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Inferno | La farsa cotidiana de nuestra realidad

La obra de Rafael Spregelburd recorre los caminos sinuosos de la moral a partir de las transformaciones caóticas del lenguaje y las cicatrices sociales del terrorismo de Estado en nuestro país.


Por Marvel Aguilera.

En el siglo XV, durante los años creativos del pintor neerlandés “El Bosco”, los pecados eran considerados por la Iglesia Católica como una afrenta a la razón, a la verdad, a la conciencia recta. Y, por lo tanto, la incapacidad de amar a Dios y a nuestros semejantes. El apego para con lo pecaminoso implicaba una forma de mancillar el espíritu de la condición humana, de corromper su naturaleza, y también una barrera para alcanzar el firmamento.

Sin embargo, a pesar de la caída de ciertos dogmas religiosos, de dioses que han muerto, y del avance científico como herramienta inseparable del progreso, los tiempos de la irracionalidad parecen haber encontrado su apogeo en nuestra era. Es que transitamos un mundo donde las esencias parecen haberse disuelto, donde la información no pensada circula como un consumo voraz y en que lo absurdo nos lleva finalmente a la desesperación. Un tiempo donde la palabra, quizás, haya perdido toda conexión con la realidad.

En Inferno de Rafael Spregelburd, un periodista de turismo, que despierta luego de un derrotero de alcohol y desenfreno en Chile, descubre por boca de dos catequistas que el Vaticano ha decidido abolir el infierno. Preocupado por una condena inexorable, Felipe (Rafael Spregelburd) deberá afrontar las enseñanzas de siete virtudes para escapar de una pesadilla de perversiones morales que se manifiestan en todas sus formas: un gran laberinto lingüístico del que, a pesar de los repetidos intentos, parece no haber una sincera escapatoria.

“Porque en Inferno, lo que está en juego es la definición misma de la moral. Esa delgada línea entre lo que está bien y lo que está mal cuando lo que impera es la transformación constante”.


La fe, la esperanza, la caridad, la templanza, la justicia, la prudencia y la fortaleza son siete llaves para abrirse camino entre el caos en que la existencia se ha transformado. Cada personaje es parte de una trastienda en que las acciones morales son un simulacro; una farsa construida para satisfacer los discursos hegemónicos mediante un cúmulo de mentiras.

Porque en Inferno, lo que está en juego es la definición misma de la moral. Esa delgada línea entre lo que está bien y lo que está mal cuando lo que impera es la transformación constante, el aggiornamento de la maldad a las necesidades sociales de una coyuntura cada vez más líquida.

Con una puesta estrafalaria de luces, objetos, aparatos y simbolismos, que operan como un mecanismo de turbulencia en el andar de los personajes, Inferno atraviesa diferentes tramas -a partir de la historia de un plagio literario- que van enlazándose hasta formar una caja de Pandora. Un pandemónium a partir del cual la incertidumbre es la única estructura, porque las mentiras se tapan unas con otras, y la verdad queda relegada a un lugar menor, uno que ya nadie recuerda, ni siquiera su propio protagonista.

Spregelburd, Varchausky, Gamboa, Urtizberea y Losantos.

Las interpretaciones de Violeta Urtizberea, Pilar Gamboa y Guido Losantos ganan complejidad a medida que sus roles se van bifurcando en otros, en espejos que funcionan como representaciones de una realidad alterada. Todos son parte de una metaficción. Son construcciones ilusorias para darle sustento a una verdad endeble. Un plagiador que llegará hasta las últimas consecuencias para sostener su mentira; una crítica de arte extravagante que impondrá las condiciones del engaño; un profesor de matemáticas que buscará con torpeza acomodar el destino de un alumno; una psicoanalista visceral que canalizará las inseguridades ajenas en forma de catarsis.

El texto de Spregelburd, que parte de la pintura El jardín de las delicias del Bosco, nos pone en perspectiva el rol de la culpa, pero ya no como una carga moral propia del catolicismo, sino como un alerta sobre un pasado irresuelto. Un tiempo donde el presente se desborda y da pie a una memoria colectiva que intenta ser borrada pero que está allí, cargada de significaciones, de respuestas, de identidades arrasadas por la última dictadura cívico militar.

Es que, así como las divinidades han mutado de seres espirituales a mercados financieros, las amenazas ya no son externas, están en nuestro interior: en el narcisismo generalizado, en el individualismo más atroz, en la competencia permanente por dominar al otro. Los personajes de la obra, son víctimas y a su vez victimarios de esa realidad caótica, de un mundo en donde todo está permitido para sobrevivir, incluso a costa de crear verdades imaginarias.

Con un humor que va de la comedia más criolla al absurdo delirante, Inferno se despliega como un extenso rompecabezas donde las partes van clarificando el panorama final a medida que las tramas se suceden. Un hilo que da pie a una lectura subjetiva, propia del espectador, porque las verdades son relativas y el lenguaje puede ser cómplice de esa mutación permanente de los conceptos detrás de las palabras, de aquello que decimos ser, y lo que creemos pensar.

Una obra que desnuda a la humanidad en su complejitud, en sus flaquezas y virtudes, en sus honores y miserias, porque, como dice el proverbio, el infierno siempre está colmado de buenas intenciones.

FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA

Dramaturgia:Rafael Spregelburd
Actúan: Pilar Gamboa, Andrea Garrote, Guido Losantos, Rafael Spregelburd, Violeta Urtizberea
Diseño de vestuario:Lara Sol Gaudini
Música En Vivo: Nicolás Varchausky
Diseño De Iluminación: Santiago Badillo
Comunicación: Florencia Castro, Antonela Santecchia
Imágenes: Estudio Marcos López
Diseño gráfico: Estudio Marcos López
Asistencia de escenografía: Lara Stilstein
Asistencia de iluminación: Agustín De Martini
Asistencia de vestuario: Marcos Di Liscia
Asistencia de dirección: Pablo Cusenza
Prensa: Smw Asesores De Prensa
Diseño de escenografía: Santiago Badillo
Producción artística: Carolina Stegmayer
Producción ejecutiva: Claudio Gelemur, Andrea Stivel
Dirección: Rafael Spregelburd

Teatro AstrosAv. Corrientes 746, CABA.
Funciones: Jueves y viernes, 20:30 hs.

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