Literaturas

Bahía Negra | Las fisuras del monoteísmo capitalista

El escritor Juan Ignacio Azpeitia, radicado en San Salvador de Bahía, describe en su primera novela el derrotero de un músico en busca de su identidad, en medio de una tierra plagada de ritos, fantasmas y estafas. Un texto sobre el sincretismo religioso y la hipocresía colonialista del catolicismo.


Por Pablo Pagés.

La historia transcurre en Salvador de Bahía. Este hecho no es un dato menor, ya que el mismo Azpeitia vive por esos pagos. Una novela iniciativa donde el lector comparte cierta odisea del protagonista entre su exilio definitivo de Argentina a Bahía.

Y su periplo comienza así.


-Voce argentino! ¡Abra la mierda de esa puerta! – Gritó la mujer haciendo crujir la madera con toda la palma de la mano.

.¡Le digo que abra ahora, vagabundo, hijo de puta, sino la rompo a patadas!

-El tonito bajá el tonito chiruza, que eso acá no te lo voy a permitir. ¡Rajá antes que llame a la cana! –dijo y se levantó decidido.

Al salir sacó pecho, aspiró fuertemente para aspirarse los mocos, abrió y encaró a una piba, ella sin ninguna vacilación abrió su carterita, de donde, además de la bombachita y los forros, había un Tramontina serrucho. Él gesticulaba, como buen descendiente de italianos, abriendo los brazos, mientras ordenaba en voz alta que saliera de ahí. Fue un instante. El cuchillo se hundió en el medio del pecho, ensartando el corazón del argentino.

-¿Qué haces boluda? –el tono de voz había bajado un poco pero, aún con un cuchillo clavado sonaba arrogante.

Procuró sacárselo, sintiendo el dolor. La sangre comenzó a brotar con fuerza. Miró hacia adentro, alguien que estaba ahí le dijo que no intentara extraerlo, sería peor.

La foto de perfil del autor en su libro es más interesante si se puntualiza sobre la pared que lo antecede donde se lee “exu”. La cosa viene más o menos así: dentro del “macumba carioca” aparecen con el tiempo, desde los primeros días de la colonia de Portugal, diferentes ramas o formas de ritos, dentro de los cuales está el “umbanda” que se diversifica por varios lugares de América. Yendo desde el delta del Tigre en Argentina hasta Uruguay, el norte y todo Brasil. Hablo de esto porque el contexto donde esta historia de ficción transcurre es con estas religiones, zumbando los pasos de nuestro personaje. Amor, crimen, castigo y apariciones esotéricas nos introducen en un submundo bahiano.

Quizá la riqueza de esta mezcla de entramados proviene de la diversidad religiosa de Bahía.

Exu acontece como un ente que baja en cada “pai” que lo imita. Es una forma de dios algo satanoide y proxeneta, que sostienen quienes usan su lirismo demonizante para obtener beneficios entre sus acólitos, en alguna fractura existencial o gente adicta a las creencias.

Nuestro personaje se sumerge en este infierno de falsedades y pequeñas estafas intentando abrirse paso como músico en tierra ajena. Un viaje costoso entre la sangre y los fantasmas que habitan la tierra evanescente de quien se sumerge en la búsqueda de sí mismo. Con una pluma coloquial y dura, sin dejar su entramado delicadamente completo de sutilezas, Azpeitia demuestra su habilidad para compartir linajes de nuestros más excelentes narradores. Con la cintura de Arlt, Azpeitia aterriza en nuestras imprecisas pampas como un divulgador de certezas literarias, poniendo, casi sin querer en tela de juicio, dónde se encuentra la verdad en nuestro monoteísmo capitalista cada vez más corrupto.

“Con la cintura de Arlt, Azpeitia aterriza en nuestras imprecisas pampas como un divulgador de certezas literarias, poniendo, casi sin querer en tela de juicio, dónde se encuentra la verdad en nuestro monoteísmo capitalista cada vez más corrupto”.


Por esto, refiero a cierto paradigma del “boludeo” religioso. Primero, la nada, la angustia, la ausencia, la precariedad; luego, la intempestiva disrupción de uno o más dioses. Todos o todes o solo él, están, para y solo la manipulación desproporcionada. Sea una pequeña estafa o simplemente dejar en bolas a algún cristiano despavorido por las pérdidas frecuentes de nuestra rea existencia.

Podría ser el comienzo de un policial negro, como la Bahía que se plasma sobre o tras las indefensiones de un recién llegado. Pero no pasa nada de esto. La historia se dispara hacia un universo temático distinto a la rama del policial y acontece el camino por andar del personaje.

