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Patricia Kandus: “Lo mejor que puede hacer una ley es fortalecer la gestión pública de los humedales”

La investigadora y docente de la UNSAM, especialista en humedales, contextualizó y complejizó los interrogantes acerca de las posibles causas de los incendios, los proyectos para una Ley de Humedales y los cuestionamientos al modelo de desarrollo seguido por nuestro país.


Por Pablo Américo.

El jueves 3 de septiembre, el Servicio Nacional de Manejo del Fuego avisó que los focos de incendios de lo que coloquialmente conocimos como “incendios en el delta” habían sido sofocados por precipitaciones. En específico, se informó que los incendios en Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba se encontraban “bajo guardia de cenizas” y que ya habían sido extinguidos por completo en San Luis, La Rioja y Santiago del Estero. Durante las últimas semanas, en torno a la crisis ambiental y social generada en la Mesopotamia y alrededores, circularon montones de noticias, hipótesis, cruces políticos y, en particular, militancias ecologistas empoderadas en torno a la situación.

Con motivo de estos eventos, conversamos con Patricia Kandus, doctora en Ciencias Biológicas, directora de un grupo de investigadores de la UNSAM que se especializan en Humedales, partícipe del desarrollo de los proyectos de inventario y monitoreo de humedales a escala nacional, entre otras ocupaciones.


Se habla de las causas humanas de los incendios en los humedales del delta, también se mencionan frecuentemente las sequías y la baja del río Paraná, ¿es un fenómeno multicausal? ¿Las distintas causas son todas de origen humano?

En principio, no solamente está ocurriendo en el delta, sino en todo el valle del Paraná. Al respecto de los incendios, se manejan diversas hipótesis, que van ganando o perdiendo terreno a medida que transcurre el tiempo. Uno tiene que tener cuidado de acusar en general. Hay un modelo imperante de primarización, que es el causante original de esto. Digo, la sojización, el avance no solamente sobre los humedales sino sobre todos los ecosistemas, del delta al bosque chaqueño se realizan procesos tristísimos. Hay que conjugar eso con que tenés múltiples hipótesis. Dependiendo de la situación puede haber una u otra. Sobre la posible causa ganadera, hay que considerar la historia de la región. En la zona hay una historia de uso del fuego asociada al uso ganadero y asociada también a la caza (se hacen quemas para que los animales, como carpinchos y nutrias, se espanten). Es un sistema de pulsos, con épocas de inundación y de sequía. La vegetación que hay, sobre todo en el Bajo Paraná, está dominada por vegetación herbácea, los bosques nativos apenas cubren el 4% de la superficie, entonces estamos hablando de un mosaico de vegetación herbácea que tiene como característica que la biomasa cuando se seca queda en pie, es decir, la masa vegetal cuando se seca, en invierno o en una época seca, queda en pie, y eso se acumula como biomasa. Eso hace que la descomposición de la hojarasca sea mucho más seca y se generen zonas con suelos que tienen una gran cantidad de materia orgánica con bajo grado de descomposición. En general estos ambientes suelen tener los suelos bastante saturados. Eso, cuando se produce una seca, también es combustible, entonces, estos sistemas uno puede imaginarse que en alguna época estaban sometidos a incendios, por rayos o lo que sea, y más en una época seca.

Pero eso cambió…

Sí. Históricamente, estas planicies del delta, en particular, y la planicie del Paraná, poseían una dinámica de uso ganadero estacional. Cuando venía el pulso de inundaciones, se corría el ganado y se lo llevaba a tierra firme, cuando venía la bajante volvían a poner el ganado, porque además crecían las pasturas. Son lugares muy ricos, donde convivía la ganadería con la pesca artesanal, la apicultura, la recolección de juncos y otras actividades extractivas locales. Eso desde la década del noventa tuvo un cambio muy fuerte. Ya desde antes, todos estos humedales, en particular los humedales fluviales, fueron considerados tierras de baja productividad porque la lógica es la productividad en tierra firme, donde yo puedo meter maquinaria pesada y tener una estacional térmica-hídrica favorable. Pero con la expansión agrícola, se va a extendiendo la frontera. Es decir, ya no te alcanza la Pampa, tenes que desmontar Chaco, y, mientras tanto, estos suelos, los humedales, se destinan para el ganado, para que el ganado no ocupe lugar en zonas que pueden ser tierras agrícolas, sobre todo porque lo que es agricultura pasa a ser producción de commodities, no es la agricultura para que la gente coma, es para un mercado de exportación. Entonces, cuantas más tierras tengas… Y en cima, en el país hubo una concentración enorme de tierras, que hace que se desplace no solamente la gente, sino que queden cada vez menos productores pequeños. Ahora, qué pasa, la necesidad de tener el ganado todo el año sobre los humedales no se lleva muy bien con el sistema de pulsos, y de pronto se aparece la idea de intervenir más directamente. Yo no te diría que necesariamente sean los productores locales, los que tienen campo en la isla. Yo hablé con muchos productores y muchos te dicen “nosotros no somos”, a muchos productores ganaderos se les esta quemando el campo. Pero también el delta es el sumidero de un montón de productores que son oportunistas, arrendatarios de tierras, de tierras fiscales, sobre todo, que ven la oportunidad de avanzar sobre esas tierras. Esa es una hipótesis. Otra hipótesis es usos inmobiliarios…

