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El Cuervo | Pervivir en la memoria

El unipersonal dirigido por Iván Moschner y protagonizado por Ariel Aguirre, basado en el poema de Edgar Allan Poe, recrea en versión original y en castellano una pieza que invita a la reflexión alrededor de la muerte y la memoria frente al desamparo del discurso ahistoricista.


Por Marvel Aguilera.

Walter Benjamin, que era un gran admirador de la literatura de Edgar Allan Poe, particularmente por la magnitud de trascendencia de lo empírico que el norteamericano plasmaba en sus obras, afirmaba que las muertes tienen también una sentencia de peligro, una posibilidad de volver a morir y caer en una desaparición absoluta. Frente a ese derruir de la memoria, Benjamin oponía en su tesis VI sobre el concepto de historia, la noción de “redención”. En otras palabras, la ocasión para establecer una suerte de resistencia o pervivencia que permita construir una experiencia histórica. Porque es en el nivel simbólico de los significantes que edificamos la memoria de los que ya no están.

“El Cuervo” de Poe nos habla de un amor interrumpido por la llegada de la muerte. Pero también sobre esa amenaza de matar a los muertos, de la memoria enterrada por aquellos que buscan sembrar las bases del ahistoricismo, de una tierra sin pasado, sin experiencias, entregada al efectismo del presente sombrío, del nihilismo más insensible e indiferente. ¿Podemos escapar de esa realidad tan próxima de una muerte amenazante? ¿Es quizás el cuervo que quiere posarse en el busto de Palas o en el sillón de Rivadavia el rostro de un pueblo que ha enterrado su pasado?

Iván Moschner dirige este unipersonal de El Cuervo, protagonizado por Ariel Aguirre, donde cimienta lo poético y performático en una pieza breve que en este presente confluye en una reflexión social e identitaria, sobre la muerte próxima de los pueblos sin historia, y la posibilidad de invitar a lo comunitario, al barrio, frente a las dinámicas funcionales de la industria cultural.

“Actor y público conviven en un espacio donde las palabras rebotan en la hondura del escenario, se llenan de la respiración de quienes forman parte de una especie de ritual donde lo poético convierte al propio espacio teatral”.


En la intimidad del Teatro Paraje Arteson, una sala como refugio mínimo, donde los cuerpos se abroquelan y el silencio se estrecha, la obra se forja bajo el tono que transmite el ambiente. Actor y público conviven en un espacio donde las palabras rebotan en la hondura del escenario, se llenan de la respiración de quienes forman parte de una especie de ritual donde lo poético convierte al propio espacio teatral.

El cruce de lenguajes es también una forma de potenciar la fuerza de los conceptos, de traspasar el idioma para transformarlo en algo más amalgamado: la intensidad de los sentidos, el ritmo de la voz acompasada por el movimiento corporal, la sensibilidad de sabernos parte de un lapso en donde trascendemos nuestra coyuntura para rozar lo inaprensible de la poesía, lo energético, lo vibrante.

Ariel Aguirre se apoya en un texto, traducido por Ingrid Pelicori, que gana en el bagaje sonoro del inglés y es reforzado por un lenguaje castellano que permite ilustrar las imágenes alrededor de la sala, que van ganando en pinceladas a medida que la voz y los movimientos de Aguirre transpolan los versos del autor criado en Virginia.

Foto: Iván Moschner y Ariel Aguirre.

Moschner, actor y director de largo recorrido en el circuito, trabajo desde la pandemia en este unipersonal que traza una cercanía intimista con el público, una posibilidad abierta de encontrarse con otros rostros no digitalizados; casi como un encuentro de amigos pero a puertas abiertas y a la gorra. Una puesta que habla de la necesidad de ocupar los espacios barriales, del encuentro como símbolo de ruptura del orden individual que se pregona en tantos discursos políticos.

El Cuervo de Poe es hoy un llamado de atención, en tiempos donde el “Nunca más” que repite el ave una y otra vez parece entrar en disputa en nuestro debate público. Un poema que invita a transformar la angustia de una muerte social en la posibilidad de un compromiso con la memoria de los que ya no están. Con aquellos que perviven en el recuerdo de los que luchan por sostener las raíces de nuestra historia.

Ficha técnico/artística:

Actuación: Ariel Aguirre
Diseño de escenografía, vestuario e iluminación: Vicente Wingeyer
Fotografía: Nicolás Arce
Prensa: Valeria Franchi
Traducción: Ingrid Pelicori
Dirección: Iván Moschner

Teatro Paraje Artesón – Palestina 919, CABA.
Funciones: Domingos de Septiembre, 14:30 hs.

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