Este es un libro que nos ayuda a entender la variedad de religiones sin caer de forma abrupta en el pesimismo de lo monoteísta. La humanidad, por todas sus latitudes, nos enseña a ver las distintas religiones y el carácter mitológico de sus inicios. Estamos frente a una literatura completamente distinta a las que conocemos. Ni ficción ni realidad, solo los rasgos entumecidos del fatigoso trajín de los axiomas que tejen nuestra insaciable necesidad de un dios aparte.

Volvemos al viaje, a la aventura sobre el terreno desconocido de nuevas geografías. En Bahía Negra, quizá, haya más de experiencias personales y tal vez cierto alter ego camuflado del autor. En palabras de Ricardo Piglia, esta historia se enfoca sobre su primera distinción entre las odiseas dantescas del personaje entre sitios nunca conocidos, pero cada avance lo transforma desde su fibra más íntima hasta convertirlo en otro. Azpeitia no da tregua con su manera ágil de contar lo que va sucediendo con los permisos poéticos en narrativa.

-Yo no decirle bien, Mestre. Para saber bien cual es el orixa tiene que hacer una mirada de buzios. Ahí le dicen cuál es su santo de cabeza –dice Marinaldo-. Hay por lo menos otros dos.

Y el suyo por ejemplo ¿voce sabe? –pregunto.

-En realidad yo soy de la línea de los caboclos. ¡Mi abuela incorporaba un caboclo raro! Y dicen que el mío también es fuerte.

-¿Y cómo es?

-Solo se lo que me dicen, porque no me acuerdo de nada, dicen que me cambia la voz, que se pone gruesa, es el indio dentro de mí que habla. En el candomblé soy oxossi, rey de las selvas y de los bosques.

La trama va introduciendo todos los aspectos religiosos que dan lugar a una Bahía que se constriñe entre el Umbanda y otras posibilidades. Pero esta investigación no es un dato menor, ya que la trama de este libro desglosa una cosmogonía en extremo particular de ciertos aspectos que para el cristianismo serían algo así como cuestiones rayanas a lo profano.

Y aquí quería hacer una parada para recordar como nuestro catolicismo monoteísta ha dado lugar a lo largo de más de un milenio a innumerables matanzas, genocidios, prácticas sexuales con niños, manipulación entre los sectores más rancios y derechistas del poder, en cada latitud con mayor o menor intensidad. Quién puede poner la vara para discriminar entre lo correcto y lo no correcto. Nuestra bendita Iglesia es uno de los bastiones más fuertes de la propiedad privada y cierto manejo de la culpa de una forma inquisidora. Fuimos los cristianos los que sometimos y tomamos a otros pueblos como esclavos, manejando sus instituciones y expoliando todos sus recursos naturales.

“Nuestra bendita Iglesia es uno de los bastiones más fuertes de la propiedad privada y cierto manejo de la culpa de una forma inquisidora. Fuimos los cristianos los que sometimos y tomamos a otros pueblos como esclavos, manejando sus instituciones y expoliando todos sus recursos naturales”.

Las religiones afro que a lo largo de la colonización de América Latina fueron de forma violenta perseguidas y castigadas son, en cierta forma, una sublimación a través de sus rituales -que para el ojo occidental resultan maneras de concebir la religión un tanto empapadas en lo distinto- enmarcadas en sucursales ambulantes religiosas.

Conocí a un exu, mezcla encubierta de manochanta y de varios modos de prosperidad fomentados en el delirio. Manipulador hasta en el desamparo, intenso, mentiroso. Sus palabras eran una mezcla de intentos entre parecer un amigo al que hay que no solamente respetar sino tenerle cierta clemencia por los derroteros contados de su boca, sin ninguna intención de hacerse cargo de su presente, sino, más bien, utilizarlo para sacar alguna que otra ventaja de estudiadas flaquezas. Estos exu, que no son de Salvador de Bahía precisamente, se van desfigurando en sus manejos e intenciones a lo largo de toda Latinoamérica y su vasta e infinita proliferación de pobrezas y necesidades.

Por último, parafraseando una de las preguntas hechas a Azpeitia por aquellos momentos donde esta novela estaba pasando por un estado de incubadora editorial, podemos dar cuenta de esa Bahía que el autor evoca, como una tierra de esperanzas, pero rodeada de dificultades; de místicas que añoran un nuevo plano espiritual pero que, muchas veces, lidian con un amarre que resulta un peso demasiado fuerte para transitar sus deseos. “Unos seguidores de Madame Blavatsky dicen que acá nacerá el próximo Maitreya, el buda de la próxima era cósmica. Acá en Itaparica nació el primer ‘brasilero’ hijo de un navegante portugués con la hija de un cacique. El hombre sale desde África y sus caminos se bifurcan para Oriente y para Occidente. Aquí se encuentran de nuevo, en Bahía”.



Juan Ignacio Azpeitia
Bahía Negra
Paradiso Ediciones
2023

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