“Es necesaria la participación social, como parte de una democratización del acceso a decidir en qué modelo de país queremos vivir.”


Para hacer, digamos, barrios cerrados…

Exactamente. O sea, hay alguien que está comprando tierras a bajo precio y le pone un valor agregado, en los términos que ellos manejan, y la vende a alguien que quiera comprar “vida verde”. Esa es otra hipótesis. Por otra parte, está el antecedente del 2008, cuando se produjo una quema más o menos del mismo calibre que las actuales, en una época de baja del río Paraná, de mucha sequía. A diferencia de ahora, que la mayor cantidad de focos está en Entre Ríos, sobre todo en las zonas de Victoria y Lechiguanas, y en zonas de Santa Fe, en ese momento los incendios se concentraron zonas de Buenos Aires y en el sureste de Entre Ríos. Estos incendios estaban asociados a una expansión grande que hubo de los endicamientos. ¿A qué llamamos endicamientos? Son terraplenes que se construyen rodeando un predio para impedir que el agua entre a ese predio. Eso es una tecnología que se copió de Holanda, es lo que se llama “polderización”, pero bueno, los holandeses lo hacían porque no tenían tierra y acá si hay algo que sobra es tierra firme.

Crédito: Ministerio de Ambiente
Crédito: Ministerio de Ambiente

¿Acá la polderización vendría a ser por el desplazamiento de actividades?

Sí, pero tiene antecedentes antes del desplazamiento de actividades. El polder que se hizo en Lechiguanas es de la década del ’60, unos polders muy grandes, que se hicieron primero con el fin de hacer fruticultura, después pasó a forestación, y después fueron abandonados. En esa época el INTA impulsaba los proyectos de polderización como ejemplo de desarrollo, como ejemplo de cómo el hombre domina la naturaleza. Volviendo al 2008, en ese momento se hicieron muchos diques, se llegó a que aproximadamente el 13% de la superficie del delta se endique, ya no solo para forestación, sino también para hacer ganadería y, algunos, frente a Baradero, para hacer agricultura. O sea, los incendios en ese momento estaban muy de la mano con el avance de los endicamientos. Por eso digo que las hipótesis son muchas, hoy se está señalando fuertemente a los ganaderos, y puede ser que algún ganadero haya encendido focos. Y esos focos, con las condiciones del suelo, se expanden de una manera rapidísima. Es tristísimo, yo tengo fotos del 2008, donde tenes sesenta centímetros de profundidad en lugares donde antes había suelo, es decir, todo eso era materia orgánica. Además, muchas veces quedan brasas latentes bajo el suelo y basta que venga un poco de viento para que vuelva a reaparecer el incendio que se había apagado. No es que todos los ganaderos queman su propio campo, es que puede haber un foco y en muy poco tiempo generarse multitud de focos. La otra cosa que llama la atención es que, habiendo una legislación que surgió después del 2008 de la provincia de Entre Ríos, prohibiendo los fuegos, ni la justicia de Entre Ríos ni el gobierno de Entre Ríos se hará cargo en lo que esta pasando en la provincia.

Y si la ley provincial tiene esas limitaciones, ¿cuál podría ser el verdadero alcance de una Ley de Humedales?

