El Pregonero

La gira del forajido

Emergencia alimentaria


Editorial
Foto: Juliana Miceli

El presidente Mauricio Macri anda de capa caída. Es difícil disimular el malestar dentro de su gabinete por unas elecciones generales en octubre que prometen terminar de desinflarle los pocos globos que aún no estaban pinchados desde el batacazo electoral de las PASO del 11 de agosto. Tras el lamentable traspié (uno más, y van…) de considerar que las PASO nunca existieron, lo que queda de su equipo electoral dio su último estertor y organizó una campaña de 30 días en 30 ciudades distintas del país: la gira #SiSePuede.

Es de creer que Mauricio Macri irá a las regiones más difíciles y no a las afines a su mandato. Pero con solo leer su comunicado oficial de redes, el globo amarillo parece aún más desinflado: “La Marcha comienza el sábado 28 de septiembre a las 17 en Barrancas de Belgrano, en Buenos Aires. Si estás cerca, venite.” Pretende dar el batacazo comenzando por uno de los barrios más afines a su partido desde siempre. ¿Por qué quedarse con pequeñeces y no ir por el todo? ¿Por qué mejor no comenzar la gira en el Country Newman?

Pero el comunicado es aún más fascinante porque invita a que quienes vayan lleven a cuanto familiar, amigo o transeúnte para llenar y que usen sus redes para replicar la convocatoria. Recuerda a su jactancia de campaña previa a las PASO de compartir una foto suya porque sí. Vuelven a aplicar una estrategia de campaña que más suena a ruego y pedido de limosna que a una fuerza partidaria en sí. Pero bueno, tal vez esa siempre fue la esencia del macrismo: las redes sociales, al punto que, si alguna vez fallasen, tal vez veríamos al ejército de trolls de Marcos Peña en vez de a un partido político popular. Oh, cierto, ya fallaron en alguna otra ocasión. Caricias significativas desde Hurlingham.

Es que no, no se puede hacer campaña en medio de la necesidad alimentaria. En el contexto de hambre y miseria que viven gran parte de los sectores populares, en medio de la bronca de las organizaciones sociales por la limosna que ofrece la “blindada” ministra Carolina Stanley.

No, no se puede gobernar con focus group. Con artimañas de marketing y análisis big data, cuando la realidad muestra que falta la plata en el bolsillo, que los salarios están congelados, que las fábricas despiden, que la crisis no fue una pesada herencia sino la responsabilidad de un gobierno aristócrata, cipayo e insensible, sin ningún tipo de sustento político, sólo sostenido por la canilla abierta del FMI y la complicidad de los medios hegemónicos.

No, no se puede militar frivolidad en medio del dolor por la muerte de Jorgelina Ruíz Díaz y María Cristina Aguilar, víctimas de un ajuste implacable en Chubut, de una precariedad que pone a la educación en una situación límite. Con focos de conflicto que se replican en la Ciudad de Buenos Aires y en Córdoba que nos hacen recordar a los días previos a la catástrofe del 2001.

No, no aceptamos una marcha de un gobierno inoperante cuyos ministros repiten livianamente ante las cámaras que las necesidades alimentarias son un slogan de campaña y que los que tienen hambre “pueden ir a los comedores”. No aceptamos una marcha de un presidente rengo, cegado por el deseo de poder y el resentimiento propio del patrón mancillado, el que tira manotazos de ahogado con medidas “populistas” que demonizó durante casi cuatro años.

No, no aceptamos la prédica de un gobierno que juega con fuego. Que alienta al estallido social para poner de patas para arriba el sistema democrático y anular la abrumadora voluntad popular constatada en las urnas. No lo aceptamos porque sabemos quiénes son y qué están dispuestos a hacer para imponer su modelo de país.

En su última columna del diario Perfil, Jaime Durán Barba, el encantador de serpientes macrista, abogó por la “democracia y alternancia”. Ellos lo saben, terminar el gobierno como estrategas de un futuro de avanzada, moderno y partícipe de la “nueva política” frustado por las masas “bárbaras” del populismo es la credencial para el retorno al poder. Para la alternancia. Permitir eso sería volver al destino trágico que el país cíclicamente atraviesa a lo largo de su historia. Ese puente dominante de las élites que don Arturo Jauretche supo mostrar cuando dijo que el poder de la oligarquía residía en ser dueños de la cabeza de miles de argentinos de la clase media. A esa gente que le interesa más el parecer que el ser. Ese es el hueso duro de roer, lo tenemos claro, y esa será nuestra lucha cultural.

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