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Por gracia de Dios: No comulgamos con el silencio

Los abusos perpetrados por la Iglesia Católica constituyen el núcleo narrativo de Por gracia de Dios de François Ozon, filme ganador del Gran Premio del Jurado en el Festival de Berlín. La película cuenta la conformación de la asociación de víctimas La Parole Libérée y los periplos personales de tres de los sobrevivientes.


Por Laura Bravo.

En julio de este año, un tribunal eclesiástico francés expulsó a Bernard Preynat del estado clerical, pena mayor prevista en el derecho canónico. Se comprobó que, entre los años ’70 y ’90, Preynat abusó de menores mientras lideraba un grupo scout de Lyon. En la actualidad, no puede celebrar misa ni escuchar confesiones, tampoco hacerse llamar padre. Infovaticana explicó que la condena lo exime, además, de obligaciones tales como el rezo de la liturgia de las horas y la obediencia a su obispo. Por su parte, el cardenal Philippe Barbarin fue condenado por el Tribunal Penal de Lyon a seis meses de prisión, sin cumplimiento efectivo, por encubrimiento del cura a quien mantuvo en su puesto hasta 2015.

Estos abusos, más tenebrosos que cualquier producto de la ficción constituyen el núcleo narrativo de Por gracia de Dios de François Ozon, filme ganador del Gran Premio del Jurado en el Festival de Berlín. La película cuenta la conformación de la asociación de víctimas La Parole Libérée y los periplos personales de Alexandre, Francois y Emmanuel, tres de los hombres que continúan con sus vidas a pesar de.

Alexandre es el primero en denunciar, padre de familia, burgués y católico, considera que las batallas deben librarse desde el interior de la institución y por esto apela, con dispares niveles de fracaso, a oficinas del clero local con el doble objeto de cerrar el pasado y evitar que Preynat continúe en contacto con niños. Luego sigue Francois, convocado a declarar por una vieja denuncia en suspenso que emerge a raíz del movimiento de Alexandre. Por fin Emmanuel, con rastros de enfermedad mental, varado en una vida sin resultados, el único de los tres casos no prescripto. En el interín se nos presentan otros abusos y violaciones referidos por vía telefónica o por mail.

“Recién cuando cada uno de los personajes logra poner en palabras el dolor de la infancia, puede extenderse hacia los otros para amplificar el reclamo.”


En la primera mitad de la película los casos irrumpen en forma aislada hasta que, en la segunda mitad, la proliferación es tal que distrae del hilo narrativo principal. La superposición de crónicas dramáticas, si bien aporta densidad al testimonio, desdibuja la potencia de los protagonistas.

Ozon, en la gira que impuso el estreno europeo de esta película narró las dificultades que experimentó para la obtención de permisos para filmar en iglesias de Lyon. Tiene lógica, las exposiciones de los protagonistas son crónicas e incluso historias clínicas de seres afectados por el silencio institucional, por familias viciadas de religión, por sociedades sujetas a obediencia. La iglesia aparece como una cofradía de ancianos preocupados por encubrir los propios delitos, incapaces de reconocer anacronismos, instalados en la comodidad.

El surgimiento del espacio biográfico, según Leonor Arfuch, es esencial para la afirmación del sujeto moderno, contribuye a crear la frontera entre lo público y lo privado, lo individual y lo social. Este supuesto tiene estatus de certeza en el filme de Ozón dado que, recién cuando cada uno de los personajes logra poner en palabras el dolor de la infancia, puede extenderse hacia los otros para amplificar el reclamo.

En ciertos pasajes, Por gracia de Dios peca de excesiva y su entusiasmo suena hasta pueril. No obstante, es necesaria para que las voces de las víctimas no se invisibilicen entre el raudal de discursos vigentes.

Este no es el Ozón de La piscina o Bajo la arena, maneja otros modos de hacer. Sucede que, más allá del director, la docuficción y los relatos testimoniales de la pantalla grande están experimentando virajes para no quedar entumecidos en un único formato Netflix. Este filme no es ajeno a ese contexto ni al uso de los tiempos del cine francés.


El nombre de la película obedece a que, consultado Barbarin respecto a los casos prescriptos, el obispo exclamó: gracias a Dios. Si bien después se disculpó, la iglesia francesa sabe que solo somos dueños de nuestros silencios. Tal vez el mayor logro de La Parole Libérée sea haber logrado la extensión de las prescripciones por abusos sexuales, de veinte a treinta años para que la justicia pueda escuchar a las víctimas cuando éstas estén en condiciones de hablar. Sin dudas, la gran virtud de Ozón es generar un diálogo fílmico, un cruce coral, en la insistencia unívoca de hombres tan heterogéneos.



Por gracia de Dios
Drama. Francia, 2018.
François Ozon
Protagonizada por: Eric Caravaca, Melvil Poupaud, Swann Arlaud, Denis Menochet.

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