Yo creo, y es una opinión personal, creo que lo mejor que podría hacer la ley es generar un espacio de gestión a largo plazo sobre los humedales. Uno de los problemas que tenés cuando pasan estas cosas es que queda en evidencia cuando uno dice “se desarma el Estado” o “las políticas neoliberales apuntan al desguace del Estado”; bueno, esto es otra forma de desguace del Estado, cuando no tenes capacidad de respuesta frente a un hecho así, cuando tenes las provincias desmembradas y cada una tira para un lado o para el otro sin una conciencia de Estado nacional. Entonces, me parece que lo mejor que puede hacer una ley de presupuestos mínimos es fortalecer la gestión publica de los humedales, y tomar los instrumentos de la ley general del ambiente y poder desplegarlos en todas sus dimensiones. Además, es necesaria la participación social, como parte de una democratización del acceso a decidir en qué modelo de país queremos vivir. Esto requiere dinero, que si es garantizado por ley sería fantástico, pero implica también formar recursos humanos que estén dentro del Estado y dentro de la gestión pública en las provincias y en Nación. Esto permitiría gestionar los ecosistemas y fortalecer a la gestión para que se plante frente a quienes vienen con intereses egoístas o particulares. La otra cosa importante que es necesaria es capacitar a la gente. Si uno empieza a preguntar a personas si quieren una ley de humedales, van a decir “sí, bárbaro, está buenísimo”. Ahora, si la pregunta es “¿qué son los humedales?”, no hay conciencia, no se sabe, incluso te diría en el mismo espacio académico y científico. Entonces, es necesario capacitar personal para la gestión, pero también educar en general. Por supuesto, el interés de algunos productores es que no se regule nada, y es muy difícil discutir ahí porque ellos generan una falsa dicotomía de que si hay una ley de presupuestos mínimos de humedales va a causar que no se pueda producir más, que va a ser toda tierra protegida, lo cual es mentira, es una falsa dicotomía y solo favorece a este grupo de productores. Es muy falso que no se van a utilizar los humedales, por la densidad poblacional que tenemos mundialmente hay muy pocos lugares en el mundo que se pueda decir que son prístinos.

Entonces, de nuevo, es una situación compleja avanzar en la gestión de los ecosistemas

Sí, tampoco se puede simplificar, otra de las cosas que ocurren es que se simplifica la ley como si fuese una ley de inventario. Todos los proyectos de ley de presupuestos mínimos de humedales que se escribieron copiaron letra de la Ley de Bosques y, en realidad, no todo es lo mismo. No es que vos hacés una ley de bosques y te la llevás a los pastizales y a los humedales. En verdad, cada uno de los ecosistemas tiene sus dinámicas propias, sus problemas particulares. De la ley de bosques se tomó una cosa que quedó incorporada que es, digamos, en la ley general del ambiente se propone el ordenamiento ambiental del territorio, y la ley de bosques interpretó eso como “el ordenamiento de los ecosistemas de bosques”. Eso tuvo sus éxitos y sus fallidos en la ley de bosques, pero en el caso de los humedales transportar eso, así como así implica olvidarse algo fundamental: que los humedales funcionan en estrechísima relación con los sistemas terrestres vecinos, entonces, vos no podés ordenar el humedal y destruir lo que está al lado. Por ejemplo, en la ley de bosques hay un “semáforo”, que se pinta de rojo, amarillo o verde, pero en el caso de un humedal corres el riesgo de que arbitrariamente se decida pintar de ver un humedal y se destruya el sistema de al lado por hacer eso. La lógica que hay que seguir es diferente y esa, a mi juicio, es una de las principales batallas que hay que dar, hay que tratar de que en la ley no salga eso. El ordenamiento es sobre el territorio. Las ONGs y los movimientos, que están en buena hora peleando por que salga una legislación, no lo terminan de entender, porque, claro, pensar en términos de territorio es más complejo, pero creo que es a lo que habría que apuntar, es un paso de madurez que deberíamos dar, y haría que la ley de presupuestos mínimos no quede encajada en simplemente ser una ley de inventario. Yo trabajé mucho en desarrollar, conceptualizar y pensar el inventario de humedales para Argentina, con mi colega, Priscilla Gail Minotti, y el equipo de gente de la Universidad de San Martín, y, sin embargo, yo creo que los inventarios tal cual los pensamos con los técnicos de la gestión deben ser parte de un proceso en el cual también se busque fortificar al Estado para que haya instrumentos de gestión efectiva. Ese debería ser el fin de la ley.

Crédito: Télam

En este sentido, para ir cerrando, una serie de preguntas: ¿por qué los humedales son importantes para la biodiversidad? ¿Por qué los humedales son importantes para el ser humano y por qué la biodiversidad es importante para el ser humano?

