convincentes, tenemos que estar informadxs sobre las herramientas jurídicas que, en momentos de represión de las fuerzas del estado, resultan un paliativo. Vivimos muchos acontecimientos que nos llevaron a descreer en la justicia: la desaparición de Tehuel, la masacre (lesbicidio) de Barracas, y el reciente asesinato de Sofía Fernández son algunos ejemplos entre tantos.
Nos ubicamos así, en un lugar intermedio entre la motivación y el escepticismo. Nos ayudamos entre amigxs para potenciar las fuerzas, nos cansamos (también) de estar siempre alertas, nos preguntamos sobre lo que hicieron de nosotres y resistimos ante los poderes dominantes porque sabemos que la vida no es esto que proponen. Nos inundamos de emociones pero advertimos, desde el aprendizaje de la lucha, que a muchxs la apelación a lo emocional no les llega, ya que hay un bloqueo enorme a la empatía y la ternura. Concluimos: “al fascismo se lo destruye”, porque no hay posibilidad de diálogo. Imprevisible es la historia, aunque estuvimos al tanto del avance de la derecha. Algunxs dicen que estamos ante un nuevo sujetx políticx: ¿es necesario identificar la emergencia del mismo? ¿A qué responde ese gesto del anuncio? ¿No será motivado aún por la nostalgia de un pasado moderno revolucionario del cual ya nos desilusionamos? “A lo incierto, con confianza”.
Nuestras vidas están en riesgo, ¡Basta!
