El Pregonero

¿Todo cuidado es político? | Una reflexión sobre el Estado y los movimientos sociales en tiempos de pandemia


Por Walter Córdoba*. Fotos Barrios de Pie

*Coordinador de Somos Barrios de Pie Capital, Consejero de Políticas Sociales y Economía Social del CESBA.

En los últimos días algunos sectores de la oposición política y mediática emitieron ciertas críticas a quienes ponemos el cuerpo en los barrios informando y concientizando a la población en pos de fortalecer y masificar la campaña de vacunación contra el Covid-19. No por casualidad, los mismos sectores que desde el primer día elaboraron un discurso anti-cuarentena para desgastar a un gobierno que en su gestión de la crisis optó por poner en el centro la vida y la salud de la gente, son los mismos que luego cuestionaron la eficacia de la vacuna, sin más argumentos que los ideológicos y son, por supuesto, los mismos que siempre promovieron la denigración del sistema público de salud en virtud de una matriz privatista y neoliberal. Estos sectores critican la participación de los movimientos sociales en la implementación de las políticas públicas, afirman que la militancia política nada tiene que ver con la campaña de vacunación y que: “los tres niveles del Estado cuentan con las herramientas necesarias para acompañar a las familias que no tienen accesos a la información necesaria1.

Ante estas afirmaciones podemos interrogarnos: ¿Será que con el Estado es suficiente? ¿Con qué Estado contamos? Y, demos un paso más, ¿qué Estado necesitamos?

La pandemia nos ha sacudido y nos sigue sacudiendo profundamente. Podemos pensar que durante este proceso se pusieron al descubierto algunas certezas de manera bastante evidente, pero, por sobre todo, se abrió un campo de incertidumbre y de perspectivas posibles que se hayan en disputa acerca del Estado y la organización de nuestra sociedad de cara hacia el futuro. En primer lugar, se expuso con bastante claridad que todos estamos igual de indefensos ante el virus pero que tenemos condiciones de vida profundamente desiguales que conllevan a un acceso desigual a los cuidados, los servicios, la información o las posibilidades de aislamiento y distanciamiento social. En segundo lugar, es el Estado y no el mercado, el que aparece como responsable de la salud de la población en tiempos de emergencia. Es al Estado al que le demandamos, pese a que durante años se lo ha mancillado y desfinanciado.

Los movimientos sociales hemos estado en la primera fila desde el comienzo de la pandemia, asumiendo funciones esenciales de cuidado comunitario. Tan sólo en la Ciudad de Buenos Aires existen 700 comedores comunitarios donde nuestras compañeras con un compromiso invaluable cocinan todos los días para que a nadie le falte su plato de comida, estirando las raciones ante el aumento de la demanda y pese al alto grado de exposición que la tarea conlleva para su propia salud y la de sus familias. Los y las militantes populares ponemos el cuerpo todos los días porque creemos que la salida es entre todos y todas. Trabajamos en red y en forma solidaria a través de promotores/as comunitarios en cada barrio, capacitados en forma autogestiva en: salud colectiva, educación popular y género, entre otras áreas. Por medio de los y las promotores/as de salud colaboramos con la adecuación territorial de los protocolos, desinfectamos en forma sistemática calles y pasillos por medio de cuadrillas de trabajo, distribuimos insumos, realizamos relevamientos en relación a la población de riesgo y colaboramos con los testeos del operativo Detectar, a la par que articulamos con los centros de salud de cada zona.

Ante los discursos que promueven la fractura y la grieta, los movimientos sociales ya desde hace algunos años venimos caminando en unidad, desarrollando estrategias creativas en nuestras iniciativas y campañas para lograr amplificar las voces de los sectores que suelen no oírse o suelen no trascender en la opinión pública. En el último año desplegamos un papel esencial de cuidado comunitario, sosteniendo el tejido social y colaborando con el Estado, allí donde más se necesita. Los movimientos sociales y los feminismos venimos reflexionando hace ya un tiempo en torno a la cuestión de los cuidados y la necesidad de visibilizar y reconocer como trabajo estas tareas, pero como consecuencia de la pandemia, en los barrios populares esta dimensión del cuidado comunitario cobró mayor relevancia. Nos referimos al cuidado de la vida, aquí y ahora. Se trata no sólo de ofrecer una ración de comida o un bidón de lavandina. Se trata de acompañar a las infancias en su escolaridad, auxiliar a los/las vecinos/as en una infinidad de situaciones complejas, contener y asesorar en situaciones de violencia, ofrecer espacios seguros y respetuosos de aprendizaje, trabajo y socialización. Las tareas de cuidado comunitario son un trabajo esencial para el bien común y deben ser reconocidas y valorizadas por el Estado y el conjunto social como tales.

Todo cuidado, ¿es político?

Por último, y retomando las primeras líneas de esta reflexión, para quienes vivimos en villas y barrios populares, es evidente que con el Estado que tenemos no es suficiente, y los movimientos sociales venimos a poner el cuerpo allí donde no alcanza y donde más se siente su falta. Nos organizamos de manera solidaria, creativa, y auxiliamos en tiempos de emergencia, pero nuestra vocación no se agota allí. Colaboramos con la implementación de las políticas públicas, buscamos fortalecer y amplificar las herramientas que tenemos. Entre las perspectivas que se abren a futuro nosotros aspiramos a diseñar nuevas herramientas en el marco de un nuevo Estado, un Estado que sea capaz de garantizar el cuidado comunitario para todos y todas en un nuevo orden social, uno más justo y solidario.


1 Comunicado de Juntos por el Cambio, Repudio a la utilización partidaria de la campaña de vacunación contra el Covid 19, Buenos Aires, 29 de enero de 2021.

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