La forma más simple describirlo es: los humedales significan agua, y el agua significa vida. En verdad, el termino humedal es bastante moderno. Cuando yo estudiaba, en la década del ’80, había sistemas terrestres y sistemas acuáticos, el resto lo llamábamos ecotonos o bordes. En Estados Unidos y Europa se empezaron a identificar esos lugares entre los sesentas y los setentas, y se los llamaban humedales o wetlands, pero a nivel mundial siempre se los llamó con nombres locales. Acá hablamos de esteros, cañadas, bañados, marismas, entre otros, y en realidad todos esos nombres, que son lugares muy particulares y muy diferentes desde el punto de vista fisonómico, no tenían un nombre genérico que los agrupara. En el ’71, cuando se firma el Tratado de la Convención RAMSAR, creo que ahí se catapultan los humedales como término, pero acá en Argentina te diría que hasta la década del noventa, cuando se refrendó el tratado, no se utilizaba el término, incluso en la jerga de los científicos no estaba incorporado. Si uno mira la literatura mundial, se ve que desde la década del ’90 se empieza a publicar la literatura, las revistas científicas sobre humedales. En parte, todo esto puede deberse a que son zonas de difícil acceso, entonces, para un lego es muy difícil, es decir, si yo pregunto qué es un bosque, me pueden decir que es un lugar que tiene muchos árboles; pero si yo pregunto qué es un humedal, en principio me pueden decir que tienen agua, pero los humedales a veces no tienen agua todo el tiempo, entonces se genera una dificultad muy grande para poder definirlos fisionómicamente. Pero, una vez que los podés distinguir, entendés que son lugares que, sin importar la fisonomía que posean, son espacios donde el agua marca la dinámica del sistema, y la marca de forma tal que genera una oferta de agua, de productividad, muchas veces desacoplada del clima. Por ejemplo, en las zonas del oeste y noroeste de la Argentina, y la Patagonia, aparecen vegas, que son como pequeños oasis, donde hay permanentemente agua que se acumula por la posición geomorfológica de esos sitios, entonces tenes siempre materia verde, de la cual puede alimentarse la ganadería local, tienen agua almacenada, que pueden utilizar los pobladores, y tienen un colchón de materia orgánica muy rico en nutrientes, que sostiene esa productividad. Esa disponibilidad de agua y de productividad los convierte en lugares donde se concentra la biodiversidad, que no es la biodiversidad local solamente, dado que la existencia de humedales sostiene también la biodiversidad del sistema terrestre adyacente.

Y el delta del Paraná es apenas un tipo de estos humedales…

Sí. Digamos, es un humedal, es un mosaico de humedales muy particular. Cuando se piensa en la ley de humedales, se piensa en todos los humedales del país, y dudosamente puede una ley de presupuestos mínimos de humedales controlar los incendios y los desastres que se dan en el Delta; o sea, no lo pudo hacer la legislación local. Lo que se necesita es política y gestión. Porque, en realidad, es un problema de gestión, de cómo se gestionan estos territorios. Y hay que considerar que somos un país federal, por lo cual las provincias son dueñas de sus recursos, entonces son ellas las que tienen responsabilidad directa sobre la gestión del territorio. La ley de presupuestos mínimos lo que hace es generar un paraguas con determinados criterios y con instrumentos para garantizar el uso sustentable y la conservación de esos ecosistemas. Retomando la pregunta, además de por la biodiversidad, los humedales son valiosos porque son reguladores de agua, reguladores de pulsos de inundación. Son zonas de carga y descarga de napas freáticas. Difícilmente encuentres un humedal que no haya sido aprovechado por el hombre, aunque eso no implica que la gente tenga que vivir adentro del humedal. En el caso del delta, que es un paisaje de humedales, un mosaico de paisajes de humedales; sí, claro, la gente vive adentro, pero no siempre es así. Lo que sí hay que remarcar es que un montón de usos posibles están sostenidos por esa biodiversidad que tienen, y lo más crítico con los modos de uso actuales es que estos modos avasallan otros posibles usos. Me refiero, por ejemplo, en el delta está la pesca, que es un recurso enorme para los pobladores y las comunidades de pescadores artesanales del lugar requieren mantener el recurso. Pero cuando se piensa al delta como un terreno ganadero o un terreno forestal, y el resto de las posibilidades que tiene el sistema para dar vida a la gente, se desecha, porque no son usos en favor del interés económico de particulares, entonces se están desaprovechando posibles usos futuros en favor de un modelo de explotación detrás del cual está el mercado, el interés económico.

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